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KenKurokawa · 31-35
(...) a las cualidades de esta comadreja espiritual.
Al soñar, él mismo veía a la silueta de su pequeña hermana correr por el bosque, como si los susurros del viento dijeran que estaba huyendo de él con intenciones de juego, pero las imágenes se volvían difusas, borrosas, donde el fondo agradable se volvía tortuoso y los árboles rechazaban al perseguidor, que de un segundo a otro… el yakuza se volvía el mismo Kamaitachi, donde las escenas de los cortes se hacían más plasmadas en el descanso temporal. Sus manos se convertían en unas garras difíciles de medir, con el cadáver que él mismo había convertido del cuerpo vivo de Sayuri…
De inmediato despierta, con esa sensación de dolor y tristeza en el pecho y en el espíritu, y con la sensación ósea y extendida de sus manos, como si él fuese el real actor de infamia.
Cada noche, la pesadilla se hace más larga.
Al soñar, él mismo veía a la silueta de su pequeña hermana correr por el bosque, como si los susurros del viento dijeran que estaba huyendo de él con intenciones de juego, pero las imágenes se volvían difusas, borrosas, donde el fondo agradable se volvía tortuoso y los árboles rechazaban al perseguidor, que de un segundo a otro… el yakuza se volvía el mismo Kamaitachi, donde las escenas de los cortes se hacían más plasmadas en el descanso temporal. Sus manos se convertían en unas garras difíciles de medir, con el cadáver que él mismo había convertido del cuerpo vivo de Sayuri…
De inmediato despierta, con esa sensación de dolor y tristeza en el pecho y en el espíritu, y con la sensación ósea y extendida de sus manos, como si él fuese el real actor de infamia.
Cada noche, la pesadilla se hace más larga.
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