El día que se derramó la primera sangre no pintaba para ser un día triste. Al contrario, desde que Elif fue invitada había ruido en todas partes del palacio. Sus aposentos estaban cerca de los del harén por el nivel de seguridad en esa área, pero no tardó en iniciar una guerra con ellas. Se escabullía a sus baúles y robaba sus cosas aunque no las necesitara, ellas robaban sus bocadillos cuando tenían oportunidad, y cuando menos lo esperaban ella les quitaba las toallas, las batas y los jabones en los baños. Los guardias eran seguidores de Elif, se habían ganado la oportunidad de ver correr...
El príncipe palideció, tomó con fuerza la mano de su amada, sintió la muerte soplarle fríamente la nuca— Esto no acaba aquí, Elif— Se aseguró de tomarla bien de la mano y salir corriendo de ahí junto con ella,no iba a dejar que le hicieran algo. No. Él se lo había prometido — No mires hacía atrás,vamos a escapar de esta—Cuando se lo dijo una risa femenina se escuchó a las espaldas de ellos,eso le helo la sangre pero le dió más fuerzas para correr,para incluso llevar a rastras a su amada. Sabía que dejó amarrado a su caballo pero conocía sus capacidades para safarse y aún sintiendo que un espectro los seguía silbó con fuerza,su corcel conocía ese llamado y llegaría a ellos, solo esperaba que no fuese tan.... Tarde.
