Rol por MP.
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VivianeEyheralde · F
Te extraño chingos porque no tengo con quien burlarme.
VivianeEyheralde · F
Te amo <3
JaceHerondale1552868 · 22-25, M
HAHAHA cállate. Lo había estado esperando(?)
VivianeEyheralde · F
It's beautiful when you find someone that is in love with your mind.
Someone that wants to undress your conscience and make love to your thoughts.
Someone that wants to watch you slowly take down all the walls
you've built up around your mind and let them inside.
Someone that wants to undress your conscience and make love to your thoughts.
Someone that wants to watch you slowly take down all the walls
you've built up around your mind and let them inside.
VivianeEyheralde · F
Con el cigarrillo entre sus dedos índice y medio, acercando la punta de este mientras lo sostenía entre sus labios a la llama del curioso pero divertido encendedor. Una vez encendido, retrocedió. Inhalo el humo, manteniéndolo dentro de su boca para después quitarse el cigarro de la boca mientras llevaba ese mismo humo a sus pulmones para después expulsarlo de su cuerpo.
— Muchas gracias. — le mostró una sonrisa en modo de agradecimiento y se volvió a su lugar.
Viviane volvió a posar la mirada en su libreta para seguir haciendo unas cuantas anotaciones mientras seguía fumando su cigarrillo. Pasando unos minutos, se percató de que no tenía un cenicero al alcance para deshacerse de las cenizas. Miro nuevamente a su izquierda, dónde se encontraba el apuesto hombre que le había encendido su cigarro hace unos minutos. Necesitaba ese cenicero. "Mala idea", pensó. No quería volver a molestarlo, pues el hombre estaba realmente entretenido mirando su teléfono y no quería interrumpirlo nuevamente.
Miró hacia su derecha, había un cenicero frente a un hombre alto, de figura musculosa con los hombros y cuello tatuados. A pesar de aparentar una buena condición física y saludable, pudo deducir que el hombre ya pasaba de los cuarenta y dos años. Usaba un chaleco de cuero con la etiqueta de "President" en el pecho, en la espalda se encontraba una figura de un cráneo usando un casco con alas de ángel y arriba de esta, vio un parche más con la leyenda "Hells Angels". Automáticamente lo reconoció, se trataba del presidente de un club de motociclistas famoso en Inglaterra. "Malísima idea", volvió a pensar. Creyó que era mejor idea volver a molestar al tipo pasado que a este.
Sintió su celular vibrar dentro del abrigo, sacó para verificarlo y se percató de que faltaban 10 minutos para las 00:00 hrs, la hora en la que cerraba el metro.
Sin más, ni menos apagó el cigarrillo que no se había consumido ni a la mitad de su totalidad en la barra de madera, sin que se diera cuenta el señor del bar. Metió el cigarrillo a su caballito de tequila, se levantó de su lugar y salió de aquel lugar.
Iba caminando por las calles de Lambeth a toda prisa, tenía que llegar a la estación de Waterloo en cinco minutos pero la temperatura que comenzaba a descender no la ayudaba mucho. Sintió como se le congelaban las manos y las metió dentro de los bolsillos para que entraran en calor cuando, ¡oh sorpresa! No llevaba consigo la libreta.
— ¡Maldita sea! He olvidado la libreta en ese bar de mala muerte.
Si decidía regresar, con suerte encontraría si libreta en el lugar donde la dejó, o el bartender la tomaría y la guardaría en las cosas extraviadas para que los dueños puedan regresar al día siguiente por ellas. Y, con un poco más de suerte, volvería a ver al hombre que le prestó el encendedor, a Viviane le resultó bastante atractivo. Conseguiría la libreta, ver al apuesto joven y podría pasar la noche en algún hotel hasta el amanecer. O podría olvidarse de aquella tonta libreta, caminar al metro, regresar a casa y al día siguiente, comprar una nueva.
"Pero he escrito tanto en esa libreta como para perderla..." pensó.
