↝ Supergirl┋ ❝─SᴜᴘᴇʀGɪʀʟ ɪs ᴡʜᴀᴛ I ᴄᴀɴ ᴅᴏ, Kᴀʀᴀ ɪs ᴡʜᴏ I·ᴍ.❞ ➳『 Rᴏʟ Pʟᴀʏᴇʀ ✧』
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Gato1579241 · M
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[code] La vida de Loki era todo menos aburrida, cortesía de él mismo, por supuesto. Después de destruir la sagrada línea del tiempo y terminar en Odin sabe dónde y gracias a los conocimientos de su ex amante a la cual él por supuesto había dejado, robo un tempad, al parecer nadie lo conocía, así que podía escabullirse sin preocuparse de que los guardianes del tiempo lo persiguieran, sin meditarlo demasiado, tomo la decisión de volver a Midgar, quizás los vengadores podrían finalmente servir de algo.
Los brazos cruzados frente al pecho, la boca ligeramente abierta, el ceño fruncido y la confusión en el rostro era todo lo que Loki podía manifestar, por primera vez se había quedado en blanco y sin palabras, ¿Quién demonios eran Superman, Supergirl, Batman, Flash y Ciborg?, por supuesto que tenía conocimiento acerca de los Kryptonianos, pero ni uno solo había logrado escapar de su miserable destino, después de vestirse de forma elegante con un costoso traje negro decidió hacer una pequeña investigación, estos nuevos héroes parecían un poco más prometedores que los de su mundo, reunió un par de artículos acerca de los nuevos héroes para descubrir quiénes eran para saber a dónde acudir, leyó acerca de Supergilr, un artículo narrado por Kara Danvers, había encontrado a Supergil, simplemente apareció en el departamento de la joven, se preparó un Martini y espero a que regresara.[/code]
[code] La vida de Loki era todo menos aburrida, cortesía de él mismo, por supuesto. Después de destruir la sagrada línea del tiempo y terminar en Odin sabe dónde y gracias a los conocimientos de su ex amante a la cual él por supuesto había dejado, robo un tempad, al parecer nadie lo conocía, así que podía escabullirse sin preocuparse de que los guardianes del tiempo lo persiguieran, sin meditarlo demasiado, tomo la decisión de volver a Midgar, quizás los vengadores podrían finalmente servir de algo.
Los brazos cruzados frente al pecho, la boca ligeramente abierta, el ceño fruncido y la confusión en el rostro era todo lo que Loki podía manifestar, por primera vez se había quedado en blanco y sin palabras, ¿Quién demonios eran Superman, Supergirl, Batman, Flash y Ciborg?, por supuesto que tenía conocimiento acerca de los Kryptonianos, pero ni uno solo había logrado escapar de su miserable destino, después de vestirse de forma elegante con un costoso traje negro decidió hacer una pequeña investigación, estos nuevos héroes parecían un poco más prometedores que los de su mundo, reunió un par de artículos acerca de los nuevos héroes para descubrir quiénes eran para saber a dónde acudir, leyó acerca de Supergilr, un artículo narrado por Kara Danvers, había encontrado a Supergil, simplemente apareció en el departamento de la joven, se preparó un Martini y espero a que regresara.[/code]
JB1535635 · F
La rulosa se encogió de hombros—. Puedo intentarlo —luego soltó un par de carcajadas—, pero ese es el problema: no salen por un solo lado. En lo que cierre una, ya estarán abriendo otra —la muchacha colocó los ojos en blanco. No había nada como tiempo desperdiciado y el suyo había sufrido de esto cuando decidió cambiar un poco su rutina y hacer su buena obra del día. Jenna ladeó el rostro con curiosidad conforme la periodista continuaba hablando. Esa expresión nerviosa, esas palabras, incluso esa aura... — Las buenas intenciones se aprecian; sin embargo, es mejor que se queden en eso: «intenciones» —enfatizó con un tono jocoso—, porque cuando intentes querer prestar una mano y esta, junto al resto de tu cuerpo, termine devorado por algún demonio, pues ya no será tan alentador —tan sencillo como eso. El otro detenido empezó a soltar risillas y Jenna volteó a verlo:— ¿Y tú de qué te ríes? ¡Tampoco me servirías!
