El día que se derramó la primera sangre no pintaba para ser un día triste. Al contrario, desde que Elif fue invitada había ruido en todas partes del palacio. Sus aposentos estaban cerca de los del harén por el nivel de seguridad en esa área, pero no tardó en iniciar una guerra con ellas. Se escabullía a sus baúles y robaba sus cosas aunque no las necesitara, ellas robaban sus bocadillos cuando tenían oportunidad, y cuando menos lo esperaban ella les quitaba las toallas, las batas y los jabones en los baños. Los guardias eran seguidores de Elif, se habían ganado la oportunidad de ver correr...
Un par de días transcurrieron luego de esa muerte, Entei dio la orden de mantener a Elif en su habitación, a veces el insomnio se entronaba en la larga noche y el solía velar el sueño de su acompañante. Al amanecer luego del desayuno el príncipe propuso ir de caza a la llanura junto a su prometida y un par de guardias, era una forma de entretenerse de todo ese estado de nervios que los mantenía capturados. — ¿Te gustaría un accesorio de piel, Elif?— Cuestiono deteniendo el andar del caballo que montaba.