Mientras tomaba una decisión, dieron las 00:00 hrs.
— Muchas gracias. — le mostró una sonrisa en modo de agradecimiento y se volvió a su lugar.
Viviane volvió a posar la mirada en su libreta para seguir haciendo unas cuantas anotaciones mientras seguía fumando su cigarrillo. Pasando unos minutos, se percató de que no tenía un cenicero al alcance para deshacerse de las cenizas. Miro nuevamente a su izquierda, dónde se encontraba el apuesto hombre que le había encendido su cigarro hace unos minutos. Necesitaba ese cenicero. "Mala idea", pensó. No quería volver a molestarlo, pues el hombre estaba realmente entretenido mirando su teléfono y no quería interrumpirlo nuevamente.
Miró hacia su derecha, había un cenicero frente a un hombre alto, de figura musculosa con los hombros y cuello tatuados. A pesar de aparentar una buena condición física y saludable, pudo deducir que el hombre ya pasaba de los cuarenta y dos años. Usaba un chaleco de cuero con la etiqueta de "President" en el pecho, en la espalda se encontraba una figura de un cráneo usando un casco con alas de ángel y arriba de esta, vio un parche más con la leyenda "Hells Angels". Automáticamente lo reconoció, se trataba del presidente de un club de motociclistas famoso en Inglaterra. "Malísima idea", volvió a pensar. Creyó que era mejor idea volver a molestar al tipo pasado que a este.
Sintió su celular vibrar dentro del abrigo, sacó para verificarlo y se percató de que faltaban 10 minutos para las 00:00 hrs, la hora en la que cerraba el metro.
Sin más, ni menos apagó el cigarrillo que no se había consumido ni a la mitad de su totalidad en la barra de madera, sin que se diera cuenta el señor del bar. Metió el cigarrillo a su caballito de tequila, se levantó de su lugar y salió de aquel lugar.
Iba caminando por las calles de Lambeth a toda prisa, tenía que llegar a la estación de Waterloo en cinco minutos pero la temperatura que comenzaba a descender no la ayudaba mucho. Sintió como se le congelaban las manos y las metió dentro de los bolsillos para que entraran en calor cuando, ¡oh sorpresa! No llevaba consigo la libreta.
— ¡Maldita sea! He olvidado la libreta en ese bar de mala muerte.
Si decidía regresar, con suerte encontraría si libreta en el lugar donde la dejó, o el bartender la tomaría y la guardaría en las cosas extraviadas para que los dueños puedan regresar al día siguiente por ellas. Y, con un poco más de suerte, volvería a ver al hombre que le prestó el encendedor, a Viviane le resultó bastante atractivo. Conseguiría la libreta, ver al apuesto joven y podría pasar la noche en algún hotel hasta el amanecer. O podría olvidarse de aquella tonta libreta, caminar al metro, regresar a casa y al día siguiente, comprar una nueva.
"Pero he escrito tanto en esa libreta como para perderla..." pensó.
Mientras tomaba una decisión, dieron las 00:00 hrs.
VivianeEyheralde · F
I cannot remember exactly the first time your soul whispered to mine, but I know you woke it. And it has never slept since.
So.. yes. 🎔
So.. yes. 🎔
Muy bien gracias, que hay de ti?
VivianeEyheralde · F
No sé aún cuál es la pregunta a la cual quieres que te diga sí.
| ¿Para eso me pides iniciar? :'v
| ¿Para eso me pides iniciar? :'v
Hola. Qué tal?
VivianeEyheralde · F
Todo el mundo hablaba del libro. Ya no podía pasear tranquilamente por las calles de Londres, no podía ir por una taza de té negro y un banoffee cupcake a Peggy Porschen Cakes en Elbury Street, Londres sin que la reconocieran y exclamaran: "¡Es Viviane, la escritora!". Algunos incluso la seguían durante un rato para atacarla con preguntas sobre aquello que les tormenta: "¿Es cierto que la novela está inspirada en tu vida real amorosa? ¿Tu ex-pareja era realmente un criminal?". Incluso en la cafetería, había clientes que se sentaban con ella a hacerle innumerables preguntas. Incluso, el portero del edificio donde ella vivía, la pescaba saliendo del elevador para preguntarle si habría segunda parte su libro.
