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Con: Dennisse Blackmoon.
En: Bosque a las afueras de Xeivia.
 
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[code]No era una buena señal.
Bendición, o maldición, transformarse frente a ella podría ser contraproducente en muchos sentidos. Desconocía cuál sería su reacción, pero no quería apostar la poca suerte que le quedaba al azaroso destino que siempre ponía en práctica sus medios para hacerle perder.

Su intención no era figurar malagradecido, pero el quedarse daría un motivo al arriesgue de poder atemorizarla.

Su mirada se fija en la puerta de madera que cubre la entrada; su próximo objetivo al que logra llegar a paso dificultuoso Sus párpados comienzan a pesar, y las estocadas en su corazón se marcan continuas. Su mirar se nubla ligeramente dando indicios que su transformación sería consumada prontamente.

Se detiene por un instante y aquea el lomo contrayendo su cuerpo. Sus garras se clavan en el piso de madera, apenas podía retrasar lo inevitable.[/code]
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[code]Un dolor punzante atraviesa su pecho, como si fuese un ataque al corazón, que se estremece.
Se queja en silencio. Sus facciones se tergiversan a un gesto dolorido, pero no es a causa de la anterior herida; él sabe lo que pasaba en las noches de Luna Llena, donde los rayos de la pálida de plata bañan el exterior con un intenso brillo singular. No dice nada, no quiere preocupar más a quien ha perturbado ya en demasía. Después de todo, ¿cómo lo explicaría? ¿Dónde quedaba la razón en decir que, al final, ya no era un lobo completamente?

Dennisse se pone en pie lanzando un gruñido que vibra en su garganta, sin señales de hostilidad. Podía sentir más la preocupación que el dolor inminente que acosa a su fatigado cuerpo.[/code] —No es bueno que esté aquí. Debería irme ya, no puedo quedarme, Ériu.

[code]Casi arrastra su cuerpo a la puerta de salida, no quería perder el conocimiento porque sabía qué seguía después de eso.[/code]

[b][ce
[code]La empatía de la joven era superior a la que creyó tendría. Dennisse, como si de un libro abierto se tratase, leía en sus facciones el sufrimiento que apesadumbraba a Ériu cuando se hacía referencia a la destrucción que propinaban algunas personas a la naturaleza ignorando las consecuencias que repercutirían posteriormente en otros o, incluso, en ellos mismos.

Si bien, le atormentaba aún a la fecha rememorar la fatal noche donde vio caer a todo lo que alguna vez amó, era imposible de cambiar los eventos del pasado que continuaban perdurando la herida en el presente.[/code]

No tienes que disculparte. Espero haber respondido, aunque en mínima parte, tu pregunta.— [code]Sus pulmones, debilitados por el largo viaje, se llenaron de oxígeno que aspira por sus fosas nasales mismo entremezclado con el aroma floral que desprende todo lo que conjuga al bosque.[/code]

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— Lamento si te he hecho entristecer tras pedirte que me contaras. Puedes detenerte si así lo deseas pues creo que te comprendo a la perfección y, cuando dos corazones sufren de lo mismo, no son necesarias las palabras. — Hacía gala de la propiedad con la que estaba aprendiendo a hablar porque sentía que así podía expresar más su pesar.

La tarde estaba cediendo paso a la noche y con eso la guardia dejaría de buscarla hasta la primera hora del amanecer, siendo que le tenían al bosque merced a la unión aún no consumada entre el reino y el páramo. Observar el cielo oscuro a través de una de las ventanas la tranquilizó y así se notó en su postura, más relajada que antes.

— Me parece que la noche arriba. Estamos a salvo bajo su manto. Es lo que siempre decía mi madre.
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Escuchó con atención las memorias de su invitado, imaginando aquellos parajes que tan fielmente describía. Parecía ser una tierra realmente fantástica pero no muy diferente a Xeivia, ¿o es que quizá todos los lugares tenían tanto bellezas como horrores? Probablemente sí, Ériu deseaba desde el fondo de su corazón tener el coraje y valentía para salir de sus tierras y averiguarlo por sí misma.