Jenna se levantó de su lugar y empezó a caminar de derecha a izquierda, colocando las manos en la cintura—. Lo mejor que pueden hacer ahora es transmitir todo eso, mientras más rápido lo hagan, más rápido llegarán otros a encargarse del problema —en su cabeza aparecieron los rostros de Sabriel y Salias, los nigromantes que con el sonido de sus campanas podrían hacer la tarea mucho más fácil—, hasta eso, activa ese instinto de supervivencia, agarra tus cosas y largarte de acá. No vas a querer estar ahí cuando los cráteres se hundan aún más —Jenna no era una experta en el tiempo que quedaba, pero sabía que era poco—, no a menos de que seas algo similar a un nigromante, alguien que manipule el tiempo y espacio o... Oh.
Bendita fuera su naturaleza maldita y volada, porque de lo contrario hubiera descartado la posibilidad de que existiera algo más allá que reencarnados con poderes. Jenna jamás se había caracterizado por ser alguien con visión de túnel. La nueva sonrisa que se plasmó en su rostro tenía un destello de interés y esto era suficiente para que las cartas del juego cambiaran. Aunque no todas, porque la rizada seguía viéndose en esa sala de detención—. Mira, no sé qué truco traes bajo la manga, pero podría ser interesante. No obstante, tenemos todavía un problema —y era aquí donde Jenna demostraba que por más que no le fascinara la idea de que muchas personas murieran por un desastre como aquel, tampoco era como que le importara demasiado:— porque aún si me sacas de acá y solucionamos todo, yo regresaré a esta sala de detención, así que no veo en qué me beneficiaria, al final del día.
El otro detenido empezó a asentir solemnemente con la cabeza. Si no había ganancia, poco se podía hacer. La muchacha se trataba de una bonita paradoja: sus buenas intenciones siempre buscaban torcerse un poco, otorgarles ese toque oscuro que caracterizaba a cada pecador, que daban pequeñas luces de por qué era una reencarnada que continuaba en ese ciclo vicioso de reencarnación, sin aprender de que podría liberarse si tan solo dejaba de manchar su historial. Jenna finalmente se sentó en uno de los bancos de metal pegados a la pared, abrió las piernas y apoyó los codos en cada una de estas. Sus manos colgaron en el aire y su mirada cayó en la periodista que le seguía recordando, ¡y tanto!, a Adam Lou: la persona más benevolente entre toda la comunidad de reencarnados y malditos:— Suerte con esas grietas —selló su implícita oferta con una sonrisa de medio labio.
Jenna se levantó de su lugar y empezó a caminar de derecha a izquierda, colocando las manos en la cintura—. Lo mejor que pueden hacer ahora es transmitir todo eso, mientras más rápido lo hagan, más rápido llegarán otros a encargarse del problema —en su cabeza aparecieron los rostros de Sabriel y Salias, los nigromantes que con el sonido de sus campanas podrían hacer la tarea mucho más fácil—, hasta eso, activa ese instinto de supervivencia, agarra tus cosas y largarte de acá. No vas a querer estar ahí cuando los cráteres se hundan aún más —Jenna no era una experta en el tiempo que quedaba, pero sabía que era poco—, no a menos de que seas algo similar a un nigromante, alguien que manipule el tiempo y espacio o... Oh.
Bendita fuera su naturaleza maldita y volada, porque de lo contrario hubiera descartado la posibilidad de que existiera algo más allá que reencarnados con poderes. Jenna jamás se había caracterizado por ser alguien con visión de túnel. La nueva sonrisa que se plasmó en su rostro tenía un destello de interés y esto era suficiente para que las cartas del juego cambiaran. Aunque no todas, porque la rizada seguía viéndose en esa sala de detención—. Mira, no sé qué truco traes bajo la manga, pero podría ser interesante. No obstante, tenemos todavía un problema —y era aquí donde Jenna demostraba que por más que no le fascinara la idea de que muchas personas murieran por un desastre como aquel, tampoco era como que le importara demasiado:— porque aún si me sacas de acá y solucionamos todo, yo regresaré a esta sala de detención, así que no veo en qué me beneficiaria, al final del día.
El otro detenido empezó a asentir solemnemente con la cabeza. Si no había ganancia, poco se podía hacer. La muchacha se trataba de una bonita paradoja: sus buenas intenciones siempre buscaban torcerse un poco, otorgarles ese toque oscuro que caracterizaba a cada pecador, que daban pequeñas luces de por qué era una reencarnada que continuaba en ese ciclo vicioso de reencarnación, sin aprender de que podría liberarse si tan solo dejaba de manchar su historial. Jenna finalmente se sentó en uno de los bancos de metal pegados a la pared, abrió las piernas y apoyó los codos en cada una de estas. Sus manos colgaron en el aire y su mirada cayó en la periodista que le seguía recordando, ¡y tanto!, a Adam Lou: la persona más benevolente entre toda la comunidad de reencarnados y malditos:— Suerte con esas grietas —selló su implícita oferta con una sonrisa de medio labio.