Su libro, llamado The Girl in The Bloody Dress; tras dos semanas en las librerías ya prometía llegar a ser el más vendido en el Reino Unido. Tras el famoso bloqueo de escritor que sufrió Viviane después de la muerte de su ex-pareja, volvió a escribir, pero esta vez decidió adentrarse en el mundo de suspenso policiaco. Incluso llegó a leer obras como Los crímenes de la calle Morgue, Estudio en Escarlata, Los perros de Riga y El Estudiante para adentrarse un poco más a este mundo.
El metro se detuvo en la estación Waterloo, que se encontraba en el municipio de Lambeth mientras escuchaba la canción "Gone, gone, gone" de Phillip Phillips. Viviane retiró los audífonos de sus oídos, guardándolos junto con su celular en la pequeña bolsa de su abrigo color vino. Se levantó del asiento dirigiéndose a las puertas del vagón, salió de el en cuanto se abrieron y camino hacia la salida del metro.
Viviane estaba escribiendo la segunda parte de su libro, su agente le pidió por lo menos un adelanto de 3 capítulos como borrador para dentro de dos semanas y como buena escritora, se dedicó a hacer un estudio de lugares; es por eso que viajó al municipio de Lambeth, el segundo más peligroso de todo Londres. Se dirigía al bar The Cavendish Arms, un bar conocido gracias a que criminales iban a apostar jugando pokar, escuchar bandas de rock punk en vivo, intercambiar "mercancía" o simplemente a beber. La calle sobre la que se encontraba dicho par estaba repleta a tantas horas de la noche, habitada por prostitutas vistiendo pequeños vestidos de látex, jóvenes entre 18-22 años bebiendo directamente de una botella de whiskey mientras hacían trucos en sus patinetas, vagabundos husmeando en los botes de basura por algo de comida o incendiándolos para entrar en calor.
Viviane llegó al bar, entró y este estaba decorado con paredes rojas con grandes rosas pintadas en ellas, otras paredes tenían un decorado tipo vintage color negro, la madera del piso era color negro y había montones de sillones color marrón. En el escenario se encontraba una banda de chavos tocando la canción Agent Orange de la banda alemana Sodom.
Visualizo un asiento libre en la barra principal, caminó hacia el mientras gente a su alrededor jugaban cartas, billar, o hacían las típicas "fuerzitas" sobre la mesa. "¿A donde me vine a meter?" pensaba mientras intentaba no dirigirles una mirada de asco o miedo.
Se sentó el en respectivo asiento, pidiéndole al bar tender un caballito de tequila. Sacó su libreta de notas de una bolsa de su abrigo y comenzó a hacer notas sobre el comportamiento de los crimínales que se encontraban ahí.
A Viviane se le antojaba un cigarro mientras tomaba su tequila, buscó su caja de Marlboro en el abrigo, para su suerte estaba ahí y al abrirla, notó que solamente le quedaba uno.
Lo sacó, poniéndoselo en los labios pero se percató de que no cargaba un encendedor.. "Mierda", pensó para sí misma. "Ahora tendré que pedirle prestado uno a alguno de estos rufianes".
A lado de ella se encontraba un hombre de tez blanca, cabello castaño peinado hacia atrás; como si fuera algún modelo rockabilly o algo similar. Era realmente atractivo.
Se percató de que traía un cigarro en los labios mientras revisaba su celular. Ella no quería interrumpirlo, pero no por miedo, más bien por pena. ¿Qué tal si estaba en una conversación íntima con su respectiva novia? ¿O algún otro criminal? Iba a pensar que ella estaba husmeando. Así que sin pensarlo, le tocó el hombro dos veces con su dedo índice para llamar su atención.
