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En la madrugada la médica había mantenido una conversación con el emperador, quien buscaba su opinión acerca de una petición inusual: una de las princesas anhelaba convertirse en guerrera. Sin embargo, él se oponía rotundamente a tal deseo y había convocado a la onna hanishi para determinar si la princesa padecía alguna enfermedad. La única petición por parte de la galena era que la princesa se presentara sola en el jardín más apartado cuando anochecería.

Y así, tras aceptarse su petición, se le asigno su estadía en un jardín silencioso, donde la fémina decidió descansar su tarde.
 

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