— Jamás lo haría... ¿Te lo dije? ¿No?, Eres mía Elif...— Ahora sujetó esa pequeña mano que le acariciaba para acercar sus labios y besarle la palma, era tan dedicado en ese acto que incluso cerró los párpados.
Probó despacio, pero ella detuvo sus movimientos cuando un estremecimiento la sacudió. Desde la noche que estuvieron juntos ella no había podido sacarse de la cabeza el volver a repetirlo, y ese acto trajo a su mente lo bien que podía terminar la situación si tan solo no tuviesen ropa alguna. — Juegas conmigo... — Le acarició una mejilla.
Le dió a probar el café, claramente sintió esos movimientos y correspondió con una fuerte embestida de su cadera hacia arriba, haciéndola brincar un poco. —Esta bastante bien el café, ¿No?— Deslizó su mano libre sobre ese generoso trasero de su amante para dejarla ahí.
Ella obedeció a regañadientes. Subió y se sentó sobre sus muslos, pero astuta esparció la abundante tela de su vestido de sirvienta sobre ellos, ocultando lo que pasaría debajo. Ella se movió despacio, frotándose encima de su pelvis mientras meneaba las caderas. Fingió más interés en el café sin detener el acto. — ¿Qué tal está? —
Sonrió por esa acción y acarició complacido los cabellos de su amante — Ven aquí, preciosa... Bebamos éste café juntos— Le tomó delicadamente del mentón y la levanto de ahí para darle lugar sobre sus ferreas piernas.
Dejó que recibiera ese café, mientras tanto ella descendió hasta que su rostro quedó sobre su ombligo. Dejó un pequeño beso encima, luego aferró la boca a la piel debajo de este y se entretuvo besando la misma en completo silencio.
