Conocía la temperatura de ella por tantas situaciones vividas, lo que si le extrañó fue la actitud altiva y prepotente con la que le trataba. Era común en una súcubo como Liz mantener ese tipo de características egocéntricas y altaneras, pero al menos con Jin no actuaba de esa forma, o eso es lo que él creía hasta ahora. — Por ahí dicen que perro que ladra no muerde. —Atrevidamente y aprovechando la situación, paseó la yema de sus dedos con osadía y provocación por toda la comisura de los labios de la demonio, expectante a su reacción, él era alguien que no se dejaría intimidar por más que se enfrentase a un ser sobrenatural.
Al él tocarle la piel confirmaría que sí, tenía la temperatura elevada, pero no porque estuviera enferma (ni porque pudiera enfermarse), sino que su cuerpo tenía naturalmente una calidez más aumentada de lo normal. Liz dejó que que Jin tocara su frente y cuidadosamente le tomó la muñeca, para bajar su mano y rozar los labios en sus dedos— Estaba guardando espacio para un postre. Dime, Jin, ¿no te enseñaron a no meter la mano en la jaula del lobo?
Acercó la palma de su mano a la frente de la súcubo en modo irónico para saber si tenía fiebre. — ¿Te comiste a un Junky o algo? Andas como delirando con tanta palabrería absurda que dices. — Después se inclinó hacia el rostro de ella tratando de observar el tamaño de las pupilas. — ¿Te cayó mal la cena?
—¿Nunca? Hmph... Yo más bien diría "pronto". Ya lo tengo pensado, me haré un collar con tus dientes, tejeré tu cabello en el mío y usaré esa linda piel para hacerme accesorios a juego. —se llevó el índice al mentón, desviando la mirada al hablar— Sí, suena muy bien.
