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—Siendo las 9 en punto, la puerta del gato negro se abrió dejando ver la silueta de la rubia. Puntual como ella única, estaba vestida de un impecable blanco invierno, un vestido simple y no tan llamativo. Había tardado más de lo usual en escogerlo ya que nada le convencía y esta vez, quería verse bien.—

¿Está listo el señor Ferdinand? Tal cual como le dije aquí estoy. —Mencionó con una sonrisa de medio labio, un tanto confiada y ansiosa, pues no quiso comer nada antes para poder disfrutar de la cena en compañía del varón.—
 
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Salud. —Sonrió, con una naturalidad que no demostraba hace mucho, de manera galante, tomando de su copa sin despegar la mirada de ella. El vino quizá era la única cosa dulce que soportaba, después estaban los helados, nadie se resiste a ellos.—

Ciertamente necesito tu ayuda, todo está más ordenado y el inventario está muy bien organizado, es algo que solo no hubiera logrado, prometo pagarte ahora de verdad. —Hasta ahora solo la "premiaba" con libros y películas ilimitadas de la tienda, pero sabía que necesitaba pagarle como se debía.— No aceptaré un "no" como respuesta.

—Tomó una de las servilletas que estaban elegantemente ordenadas en su mesa, iniciando por doblarla sin sentido aparente.— ¿Qué tal el trabajo? ¿Tus compañeros no son muy pesados? Siempre puedo conseguirte un gas pimienta.
DianeGallagher · 26-30, F
Es bueno que me estés conociendo tan bien, así no te llevas sorpresas. —Agregó también junto con una enorme sonrisa, la velada recién empezaba y ya lo estaba pasando de maravilla.

Dejó que un mesero abriera la botella de vino y tras eso sirvió un poco para ambos, acercando también su copa a la de él para poder brindar. No negaba lo bien que se veía vestido así, elegante, sintiendo una pequeña ansiedad al verlo, pues no podía dejar de sonreír como nunca lo había hecho antes por alguien.—

Un brindis por el mejor vendedor de antigüedades y que tiene los mejores libros de toda Inglaterra. Salud. —Chocó suavemente la copa contra la de él para luego beber un poco, casi solo mojando los labios. Había escogido un vino dulce, aunque no sabía si para él era de su agrado.—

Cuéntame, Ferdinand. ¿Qué tal va el negocio? ¿Aún necesitarás mi ayuda los fines de semana? Tal vez pueda ayudarte con el inventario y esas cosas, tengo buen manejo con los números.
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Cómo olvidar que eres adicta a las cosas dulces. —También le guiñó el ojo, sonriendo de oreja a oreja, mostrando ligeramente su blanca dentadura.

Aunque intercambió unas palabras con su vecina, sus ojos estaban clavados en Diane, notando que de verdad se veía hermosa, reluciente entre todas las personas que estaban en el restaurante. Este pensamiento llevó a su corazón a acelerarse... Bajó un instante la mirada, ya lo presentía desde hacía un par de días, pero estaba llegando al punto en que no podía negar que estaba enganchado con ella.—

Claro que sí, solo un poco. —Las copas ya estaban listas, así que solo las acercó a Diane, cuando los tragos estuvieron listos, tomó el suyo y alzó la copa.— Un brindis, por la mejor detective de todas.
DianeGallagher · 26-30, F
Snob, Fer. —No pudo evitar reír con cierta gracia por la cara de confusión que había hecho el contrario.— Los snob son aquellas personas que imitan a las personas más distinguidas, pero creen que lo hacen bien y pues, no es así.

—Agradeció cuando hizo aquel acto caballeroso para que se sentara, sonriendo mientras tomaba la carta que le habían dejado. Al igual que él pidió una ensalada mixta, una sopa de verduras pero el plato principal lo cambió por una patata rellena (Jacket Potato) además de un té de manzanilla.—

El postre es mi comida favorita del día, Ferd. Ya estás advertido. —Le guiñó el ojo a modo de juego antes de comenzar a reír. Solo por educación saludó a la persona que hablaba con Ferd, de por sí no la reconocían mucho sin el uniforme ni las gafas oscuras que solía usar cuando estaba haciendo rondas callejeras. Se sintió un poco incómoda por como los miraron, pero le restó importancia tras tomar la botella de vino que estaba en la mesa.—

¿Gustas un poco?
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¿"Esnub"? —Replicó equivocadamente, ladeando el rostro debido a la confusión, nunca había escuchado aquel término.— ¿Eso qué significa? ¿Los estás insultando? —Cuestionó en voz baja, sonriendo con interés y haciendo evidente por un momento la brecha generacional entre ambos.

Cortesmente, la ayudó a sentarse, tomando asiendo a su lado, mirando la carta y pidiendo lo más sencillo; una sopa, un poco de carne y ensalada, así era siempre, sencillo y simple.— Recuerda que el postre irá por mi cuenta, pero no lo comeremos aquí, así que guarda un espacio.