– Disculpa, ¿me prestarías tu encendedor? He dejado el mío en casa.
Su libro, llamado The Girl in The Bloody Dress; tras dos semanas en las librerías ya prometía llegar a ser el más vendido en el Reino Unido. Tras el famoso bloqueo de escritor que sufrió Viviane después de la muerte de su ex-pareja, volvió a escribir, pero esta vez decidió adentrarse en el mundo de suspenso policiaco. Incluso llegó a leer obras como Los crímenes de la calle Morgue, Estudio en Escarlata, Los perros de Riga y El Estudiante para adentrarse un poco más a este mundo.
El metro se detuvo en la estación Waterloo, que se encontraba en el municipio de Lambeth mientras escuchaba la canción "Gone, gone, gone" de Phillip Phillips. Viviane retiró los audífonos de sus oídos, guardándolos junto con su celular en la pequeña bolsa de su abrigo color vino. Se levantó del asiento dirigiéndose a las puertas del vagón, salió de el en cuanto se abrieron y camino hacia la salida del metro.
Viviane estaba escribiendo la segunda parte de su libro, su agente le pidió por lo menos un adelanto de 3 capítulos como borrador para dentro de dos semanas y como buena escritora, se dedicó a hacer un estudio de lugares; es por eso que viajó al municipio de Lambeth, el segundo más peligroso de todo Londres. Se dirigía al bar The Cavendish Arms, un bar conocido gracias a que criminales iban a apostar jugando pokar, escuchar bandas de rock punk en vivo, intercambiar "mercancía" o simplemente a beber. La calle sobre la que se encontraba dicho par estaba repleta a tantas horas de la noche, habitada por prostitutas vistiendo pequeños vestidos de látex, jóvenes entre 18-22 años bebiendo directamente de una botella de whiskey mientras hacían trucos en sus patinetas, vagabundos husmeando en los botes de basura por algo de comida o incendiándolos para entrar en calor.
Viviane llegó al bar, entró y este estaba decorado con paredes rojas con grandes rosas pintadas en ellas, otras paredes tenían un decorado tipo vintage color negro, la madera del piso era color negro y había montones de sillones color marrón. En el escenario se encontraba una banda de chavos tocando la canción Agent Orange de la banda alemana Sodom.
Visualizo un asiento libre en la barra principal, caminó hacia el mientras gente a su alrededor jugaban cartas, billar, o hacían las típicas "fuerzitas" sobre la mesa. "¿A donde me vine a meter?" pensaba mientras intentaba no dirigirles una mirada de asco o miedo.
Se sentó el en respectivo asiento, pidiéndole al bar tender un caballito de tequila. Sacó su libreta de notas de una bolsa de su abrigo y comenzó a hacer notas sobre el comportamiento de los crimínales que se encontraban ahí.
A Viviane se le antojaba un cigarro mientras tomaba su tequila, buscó su caja de Marlboro en el abrigo, para su suerte estaba ahí y al abrirla, notó que solamente le quedaba uno.
Lo sacó, poniéndoselo en los labios pero se percató de que no cargaba un encendedor.. "Mierda", pensó para sí misma. "Ahora tendré que pedirle prestado uno a alguno de estos rufianes".
A lado de ella se encontraba un hombre de tez blanca, cabello castaño peinado hacia atrás; como si fuera algún modelo rockabilly o algo similar. Era realmente atractivo.
Se percató de que traía un cigarro en los labios mientras revisaba su celular. Ella no quería interrumpirlo, pero no por miedo, más bien por pena. ¿Qué tal si estaba en una conversación íntima con su respectiva novia? ¿O algún otro criminal? Iba a pensar que ella estaba husmeando. Así que sin pensarlo, le tocó el hombro dos veces con su dedo índice para llamar su atención.
– Disculpa, ¿me prestarías tu encendedor? He dejado el mío en casa.