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CsR1572531 · M
Su mente se veía obligada a buscar y buscar la pieza faltante, siendo incapaz de mantenerse en calma aún si por fuera luciera de lo más habitual posible, parecía ser que su cabellera alborotada era la representación de su mente, curvas y nudos. Sacudió su cabeza y por un momento sintió la necesidad de peinarse por reflejo, ¿o era porque realmente le alegraba verla ahí aunque su mente le hiciera la mala pasada de ir a medias? Aquello le tomó por sorpresa antes de siquiera proferir palabra alguna, pues su tacto era la evidente señal de que se encontraba a medias y su mente era la culpable, debía despertar ya mismo o lo siguiente que veía venir es que dijera alguna tontería o hiciera incluso algo fuera de lugar.

[b] — Oye, no es verdad. Has sido la que me ha seguido. ¿Esto era parte de tu plan? — [/b]
De pronto se situó justo en el lugar donde ella estaba, ¿por qué? No presto demasiada atención. Sus manos fueron hasta los delicados hombros de Gigi. Como si hubiera la suficiente confianza previa ya existente y palpable entre ellos. Le sonrió de vuelta, elevó su iris de reojo, alguien de sus amigos parecía mirarlo de forma fija.
[b] — Verás, tengo práctica en un rato. Así que, sé que te gusta el plano lunar y, podemos intentar algo de nuevo. — [/b]
Aceptó. Con un pestañeo y una clara referencia a lo que ambos sabían, aún si eso no respondía sus dudas, la joven bruja había hecho su invitación, no iba a negarse estaba sediento, tenía que saber que era esa sensación y porque era así.
[b] — Lo que me lleva a la pregunta dos. ¿En cuáles de todos los escenarios de destreza podré apreciarla señorita misteriosa? — [/b]
Una última y gentil sonrisa apareció, acto seguido le soltó e intentó esconder la mueca de sorpresa para sí mismo. De solo tener el valor de tocarle.
 
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AbigailGrindelwald · 26-30, F
[code][quote=#FFFFFF]Abigail soltó un bufido de desagrado al contemplar las mariposas de luz que revoloteaban en la punta de la varita de su compañera de Beauxbatons y no como manera de desagrado hacia ella, sino porque consideraba que la magia de Beaubatons era demasiado delicada a comparación de la que enseñaban en su escuela. Estaba a punto de sacar su varita para adentrarse también pero fue hasta que escucharon unos pasos acercarse a su ubicación que tomó a la chica francesa de la muñeca y corrió dentro del pasaje secreto sin saber a dónde ir.

Salieron detrás de una montaña que estaba a unos cuantos minutos de la aldea más cercana, Koldovsderevnya. Abigail tomó su varita ahora que tenía oportunidad, e hizo que la punta de esta se iluminara para poder ver lo que les rodeaba. A lo lejos pudo visualizar lo que era un cráneo humano sobre lo que parecía una cruz de madera y un atrapa sueños colgando de este mismo. Grindelwald recordó haber visto eso en un libro de la biblioteca de Koldovstoretz, en un libro de criaturas mágicas y otras creencias. Fue hasta donde estaba su compañera.

— Creo que es un buen momento para que no exista rivalidad entre nosotras como alumnas de diferentes escuelas y estemos juntas. Eso que ves ahí pertenece a la bruja Baba Yaga, y por lo que he leído conforme más nos acercamos a la montaña dónde vive, utilizará varias maneras de protejerse. Incluídas las alucinaciones. ¿Vienes o regresas al castillo? — le preguntó a la chica mientras Abigail con un hechizo hacía un rastro en la nieve y en los árboles para saber por dónde regresar.

[center][/center]

[/quote]
[/code]
IY1573807 · F
[b][center][big]Un pasado que persigue[/big][/center][/b]

[code]Misma rutina de siempre. Era de esperarse cuando no pasaba algo tan interesante entre los pasillos del colegio Koldovstoretz; sin embargo, muchos estudiantes disfrutaban la asistencia a sus clases preferidas, ya fueran pociones, DCAO, herbología, vuelo, muchas otras que tardaríamos en mencionar. Dentro de esas ilusiones se encontraba una pelirroja, Inna, descendiente de uno de los magos más repudiados por Rusia en años antiguos. Iba a su clase de Tranformaciones después de haber recibido otra de tantas detenciones por no querer admitir que una poción de crecimiento de cabello había sido “derramada” sobre una de sus compañeras de la casa Aristov.