NathanDrake24 · 26-30, M
Me voy a Spolear yo solo, por tu culpa y lo sabes (?
JB1535635 · F
—No voy a hablar sin mi abogado presente —Jenna desvió la mirada en dirección a la periodista. Una pequeña sonrisa se perfiló en su rostro y Jenna volteó en dirección a otro de los detenidos:— Tienes razón, casi y siento el poder al decir esa frase, algún día la volveré a utilizar, gracias —ella, haciendo buenas migas con otros criminales. Aquel se encogió de hombros y asintió con la cabeza, en un tácito «te lo dije» que la rizada se perdió, porque su atención regresó con la periodista—. ¿Ya se andan haciendo cargo de todo el desastre? —preguntó con curiosidad, esperando que la asociación ya hubiera llegado al lugar para limpiar sus destrozos. Sin embargo, aquella expresión en el rostro de la contraria le indicaba lo contrario. La reencarnada chasqueó los dientes con cierta decepción.
Jenna podría jugar un rato con la periodista, dar vueltas y vueltas en alguna historia inventada hasta que la misma se diera cuenta de lo que estaba haciendo; sin embargo, había algo en su presencia que le parecía familiar. Claro: Adam Lou. Aquella le recordaba al hombre con las mejores intenciones en el mundo y los principios más benevolentes. Al contrario de la creencia popular, jugar con personas así era aburrido. Buscaban ayudarte y volverte a un camino del cual no guardabas anhelo alguno.
La muchacha se volteó y se sentó en el suelo, cruzando las piernas y apoyando las palmas en el suelo—. ¿Qué hay por decir? Había una horda de demonios reuniéndose por ahí y cuando me acerqué por curiosidad, todo se alborotó. Mandé a algunos de nuevo abajo, pero no terminé de sellar todas esas gigantescas grietas por las que estos salían y ahora... —esta vez, la molestia se coló en su tono de voz acusatorio— toda esa gente ignorante que está allí va a ser la bonita presa de estos monstruos —la reencarnada se encogió de hombros en su lugar y, atrás, el otro detenido soltó un grito de apoyo, como si estuviera completamente de acuerdo que un par de manzanas fueran consumidas por oscuridad y demonios.
Jenna soltó una risa seca.
—En fin, ¿tienes toda la información que necesitas, guapa? —en el mejor de los casos, aquella tomaba sus cosas, a su perrito y salía de allí así como, entre líneas, Jenna le recomendaba hacer. En el peor, no le creía y pensaba que estaba jugando con ella. Y ojalá estar haciéndolo, pero por más maldita y aburrida que se encontrara, Bane no le deseaba el mal absoluto a cualquiera solo porque sí. Quizás habían excepciones a esa regla, pero la reencarnada sabía que no era culpa de los mortales comunes y corrientes estar en el lugar y momento menos indicados. Su mirada azul sostuvo la contraria en un silencioso intento para que sus palabras cobraran más peso y honestidad a la percepción de la contraria. «No seas tonta y escúchame» también le pedía conforme enarcaba una de sus cejas con impaciencia. Frustración que se mostró cuando insistió:— ¿Y bien? — ¿Qué vas a hacer?
Jenna podría jugar un rato con la periodista, dar vueltas y vueltas en alguna historia inventada hasta que la misma se diera cuenta de lo que estaba haciendo; sin embargo, había algo en su presencia que le parecía familiar. Claro: Adam Lou. Aquella le recordaba al hombre con las mejores intenciones en el mundo y los principios más benevolentes. Al contrario de la creencia popular, jugar con personas así era aburrido. Buscaban ayudarte y volverte a un camino del cual no guardabas anhelo alguno.
La muchacha se volteó y se sentó en el suelo, cruzando las piernas y apoyando las palmas en el suelo—. ¿Qué hay por decir? Había una horda de demonios reuniéndose por ahí y cuando me acerqué por curiosidad, todo se alborotó. Mandé a algunos de nuevo abajo, pero no terminé de sellar todas esas gigantescas grietas por las que estos salían y ahora... —esta vez, la molestia se coló en su tono de voz acusatorio— toda esa gente ignorante que está allí va a ser la bonita presa de estos monstruos —la reencarnada se encogió de hombros en su lugar y, atrás, el otro detenido soltó un grito de apoyo, como si estuviera completamente de acuerdo que un par de manzanas fueran consumidas por oscuridad y demonios.
