Al final del día, decidió pensar solo en lo que Liviet más amaba: la comida. Sus amigos de la taberna tuvieron bastante que ver en su pequeño plan, y las dueñas, las hermanas Shelly y Brona se encargaron de preparar un festín para todos con las presas que Kayley les había llevado a lo largo del día.
No podía simplemente quedarse con la curiosidad, era demasiado sospechosa su actitud por lo que acabo siguiéndola hasta esa conocida taberna dónde solían pasar algunas noches bebiendo y escuchando historias. Una vez en su interior la gran voz de Kaenis llamó la atención de Liviet, parpadeó confundida y se quedó congelada en su lugar pero Kay no perdió el tiempo y la empujó a la mesa. Jamás había sido recibida con semejante calidez y entusiasmo...¿Esto era no estar sola?. Sonrió sintiendo una gran presión en su pecho, no podía contener tanta felicidad...— Yo...esto...gracias Kayley, gracias a todos...— apenada agregó encogiéndose en su lugar mostrando una faceta que quizás pocas veces dejaba ver.
Llevó a Liviet a la taberna prácticamente a la fuerza, pero ahí, todos la recibieron con gusto y la curiosa alegría de los borrachos.
—¡Ahí está la chica del cumpleaños! ¡Ven con nosotros, tenemos alcohol e historias!— Exclamó Kaenis, la Amazona, a lo que el bardo respondió con una melodía que hablaba de Liviet, de su valentía y su belleza. Kayley, por su parte, hizo que se acercara a la mesa.
—Se que no te gusta mucho estar rodeada de personas, pero si te gusta la comida y ya no podía des-invitarlos así que...— le dijo en voz baja. —Es algo así como una fiesta de cumpleaños, solo para ti.
