Rol por MP.
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VivianeEyheralde · F
Con el cigarrillo entre sus dedos índice y medio, acercando la punta de este mientras lo sostenía entre sus labios a la llama del curioso pero divertido encendedor. Una vez encendido, retrocedió. Inhalo el humo, manteniéndolo dentro de su boca para después quitarse el cigarro de la boca mientras llevaba ese mismo humo a sus pulmones para después expulsarlo de su cuerpo.
— Muchas gracias. — le mostró una sonrisa en modo de agradecimiento y se volvió a su lugar.
Viviane volvió a posar la mirada en su libreta para seguir haciendo unas cuantas anotaciones mientras seguía fumando su cigarrillo. Pasando unos minutos, se percató de que no tenía un cenicero al alcance para deshacerse de las cenizas. Miro nuevamente a su izquierda, dónde se encontraba el apuesto hombre que le había encendido su cigarro hace unos minutos. Necesitaba ese cenicero. "Mala idea", pensó. No quería volver a molestarlo, pues el hombre estaba realmente entretenido mirando su teléfono y no quería interrumpirlo nuevamente.
Miró hacia su derecha, había un cenicero frente a un hombre alto, de figura musculosa con los hombros y cuello tatuados. A pesar de aparentar una buena condición física y saludable, pudo deducir que el hombre ya pasaba de los cuarenta y dos años. Usaba un chaleco de cuero con la etiqueta de "President" en el pecho, en la espalda se encontraba una figura de un cráneo usando un casco con alas de ángel y arriba de esta, vio un parche más con la leyenda "Hells Angels". Automáticamente lo reconoció, se trataba del presidente de un club de motociclistas famoso en Inglaterra. "Malísima idea", volvió a pensar. Creyó que era mejor idea volver a molestar al tipo pasado que a este.
Sintió su celular vibrar dentro del abrigo, sacó para verificarlo y se percató de que faltaban 10 minutos para las 00:00 hrs, la hora en la que cerraba el metro.
Sin más, ni menos apagó el cigarrillo que no se había consumido ni a la mitad de su totalidad en la barra de madera, sin que se diera cuenta el señor del bar. Metió el cigarrillo a su caballito de tequila, se levantó de su lugar y salió de aquel lugar.
Iba caminando por las calles de Lambeth a toda prisa, tenía que llegar a la estación de Waterloo en cinco minutos pero la temperatura que comenzaba a descender no la ayudaba mucho. Sintió como se le congelaban las manos y las metió dentro de los bolsillos para que entraran en calor cuando, ¡oh sorpresa! No llevaba consigo la libreta.
— ¡Maldita sea! He olvidado la libreta en ese bar de mala muerte.
Si decidía regresar, con suerte encontraría si libreta en el lugar donde la dejó, o el bartender la tomaría y la guardaría en las cosas extraviadas para que los dueños puedan regresar al día siguiente por ellas. Y, con un poco más de suerte, volvería a ver al hombre que le prestó el encendedor, a Viviane le resultó bastante atractivo. Conseguiría la libreta, ver al apuesto joven y podría pasar la noche en algún hotel hasta el amanecer. O podría olvidarse de aquella tonta libreta, caminar al metro, regresar a casa y al día siguiente, comprar una nueva.
"Pero he escrito tanto en esa libreta como para perderla..." pensó.
Mientras tomaba una decisión, dieron las 00:00 hrs.
— Muchas gracias. — le mostró una sonrisa en modo de agradecimiento y se volvió a su lugar.
Viviane volvió a posar la mirada en su libreta para seguir haciendo unas cuantas anotaciones mientras seguía fumando su cigarrillo. Pasando unos minutos, se percató de que no tenía un cenicero al alcance para deshacerse de las cenizas. Miro nuevamente a su izquierda, dónde se encontraba el apuesto hombre que le había encendido su cigarro hace unos minutos. Necesitaba ese cenicero. "Mala idea", pensó. No quería volver a molestarlo, pues el hombre estaba realmente entretenido mirando su teléfono y no quería interrumpirlo nuevamente.
Miró hacia su derecha, había un cenicero frente a un hombre alto, de figura musculosa con los hombros y cuello tatuados. A pesar de aparentar una buena condición física y saludable, pudo deducir que el hombre ya pasaba de los cuarenta y dos años. Usaba un chaleco de cuero con la etiqueta de "President" en el pecho, en la espalda se encontraba una figura de un cráneo usando un casco con alas de ángel y arriba de esta, vio un parche más con la leyenda "Hells Angels". Automáticamente lo reconoció, se trataba del presidente de un club de motociclistas famoso en Inglaterra. "Malísima idea", volvió a pensar. Creyó que era mejor idea volver a molestar al tipo pasado que a este.
Sintió su celular vibrar dentro del abrigo, sacó para verificarlo y se percató de que faltaban 10 minutos para las 00:00 hrs, la hora en la que cerraba el metro.
Sin más, ni menos apagó el cigarrillo que no se había consumido ni a la mitad de su totalidad en la barra de madera, sin que se diera cuenta el señor del bar. Metió el cigarrillo a su caballito de tequila, se levantó de su lugar y salió de aquel lugar.
Iba caminando por las calles de Lambeth a toda prisa, tenía que llegar a la estación de Waterloo en cinco minutos pero la temperatura que comenzaba a descender no la ayudaba mucho. Sintió como se le congelaban las manos y las metió dentro de los bolsillos para que entraran en calor cuando, ¡oh sorpresa! No llevaba consigo la libreta.
— ¡Maldita sea! He olvidado la libreta en ese bar de mala muerte.
Si decidía regresar, con suerte encontraría si libreta en el lugar donde la dejó, o el bartender la tomaría y la guardaría en las cosas extraviadas para que los dueños puedan regresar al día siguiente por ellas. Y, con un poco más de suerte, volvería a ver al hombre que le prestó el encendedor, a Viviane le resultó bastante atractivo. Conseguiría la libreta, ver al apuesto joven y podría pasar la noche en algún hotel hasta el amanecer. O podría olvidarse de aquella tonta libreta, caminar al metro, regresar a casa y al día siguiente, comprar una nueva.
"Pero he escrito tanto en esa libreta como para perderla..." pensó.
Mientras tomaba una decisión, dieron las 00:00 hrs.