C'est si bon, de se dire des mots doux, de petit rien du tout, mais qui en disent long. En voyant notre mine ravie, les passants dans la rue nous envient.
C'est si bon, de guetter dans ses yeux Quand? Ce soir? Demain? La semaine prochain? N'importe quand. Parce que voilà, c'est tell'ment bon!
-Estaría Mirando hacia los dos lados y se daría cuenta que se habría perdido desorientada con frío y hambre vería a un hombre maduro levantaría su mano y le saludaría levemente-
H-hola -Dice mientras mete las manos en su chaqueta- ¿como está?
[code]La platinada rubia beldad de cristalinos verde esmeralda frunció el ceño tensando los labios al ser amenazada, se retrajo casi a punto de disparar su lado más salvaje y exhibir sus finos colmillos en acto ofensivo, pero, a ella siempre le anticipaba ese morbo bajo sus venas rugiendo por un plus de excitación asaltándola, arrastrándola y tirándola otra vez convertida como una marioneta capaz de saltar suicidamente al vacio y todo por esa codiciable inyección de adrenalina.
—Jajajajaja...Usted va a hacerme llorar del miedo.—
Sonrió con ganas y sin problemas veleidosa y gracilmente le extendió su nivea mano, los contornos blandos y aterciopelados de la mujer se estremecían de vez en cuando por las espontáneas risitas, inhalando un poco agobiada el perfume masculino tal como si éste la mareara.
—No lo conozco. ¿Cómo una dama que soy como podría salir con un extraño u ofrecerme como su sacrificio?...Estaría mejor si......
Perfecta, exuberante y encandilante, Cordelia, se adelantó hasta él ostentándose como un instrumento de placer y le enredo en su cuerpo en un abrazo posesivo y celoso, arqueando la cabeza ajena con su zurda sobre su nuca, hundiéndolo castigadoramente sobre su palpitante vena yugular. Presintiendo el "desenlance", obsesionarlo con su dulce aroma delicioso, enloquecerlo como a todos los vampiros y convertirlo en su esclavo y guardián.
—Desea venir conmigo como mi invitado a mi Mansión.—[/code]
Había tenido a estas alturas de su vida que aprender el arte de la manipulación y otros artificios para continuar sobreviviendo. Los escrúpulos y el amor solo embobaban a los seres mortales y estos en resultado eran irremediablemente tan solo débiles depósitos descartables de sangre proliferante.
¿Para que negarse al placer y el goce de los pecados capitales? Tanto monstruos como ángeles iban orientados al mismo acabose sin escapatoria. La traición, la falsedad y el incesto, esto en verdad sí que la hacía vibrar, su potencial perverso adquiría esplendor y gloria entregando a cada quien que se cruce en su camino, cariñosas e inolvidables puñaladas de su reputación.
Su marido bastante o más retorcido que ella la habría elegido por ser una de las primeras pura sangre convirtiéndola en su minoría de edad en madre comprometida a la educación de sus trillizos, a los que degradó con abusivos y promiscuos estigmas martirizándolos hasta la locura pues esa fue la herencia de amor recibida por él, Karlheinz. Obteniendo de ellos más tarde, una respuesta conspirativa para quitarla del medio, liquidándola.
No podía evitarlo, "Él," su recuerdo aún palpitaba aún en este nuevo receptáculo: un cuerpo de niña adolescente donde reencarnaría, Cordelia, la devastadora arpía y objeto de adicción y confrontación entre vampiros, ya que al ser su sangre extraordinariamente dulce aleación de un rey demonio con una vampireza, ella era la utopia.
Ese maldito corazón implantado en un cuerpo mortal era una maleza mordiendo y destruyendo todo el terreno de pureza y bondad de una inocente víctima intentando liberarse.
Tan dueña de encantos, tan malévola procreadora de sacrilegios y carnicerías se regodeaba sin culpa ardiente y obsesionante conquistando y cortejando nuevos títeres para esclavizar y destruir. Su voluntad siniestra era plagar el todo de catástrofe y concretar su sueño, la ejecución de su marido y que en su último aliento le de él esa exclusiva y ansiada muestra de atención.
