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Rol privado.

Un edicto de la realeza, impreso en un pergamino antiguo, resonó como un eco en el aire, convocando a la médico a un destino inmediato. Al salir presurosa, se encontró con un desolado panorama, desprovisto de caballos dispuestos para su pronta partida, obligándola así a emprender una caminata ardua en pos de solicitar prestado uno de estos nobles corceles. En el transcurso de su trayecto, un enigmático hombre emergió en su estela, persiguiéndola sin emitir ni una sola palabra. Fluctuaba en la incertidumbre de si debía sentirse segura en su presencia o amenazada por su silencio.
 
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Kail33na · 100+, F
2/2.
Los tres visitantes fueron recibidos por un anciano ataviado con elegancia y rodeado de la guardia. Sus ojos, teñidos de asombro al contemplar a la mujer, al hombre de ojos azules y al enmascarado, concedieron acceso a los recién llegados. Durante el trayecto por los resplandecientes salones del palacio, el anciano entabló una corta plática con la mujer médico, expresando sus disculpas por las dificultades que el mensajero había enfrentado.

Con serenidad, la médica respondió: —Mucho puede acontecer en el camino.

El anciano prosiguió: —El emperador desea hablar con usted... en privado, tàiyī.

Y así, los dos hombres fueron relegados a esperar fuera del salón real. El hombre de ojos azules, quien, en su semblante, dejaba entrever una ligera molestia se retiró caminando por el pasillo con gesto altivo, ignorando a quien fuera que se cruzara en su camino.
 
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