— ¿La humanidad? — Cuestionó, con un deje de temor en la voz. Los Xeivianos en el pasado habían ocasionado pesares al precioso bosque que habitaba así que podía comprender a medias lo que significaba tener a personas ajenas merodeando, asesinando y robando de la preciosa madre tierra. Esas memorias eran las que la princesa deseaba eliminar con mayor prontitud ya que el dolor que a su corazón le ocasionaban seguía latente. Como si hubiese sido cosa de ayer.
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En realidad, no recuerdo mucho de mis tierras de origen.— [code]Comenzó.[/code] —Fui desterrado hace muchos años atrás. Pero puedo rescatar que allí habitaban muchas criaturas que, en el actual mundo, son sólo mitología. Era un lugar hermoso con ríos de aguas cristalinas y puras. Bosques perdidos donde las bestias habitaban armónicamente y se podían escuchar los cantos de las ninfas aunados a risas.

[code]Sus ojos permanecían en Ériu a la vez que explicaba todo lo que lograba recuperar de entre todos esos recuerdos que creyó perdidos. Pese a que los años no parecían dejar huella ni mella en Dennisse, era más viejo de lo que se podía pensar.[/code]

Claro que, también, tenía su lado negativo. Pantanos fangosos, mares de perdición, ríos de fuego y parajes de silencios infinitos. Sin embargo, la Humanidad, la Nada, casi acaban con mi hogar.

[code]Si bien, el lobo se encontraba algo endeble, podía conversar con la chica.
Ériu... como la Diosa. Es un hermoso nombre.—[code]Responde franco al acercase y echarse en la manta tendida en el suelo.

Deja salir una ronca risa corta por la disculpa de la menor. Y no es que se burlase, le enternece que se avergüence cuando ella es la que está haciendo demasiado por Dennisse.[/code] —No tienes que disculparte, en realidad, has sido muy considerada conmigo. Verdaderamente, te debo una, nadie hubiera sido tan piadoso como tú con un animal salvaje.— [code]Reiteró.[/code]

Estaré bien, no debes angustiarte por mí.

[code]Seguido, asiente con la cabeza en modo de afirmación. Comienza a rememorar lo poco que recuerda de sus tierras de origen tan bastas y, en sus épocas de gloria, prósperas.[/code]

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la dejaba hacer eso.

— ¿Podrías contarme más de tus tierras antes de que se ponga el sol? Tal vez estás cansado pero quisiera oír aunque sea un poco. La noche va a caer pronto, prometo no ser una molestia después.
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— Lamento ofrecerte solamente una manta en el suelo, si fueras humano yo misma cedería mi cama para que descansaras. — Anunció y un ligero color carmín adornó sus mejillas ante la vergüenza pero es que el tamaño del animal seguramente acabaría por romper la base de la cama y de nada acabaría sirviendo. — Espero que te sea suficiente. Si necesitas algo puedes decirme y te tendré todo listo para cuando... Bueno... — Un suspiro resignado interrumpió su diálogo. Sabía que no podía huir de los guardias eternamente, tenía un deber y un nuevo hogar. Antes de volver a hablar ladeo la cabeza, tal como su invitado, y se encogió de hombros. — Para cuando tenga que irme.

Había otra razón que la obliga a a volver y esa era justamente la seguridad del lobo; de permanecer mucho tiempo desaparecida el personal del reino peinaría el bosque entero en su búsqueda y no podía arriesgar la ubicación de tan magnífica bestia. ¿Cómo permitiría que extinguieran al único en su especie? No, su personalidad no
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"Fantasía", Ériu intentó rememorar los mapas que su consejero había intentado que memorizar a pero no tuvo éxito alguno; su ceño se frunció ligeramente debido a la frustración, ¡después de todo sí servían esas tonterías en papel! Él había mencionado que el lugar se encontraba algo lejos y siendo que el continente donde habitaba estaba poblado en su totalidad, la princesa sospechaba que había viajado desde otro lugar en el mundo. Vaya invitado más interesante tenía, y único, por lo que había dicho al final.

— Mi nombre es Ériu Azymondias. — Hizo una pequeña reverencia merced a las costumbres que comenzaba a adoptar. Su sonrisa, dulce y amable, se mostró por un corto período de tiempo antes de que su mirada vivaz se centrara en una silla cercana que pronto alcanzaría para sentarse a cerca de él.

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