En casa siempre tenía a la doctora para que atendiera sus heridas, quizás se había vuelto un poco dependiente de eso y ahora que estaba en otro lugar, atender sus propias heridas llegaba a ser complicado. Estaba tan concentrada que no se había percatado de la presencia de la coneja, fue hasta que levantó la vista para tomar algo que le vió, inevitablemente dió un apenas perceptible salto en su lugar. No dijo nada, solo la miró por un momento y después sonrió nerviosa.