La profesora Ibrahioma se encontraba al frente del aula, explicando cómo podrían convertir un simple gusano en un hilo dorado, aburrido. En la mente de Yefímovich siempre se encontraba el deseo de poder aprender algo más que simples encantamientos para mostrarse pasiva ante los demás.

[b]—Por favor, señorita Inna, pase al frente para mostrarle a sus compañeros lo que aprendieron. De algo tiene que servirle ser de mis mejores estudiantes.—[/b] Sin rechistar, el ceño de la pelirroja fue de completa seriedad, obedeciendo a la petición de su profesora para poder caminar a paso firme y subir un pequeño escalón que diferenciaba la altura del profesorado ante los demás alumnos. Sacó su fina varita, apuntando al pequeño y viscoso ser que se retorcía entre varios papeles del escritorio y un simple movimiento de muñeca hizo lo suyo, transformarlo en un brillante y delicado trozo de hilo dorado.

[b]—Excelente, ojalá así de dedicada fuera siempre, señorita Yefímovich. Su familia debería estar orgullosa.— [/b]Aquello hizo que la rusa bajara la mirada, sin siquiera bajar del todo su cabeza. Era claro que esperaban más de ella que de su tatarabuelo, incluso de sus padres, quienes seguían insistiendo en que debían limpiar su nombre. La hora de la clase acabó, por lo que se dirigió a los pasillos con paso apresurado, como si quisiera huir de aquel comentario que la profesora le había dicho.

Varios pensamientos se cruzaron en su cabeza, desde el aventarse de la torre más alta del castillo, hasta perderse entre los bosques de los alrededores para hacerse una con la nieve que dibujaba la blancura del panorama; pero no, lo único que pudo hacer fue entrar a los baños, encerrándose en uno de los cubículos mientras intentaba controlar su respiración tan agitada. Fue entonces cuando escuchó una voz, nada conocida, de un tono extranjero al parecer. Detuvo su respiración unos segundos y tragó algo de saliva para disimular. Asomaba un poco su vista por una pequeña abertura de la puerta del cubículo, solo para poder preguntar a la inesperada invitada.

[c=#660033][b]—Si es que vienes a decirme otro comentario como el de la profesora, te puedes ir.—[/b][/c] Mencionó en un tono algo agitado aún, teniendo todavía su varita en mano, solo por si necesitaba usar algún pequeño hechizo que le ayudara a salir a otro lugar.[/code]
CsR1572531 · M
[center][med]Do you remember When…[/med]

Era un bullicio total entre las palabras de los alumnos que se mezclaban como notas en sus oídos pasajeros por los pasillos. Carcajadas, alaridos, más de miles de emociones en un solo panel para prestar atención a algo importante, su mirada buscaba, buscaba escaparse aunque él estuviera acostumbrado al ruido y la estar en el ojo del huracán de la aclamada y vacía popularidad que cargaba.

Como un hechizo petrificante sintió la mirada de una antigua cómplice en la última luna del mes de ese año.
Recordó el reto, recordó como toda esa diversión se había convertido en una cacería real donde ambos tenían que sobrevivir con la ayuda del otro o perder su humanidad por siempre. Sus facciones se volvieron rígidas y trató de no hacer un gesto turbio debido a la sensación fría y fresca de una culpa que no entendía, buscaba en el baúl de su memoria la pista que se había ocultado por años, aquello que lo hizo temblar por vez primera y despojarse de su fanfarronería infantil.
Estaba ese rostro de porcelana y esa piel brillante a la luz lunar justo en sus narices.
Sonrió a su saludo, ellos se conocían y por un lado también necesitaba indagar más sobre ella, más sobre lo que ambos sabían que eran culpables ¿o no?

