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Relax time.
 
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Nexialist · 26-30, M
Finalmente se aproxima de nuevo, gusta siempre cortar distancias, sobre todo en el 1 a 1. Esa privacidad es donde más se libera la actitud del demonio por sobre la propia dominancia de John.-

Refrescante. -Recita, había dejado salir el humo en el último respiro y ya quería más, ya deseaba hundirse en el calor del tabaco para luego apagarlo con el frío alcohol.- ¿Por qué crees que estoy aquí? -Directo, ¿por qué seguir con ese juego de sutilezas tan absurdo? Era algo muy humano temerle a las preguntas consecuentes como esas, él demostraba no hacerlo.-

Podrías haber llamado a la policía, ¿sabías que tardan sólo 2 minutos cuando la prioridad de la emergencia es alta? -Arquea una ceja, bebe de nuevo, no puede evitar disfrutarlo con tanta pasividad a pesar de que sus ojos carmesí no dejan de mirar los de ella.-
Nexialist · 26-30, M
Cinnia, ¿"Cin"? -Acortar los nombres o cambiarlos era su forma de recordarlos, no era bueno memorizándolos si no aplicaba esas reglas tan simples. Ya estaba pensando qué decir en el momento que le preguntara, pero no, fue otro tipo de duda la que planteó. Una que lo hizo sentir casi hogareño con respecto a la situación.

Asintió, viéndola ir, no se puso a ojear más, ya había visto suficiente de su hogar pero muy poco de ella, ¿en qué pensará? Tal vez que él es algún tipo de bicho raro, pocos suelen tener una falta hospitalidad tan pacífica con extraños, más si se invitan a pasar sin previo aviso.

Una cerveza, si, la vio venir. Aunque esperaba delicadeza el arroje se sintió tan calmo como ella misma, llegó a tomarla con una mano, se la apegó al pecho y sintió lo helada de la misma, se echó una calada de tabaco, sosteniendo el tubo en la boca mientras la abre, no soltó el humo y empezó a beber. Un suspiro lo revela tan apaciguado.
Cinnia, puedes decirme Cinnia. - Dijo, aún insegura, tal vez pudo ofrecer un nombre falso, pero sospechaba de él y de que ya conociera algo de ella. Prontamente se dirigió hasta la cocina sin previo aviso. - ¿Gustas cerveza?. -Preguntó, pero igual se fue a la cocina sin esperar respuesta. Tomó dos bebidas en lata de la nevera y se regresó a paso calmo hasta donde yacía ese hombre, el cigarro lo sostenía firmemente desde el índice y anular para evitar estropearlo. Esperó además no verlo actuar raro en su poca ausencia, así que le arrojó una de esas latas de cerveza para que bebiera de esta o al menos la disfrutara.
- Le siguió con la mirada aún estando inconforme con ese comportamiento que mostró frente a ella, ¿por qué se inmiscuía en su hogar sin ser invitado? o más bien, ¿cuál era la finalidad de estar ahí?, posiblemente era algún hostigador de su trabajo; de esos nunca faltaban; pensó. Frunció el entrecejo, confundida de lo que él buscaba o quería hacer en su apartamento, le miró expectante y mientras encendí el cigarrillo de ella; inhaló suave de aquel vicio sin apresurase en consumarlo. - Gracias.. - Contestó con sequedad y se encaminó hasta adentro, en la sala de estar; se paseó alrededor de aquel sujeto con cautela y detallando su vestimenta, ese porte ¿exótico?, su voz, y ese aura frívolo, tal vez misterioso.-
Nexialist · 26-30, M
... tampoco se tu nombre. -Torció la cabeza aún enseriado por la circunstancia de desconocerse el uno al otro, ¿por qué estaban en la misma casa? Tal vez pensó que se había metido en la suya propia, tal vez era un ladrón... no, no tenía siquiera un arma.

Aunque pocos deducirían que es un policía con ese aspecto tan oscuro y rebelde, con esos alardes de ropa en un firme azabache. Si, todo un matón a la vista de alguien normal. El sudor en su frente pálida, el resistir este calor y vagar por todo el exterior, la mirada, el tono tan serio de su voz. Casi pareciera querer intimidar, lástima que todo fuera parte de su naturaleza humana.-
Nexialist · 26-30, M
-La dejó ser y pensar sin ninguna complicación, sin tratar de generar una justificación para ese encuentro casual que lo hacían ver como un vil acosador. ¿Quién sería él para atreverse a tanto sino alguien que no comprendía siquiera la privacidad? El tacto irse entre sus dedos opacaba la necesidad de explicar más.

Se introdujo, no dio segundos para pensarlo al moverse hacia la habitación, atravesando el marco de ese ventanal, el sol a contraluz le daba un aspecto sombrío y los ojos carmesí se lucían con esmero al responder.- John, me llamo John. -Afirma, más no sólo asistió sino que pareció tomarse el lugar como suyo. Si, así como él no tuvo reparo en acercarse para encender ese fuego, así como tuvo el descaro de tomar uno para él y prenderlo también, todo sea con tal de degustar el verdadero amargo en su paladar. Que delicioso se le hizo.-

Linda casa, ehm...
-No la ojeó a ella sino al lugar, de hecho, ella fue lo último que alcanzó a mirar aquél invasor.
- Contestó y llevó el cigarrillo entre sus labios, a la espera de ser encendido por su acompañante.-
- No acostumbraba a tener visitas inesperadas en su departamento y muchos menos de seres desconocidos, la única excepción podría ser: un repartidor de pizza. Su mente sembró la duda cuando éste hombre apareció en su balcón; el día estaba soleado, hacia calor y Cinnia recién tomaba un descanso luego de hacer trabajo hogareño. Asimiló ese hecho con calma, quizá hacer un escándalo podría empeorar aquel momento o las intenciones que tenía ese sujeto. Incluso lo observó detenidamente e indagó con su vista hacia sus movimientos en cuanto le ofreció aquel cigarro, ella parpadeó unos segundos algo confusa, y la expresión en su rostro dibujó un matiz que colgaba entre la duda y el rechazo; era evidente que iba a desconfiar, aún así recibió la nicotina entre sus dedos, aplicando cierta torpeza por el nervios que hacían temblar su mano.- No es habitual en mi realmente...pero, me encantaría conocer el nombre de quien asiste ante mi.
Nexialist · 26-30, M
-De hecho, él tampoco sabe cómo llego. Es más, no se puso a pensar en dónde estaba siquiera, como todo demonio, su mente trascendía más allá del entorno y los contextos, él en su alarde de sufrimiento escondido bajo la densa piel de John Smith no correspondió la situación pero si sus actos.

Buscaría en su bolsillo con total quietud, observándola fijamente al oír y revelaría un encendedor en la mano opuesta al porro, uno de acero pero que no se ve lujoso sino barato.

Finalmente le ofrece el "cigarro verde", como si ese tubo de hierba fuera algo más que sólo un vicio, como si fuera una razón para deleitarse y despejarse del estrés finalmente. Susurra, con su voz tan grave y tan seca.- Juntos. Si es que fumas. -Finiquita la frase de ella, oh, tan solitario y aún así busca una actividad tan altruista como compartir un cigarro. -
- Descubrir de dónde vino y cómo apareció aquel hombre frente a ella se tornó su primera interrogante, después de eso se limitó a escuchar y ver desde su perspectiva aquel cigarrillo que ansioso esperaba consumarse en manos de su dueño; mera suposición de ella.- Entonces ya somos dos que estamos por relajarnos.

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