—Murmuró aquello como si fuera un secreto muy importante entre ambos, el mesero decidió pasar de largo el comentario e irse por las órdenes. A penas estuvieron solos una señora se acercó a saludarle, teniendo que pausar la conversación con su amiga... Y ahí, entre el ruido de todo y el saludo vacío de su vecina se preguntó si todo aquello estaba bien. Él le llevaba unos 12 años de diferencia y eso se veía... Extraño si estaban solos.—
DianeGallagher · 26-30, F
¿Las sorpresas son entretenidas, no? Al menos a la gran mayoría le gustan. Y claro que tengo buenos gustos, Ferd, sino, no estaríamos aquí tú y yo. —Sonrió con ciertos aires de confianza que usualmente solía tener cuando estaba con él.

Disfrutaba mucho la compañía con él, se podían entender fácilmente y eso era algo difícil de conseguir debido a su carácter y su forma tan reservada que solía tener. Una vez llegaron, tomó del brazo al varón y bajó, sonriendo por aquellas encantadoras palabras, caminando posteriormente hasta la entrada en donde los esperaba el mesero.—

Diane Gallagher y Ferdinand Lund, por favor. —Comentó los nombres de la reserva para que los guiara hasta la mesa que les correspondía, en este caso la rubia había apartado una mesa en la terraza, aquel lugar tan "mágico".—

No exageres Ferd, tampoco es tan así. También te ves muy elegante, nada que envidiarle a los "snob" del lugar. —Susurró aquello último cerca de él, riendo.—
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Conozco el lugar, es el sitio más bonito para comer aquí en el pueblo, tienes buenos gustos, mi querida Diane. Aunque debo confesar que hace años no voy, así que será toda una sorpresa. —¿Qué era aquello que sentía en la boca del estómago? ¿Nervios? ¿Felicidad? Sus mejillas le dolían debido a la sonrisa constante que se colgaba de sus labios y todo era porque estaba con ella, porque la cita era a su lado.

Condujo con precaución, y así como la ayudó a subir, al bajar de la camioneta corrió hacia la puerta de Diane para auxiliarla a bajar.— My lady, hemos llegado al destino. —Utilizando un suave ademán con el brazo, se "enganchó" a ella, entrelazando sus brazos para caminar juntos. Él abrió la puerta para que pasara primero, aunque se detuvo, un mesero se acercó a su compañera, guiándola entre las mesas.—

¿Debo ponerme nervioso? Estoy con la dama más sofisticada de todo el sitio, me siento un bicho raro. —Bromeó ligeramente, sin embargo, había un poco de verdad, ella se veía radian
DianeGallagher · 26-30, F
Me gustan mucho las personas puntuales, sí. —Sonrió de forma sutil, como ella acostumbraba a hacer. Apenas ya estaba listo todo, caminó a paso lento para salir del lugar, escuchándose el sonido de sus tacones sobre el suelo. Realmente lo hacía a propósito, le gustaba mucho como sonaba al caminar.—

La dirección es Calle Chippenham SN14, puedes ponerla en el GPS si te es más sencillo. —Comentó entre risas hasta que se dio cuenta de la camioneta, sonriendo por lo bien cuidada y reluciente que se encontraba, sabía que no podía esperar menos de él.— Digamos que el restaurante es bastante común, pero tiene un lugar muy especial que sé que te va a gustar.

Muy amable, caballero Ferdinand. —Le tomó de la mano con cuidado para apoyarse y así subir a la camioneta, acomodándose en el asiento del copiloto. Inmediatamente se acomodó el cinturón de seguridad.—
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La puntualidad es mi segundo nombre. —Agregó con un aire de orgullo. Se apresuró a bajar las cortinas, puso los candados en las puertas traseras y apagó la luz.

Afuera ya estaba lista su camioneta, la cual, aunque no le dijo, había mandado a lavar, ella también debía estar reluciente y lista para la cita.— ¿Puede indicarme la dirección, madame?

—Jugó con ella, mientras la ayudaba a subir, tomando su mano y claro, tomándose un momento más para detallar lo bien vestida que estaba, se veía bastante elegante y hermosa.—
DianeGallagher · 26-30, F
—El único sonido ambiente fue el de sus tacones al ingresar pero a pesar de la seriedad de su rostro, no pudo evitar sonreír dejando ver su dentadura tras aquellas palabras del varón. Bajó un poco el rostro y se acomodó un par de mechones rebeldes que se habían soltado, dejándolos detrás de su oreja.—

Si sonrío todo el tiempo se perderá esa costumbre de sorpresa cada vez que me ves haciéndolo, ¿No crees?

—Bromeó, sí, lo hizo y además siguió sonriendo aunque de forma reprimida al apretar un poco los labios. Finalmente aclaró un poco la voz para continuar.— Ya deberíamos irnos, las reservas están listas así que podremos llegar en cualquier momento.

—Se quedó mirándolo un poco más, no era común verlo vestido de aquella forma pero prontamente vio hacia el mostrador, esperando a que terminara de cerrar el local.—

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