Jenna soltó una risa seca.
—En fin, ¿tienes toda la información que necesitas, guapa? —en el mejor de los casos, aquella tomaba sus cosas, a su perrito y salía de allí así como, entre líneas, Jenna le recomendaba hacer. En el peor, no le creía y pensaba que estaba jugando con ella. Y ojalá estar haciéndolo, pero por más maldita y aburrida que se encontrara, Bane no le deseaba el mal absoluto a cualquiera solo porque sí. Quizás habían excepciones a esa regla, pero la reencarnada sabía que no era culpa de los mortales comunes y corrientes estar en el lugar y momento menos indicados. Su mirada azul sostuvo la contraria en un silencioso intento para que sus palabras cobraran más peso y honestidad a la percepción de la contraria. «No seas tonta y escúchame» también le pedía conforme enarcaba una de sus cejas con impaciencia. Frustración que se mostró cuando insistió:— ¿Y bien? — ¿Qué vas a hacer?
JB1535635 · F
─────La sala de detenidos, noche.
Para cuando entendió lo que estaba pasando, se vio obligada a levantar las manos. Las luces la molestaron y entre el aturdimiento del enfrentamiento, las órdenes de las autoridades y el presentimiento que algo peor iba a suceder, Jenna fue capturada. De todas las veces que debió ser capturada, quizás esa era la menos indicada. La rulosa había dejado el trabajo a medio hacer. Estaba claro que los desastres que había dejado a su paso no jugaban a su favor: cráteres en el suelo, grietas de anormal tamaño y autos destrozados. Era todo un crimen, pero uno que, a ojos de la reencarnada, era apenas la punta del iceberg. Cosas peores iban a desatarse. Hacer entender esto a un grupo de policías, sin embargo, era inútil. Todo lo que ellos podían ver eran los destrozos. Bane no los culpaba, pero tampoco era una fanática de esa ignorancia.
Al menos si los periodistas llegaban más rápido a ese desastre y lo transmitían, la asociación llegaría y, con suerte, podrían minimizar el desastre. Mas no desaparecerlo por completo, eso era tarea de la rizada que no tuvo mejor idea que intercambiar uno de sus anillos plateados con un gorro naranja de otro detenido que estaba en la misma sala. Lo más seguro era que este fuera robado; sin embargo, era bonito y era todo lo que a Jenna le importó cuando se lo colocó encima y se acercó hacia los barrotes de esa bonita sala. Asomó su cabeza entre los fríos metales y cruzó una mirada con uno de los guardias:— ¿Y qué pasa si quiero ir al baño? —aburrida. Estaba aburrida y Jenna aburrida era sinónimo a ella buscando a quien molestar o hacer perder sus cabales. El guardia no cambio su rictus, pero ella juró ver un resplandor de molestia en esa mirada. Sonrió, ya casi midiendo la tolerancia del ajeno—. Hablo en serio, ¿me esposan y me llevan? ¿Cómo me bajo los pantalones? ¿O eso también hacen ustedes? Porque, por lo menos, primero un café, ¿no?
Y mientras ella se encontraba ahí, agotando la paciencia de un pobre mortal, afuera, allá donde la rizada había dejado un desastre de grandes proporciones, el suelo tembló. Como si se tratara de un tímido temblor que solo cubrió un radio de tres manzanas. Duró apenas tres segundos, pero fue todo lo que las grietas y cráteres necesitaron para acentuarse más en el pavimento. Las grietas se extendieron. Los cráteres se hundieron más. El tiempo empezó a hacer una cuenta regresiva. Pero esto, por supuesto, pasó desapercibido al ojo ignorante y miedoso a lo desconocido, Es decir, al del mortal promedio.
Pero no al de Bane, que lo sintió ahí en su interior. Sintió cómo cada grieta se abría. Cómo cada cráter se hundía más en la tierra. Desvió la mirada hacia la salida de ese lugar y murmuró:— ¿Qué es lo que hacen que siguen ahí? —porque juró contar cada latido alrededor de ese desastre. Juró sentir cómo estos se transformaban en el catalizador de algo oscuro que empezaba a precipitarse hacia la tierra de los vivos. Ignorantes, idiotas y, ¡para rematar!, sin remedio. Eso era todo lo que Jenna podía decir conforme se sentaba cómodamente en el suelo esperando ya el desenlace de ese desastre o... bueno, cualquier cosa. Por todo lo que le concernía a ella, se podría traer el infierno a la tierra y ella seguiría sentada en ese suelo de esa sala de esa comisaría. Con un bonito gorro naranja, importantísimo resaltar ese detalle, eh.
