1/2. La doctora errante del bosque, poseía una mente perspicaz, forjada por las vicisitudes del camino y los susurros de las laderas. Durante su periplo, aprendió verdades incuestionables: el pueblo prefiere mirar al suelo en lugar de a las estrellas; los poderosos solo velan por sí mismos y se ocupan de los débiles cuando peligran sus privilegios; la justicia celestial se derrama por igual en lluvias y nevadas. Descubrió que los milagros desaparecen al acercarse con curiosidad y se tocan con la mano.
2/2. No obstante, en el hospital portugués de Funai, la onna hanishi presenció sucesos tan sorprendentes como prodigiosos. Su aguda observación desveló verdades obvias que nadie había puesto en práctica, como coser heridas con hilo de tripas. Pero también se topó con enigmas más profundos que exigió desentrañar.
Entre los secretos de la medicina extranjera, la doctora quedó fascinada por una sustancia portuguesa llamada "mapula", utilizada como analgésico y somnífero. La mapula, preparada de diversas formas y administrada de acuerdo a cada dolencia, despertó la curiosidad en ella. Sin embargo, los portugueses se negaron a revelar el modo de obtenerla, sumiendo a la doctora en una frustración insondable. La barrera idiomática dificultaba el diálogo, limitando el aprendizaje a la mera observación y a preguntas formuladas con gestos, insuficientes para disciplinas tan complejas como la medicina y la farmacología.