[b]— No podías deshacerte de mí por siempre, ¿no?— [/b]Sonó un tanto natural y el dejó de misterio un momento lo soltó porque no la iba a bombardear con su demencia infantil. [b]— El mundo mágico es pequeño para que te ocultes de mí —[/b] Le sonrió como si nunca se hubiesen separado entre el mar de confusión y emociones negativas con la promesa de un secreto que jamás iban a contar.
De pronto se preguntó si alguno de los dos con el nivel mágico que tenían en ese entonces pudo haber utilizado el hechizo <[u][i]Obliviate[/i][/u]> [/center]
AbigailGrindelwald · 26-30, F
[med][b][center]Koldovstoretz, Rusia[/center][/b][/med]

[code]Los estudiantes que representarían a Durmstrang en el torneo de conocimientos de Invierno se encontraban en el vestíbulo principal del castillo medieval. Al no haber conserje en este instituto, los Gytrash; perros fantasmagóricos que se dedican a merodear el castillo a partir de la hora del toque de queda, estaban vigilando que los estudiantes no empezaran a hacer desastres.

— Entonces, ¿cuándo te animaras a entrar a los bosques de Dragen, Grindelwald? Recuerda que se aproxima la Apuesta de los Gigantes.— preguntó un estudiante de la casa Olson a la heredera de uno de los magos más peligrosos que han existido durante la Historia de la Magia.

[b]— Cuando regresemos del torneo, seré la única que regrese viva de esa dichosa apuesta. —[/b] dijo sin titubear. La Apuesta de los Gigantes era uno de los hábitos más temerarios entre los estudiantes de Durmstrang, y este consistía en adentrarse a los bosques que rodeaban a la escuela, encontrar la Colonia de los Gigantes y traer un pelo de gigante. Muy pocos lo han logrado obtener, y quienes triunfan se ganan una gran reputación.

Elof Osborn, el subdirector de Durmstrang junto con dos profesores más, incluido Viktor Krum; quién había tomado el puesto de profesor de vuelo hace dos años, bajaron al vestíbulo y dieron la indicación de irse al barco de Durmstrang.

[sep]

Después de haber finalizado el banquete, los estudiantes de Durmstrang junto con sus profesores fueron conducidos a una de las torres más altas del castillo de Koldovstoretz para que se alojaran. Estaban todos agradecidos en que tendrían una chimenea en el vestíbulo de la torre asignada, pues en Durmstrang el fuego solo se encendía para fines mágicos o iluminación. Abigail junto con el equipo de Quidditch de la escuela, estaban de pie alrededor del profesor Viktor Krum, quienes le explicaba sus tácticas de juego para el torneo contra las demás escuelas. Los jugadores no temían a las demás escuelas, pues tenían a Krum de su lado. La única escuela que podría representar un peligro para ellos era Mahoutokoro, ya que el Quidditch era su materia estrella. Tampoco le temían a estos estudiantes, ya que era sabido que Durmstrang podía jugar duro y de manera sucia hasta conseguir la victoria.

[sep]

Salió de la torre después de que todos se habían ido a dormir, los pasillos del castillo Koldovstoretz eran fríos, lo cuál no representaba un problema porque estaba acostumbrada al frío de su escuela. Había escuchado rumores de que Baba Yaga habitaba a las afueras del castillo, Abigail quería descubrirlo por su propia cuenta y entrar a la famosa choza que se levantaba en dos patas de gallina. La historia de esta famosa bruja asociada a la magia negra decía que si te la encontrabas podía darte una bendición o una maldición.

Después de unos cuantos minutos caminando por los pasillos para dirigirse a la entrada del castillo, escuchó el roce contra la escultura de mármol. Metió su mano en su abrigo para tomar su varita y sacarla por si era necesario atacar. Se trataba de una chica de Beauxbatons, y ante la reverencia puso cara de pocos amigos. Había visto la chica anteriormente cuando los estudiantes de intercambio se encontraban en el vestíbulo para hacer sus presentaciones. Abigail se acomodó nuevamente el abrigo.

— Así es. Yo no preguntaré lo obvio... —dijo, moviendo su cabeza en manera de señalar su abrigo sabiendo a qué escuela pertenecía. — Sino lo que realmente me interesa saber, ¿por qué una estudiante de tan fina escuela como la tuya está despierta y fumando? — sonrió sin más.

[center][/center]
[/code]
AdreyFloyen thinks you are Mysterious.
STs1575382 · F
STs1575382 thinks you are Adventurous.
Aoi1566891 · 26-30, F
Aoi1566891 thinks you are Untidy.