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—Siendo las 9 en punto, la puerta del gato negro se abrió dejando ver la silueta de la rubia. Puntual como ella única, estaba vestida de un impecable blanco invierno, un vestido simple y no tan llamativo. Había tardado más de lo usual en escogerlo ya que nada le convencía y esta vez, quería verse bien.—

¿Está listo el señor Ferdinand? Tal cual como le dije aquí estoy. —Mencionó con una sonrisa de medio labio, un tanto confiada y ansiosa, pues no quiso comer nada antes para poder disfrutar de la cena en compañía del varón.—
 
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SW-User
Conozco el lugar, es el sitio más bonito para comer aquí en el pueblo, tienes buenos gustos, mi querida Diane. Aunque debo confesar que hace años no voy, así que será toda una sorpresa. —¿Qué era aquello que sentía en la boca del estómago? ¿Nervios? ¿Felicidad? Sus mejillas le dolían debido a la sonrisa constante que se colgaba de sus labios y todo era porque estaba con ella, porque la cita era a su lado.

Condujo con precaución, y así como la ayudó a subir, al bajar de la camioneta corrió hacia la puerta de Diane para auxiliarla a bajar.— My lady, hemos llegado al destino. —Utilizando un suave ademán con el brazo, se "enganchó" a ella, entrelazando sus brazos para caminar juntos. Él abrió la puerta para que pasara primero, aunque se detuvo, un mesero se acercó a su compañera, guiándola entre las mesas.—

¿Debo ponerme nervioso? Estoy con la dama más sofisticada de todo el sitio, me siento un bicho raro. —Bromeó ligeramente, sin embargo, había un poco de verdad, ella se veía radian
 
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