Para cuando entendió lo que estaba pasando, se vio obligada a levantar las manos. Las luces la molestaron y entre el aturdimiento del enfrentamiento, las órdenes de las autoridades y el presentimiento que algo peor iba a suceder, Jenna fue capturada. De todas las veces que debió ser capturada, quizás esa era la menos indicada. La rulosa había dejado el trabajo a medio hacer. Estaba claro que los desastres que había dejado a su paso no jugaban a su favor: cráteres en el suelo, grietas de anormal tamaño y autos destrozados. Era todo un crimen, pero uno que, a ojos de la reencarnada, era apenas la punta del iceberg. Cosas peores iban a desatarse. Hacer entender esto a un grupo de policías, sin embargo, era inútil. Todo lo que ellos podían ver eran los destrozos. Bane no los culpaba, pero tampoco era una fanática de esa ignorancia.
Al menos si los periodistas llegaban más rápido a ese desastre y lo transmitían, la asociación llegaría y, con suerte, podrían minimizar el desastre. Mas no desaparecerlo por completo, eso era tarea de la rizada que no tuvo mejor idea que intercambiar uno de sus anillos plateados con un gorro naranja de otro detenido que estaba en la misma sala. Lo más seguro era que este fuera robado; sin embargo, era bonito y era todo lo que a Jenna le importó cuando se lo colocó encima y se acercó hacia los barrotes de esa bonita sala. Asomó su cabeza entre los fríos metales y cruzó una mirada con uno de los guardias:— ¿Y qué pasa si quiero ir al baño? —aburrida. Estaba aburrida y Jenna aburrida era sinónimo a ella buscando a quien molestar o hacer perder sus cabales. El guardia no cambio su rictus, pero ella juró ver un resplandor de molestia en esa mirada. Sonrió, ya casi midiendo la tolerancia del ajeno—. Hablo en serio, ¿me esposan y me llevan? ¿Cómo me bajo los pantalones? ¿O eso también hacen ustedes? Porque, por lo menos, primero un café, ¿no?
Y mientras ella se encontraba ahí, agotando la paciencia de un pobre mortal, afuera, allá donde la rizada había dejado un desastre de grandes proporciones, el suelo tembló. Como si se tratara de un tímido temblor que solo cubrió un radio de tres manzanas. Duró apenas tres segundos, pero fue todo lo que las grietas y cráteres necesitaron para acentuarse más en el pavimento. Las grietas se extendieron. Los cráteres se hundieron más. El tiempo empezó a hacer una cuenta regresiva. Pero esto, por supuesto, pasó desapercibido al ojo ignorante y miedoso a lo desconocido, Es decir, al del mortal promedio.
Pero no al de Bane, que lo sintió ahí en su interior. Sintió cómo cada grieta se abría. Cómo cada cráter se hundía más en la tierra. Desvió la mirada hacia la salida de ese lugar y murmuró:— ¿Qué es lo que hacen que siguen ahí? —porque juró contar cada latido alrededor de ese desastre. Juró sentir cómo estos se transformaban en el catalizador de algo oscuro que empezaba a precipitarse hacia la tierra de los vivos. Ignorantes, idiotas y, ¡para rematar!, sin remedio. Eso era todo lo que Jenna podía decir conforme se sentaba cómodamente en el suelo esperando ya el desenlace de ese desastre o... bueno, cualquier cosa. Por todo lo que le concernía a ella, se podría traer el infierno a la tierra y ella seguiría sentada en ese suelo de esa sala de esa comisaría. Con un bonito gorro naranja, importantísimo resaltar ese detalle, eh.
NathanDrake24 · 26-30, M
[media=https://www.youtube.com/watch?v=AIfIbTBjsWM]
Por esto debes ser team_kong, quien se toma en serio a esa lagartija?
Por esto debes ser team_kong, quien se toma en serio a esa lagartija?
ME1576385 · M
Mᥱrrყ Chrιstmᥲs, bᥲbᥱ.
NathanDrake24 · 26-30, M
y con ese intento de maullido, y esos ojitos y su tamaño, es perfecto.
NathanDrake24 · 26-30, M
yo prefiero las aves, por los cuervos, pero los munchkin me recuerdan a mi crush... y no se porque (?
NathanDrake24 · 26-30, M
los que aman a los perros (?
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