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Ashmedai · 36-40, M
Intentando claramente olvidar las terribles visiones que aquejaron su sueño aquella noche, sintiendo un leve cosquilleo en su antepalma derecha donde se encontraba el símbolo de la Serpiente Negra. A pesar de que ese lugar usualmente le calmaba, el Avatar de Ahriman, quien fuese un campeón axiomático y de la ley si bien oscuro, tenía un presentimiento fugaz. ¿Podría ser posible que aquella noche alguna visita llegaría a su camino?
Ashmedai · 36-40, M
Pasos quietos y silenciosos le llevaron a dejar atrás ese piso superior, y comenzar a descender por una de las torres hasta lo que parecía ser el patio exterior, que era una porción relativamente pequeña del castillo que tenía un gran árbol, y el naciente del manantial que llevaba a las cuevas subterráneas donde la Semilla del Orden existía. Le tomó más de veinte minutos hacer ese recorrido hasta llegar al lugar, y la verdad, además del regazo de su durmiente esposa, aquel era uno de los pocos lugares donde encontraba la paz.
Sabía bien que su destino no era luminoso a pesar del nombre del reino, pero sin duda le llevaría a encontrar el orden en medio del caos. Acuclillándose ante esa naciente de agua, rodeado de hermosas luciérnagas decidió tomar algo de agua entre sus dedos, la luz de la luna reflejando su rostro preocupado en la misma antes de cubrir su faz con esta.
Sabía bien que su destino no era luminoso a pesar del nombre del reino, pero sin duda le llevaría a encontrar el orden en medio del caos. Acuclillándose ante esa naciente de agua, rodeado de hermosas luciérnagas decidió tomar algo de agua entre sus dedos, la luz de la luna reflejando su rostro preocupado en la misma antes de cubrir su faz con esta.
Ashmedai · 36-40, M
Sudando algunas gotas de sudor frío, y ahogando un grito para no horrorizar a su esposa, salió con quietos pasos hacia el balcón de su habitación que estaba en la torre más alta del castillo de Luminous, dándole una quieta mirada a su amada quien dormía plácidamente luego de un día largo. Decidiendo que probablemente le despertaría si continuaba con tanta inquietud en el corazón le dio una última mirada a la luna desde el balcón y decidió ponerse zapatos cómodos para comenzar a salir de la habitación.
Pasando por quietos pasadizos y habitaciones con luces apagadas solamente notó encendida la luz de la antorcha del escriba y sacerdote principal que era sabido de estudiar a altas horas de la noche.
Pasando por quietos pasadizos y habitaciones con luces apagadas solamente notó encendida la luz de la antorcha del escriba y sacerdote principal que era sabido de estudiar a altas horas de la noche.
Ashmedai · 36-40, M
Mientras su piel se ennegrecía y era cubierta por obscuras escamas el miedo se escapó de su pecho convirtiéndose en valor para poder enfrentar a aquella que susurraba. "En medio de la obscuridad de vuestro pecho encontraréis la verdad proferida por el Primer Caído, la Obscuridad Primigenia. Y sin ningún tipo de miedo habréis de sacrificar todo por lo que luchasteis para encontrar el destino que os ha marcado; nada está escrito en piedra, pero la rama más probable ha de ser aquella proferida esta noche. "
Fue en ese instante que sus ojos se cerraron en medio de la noche, y se abrieron de golpe, su vista estaba borrosa momentaneamente mientras reenfocaba la misma notando que sus manos no tenían sangre, ni eran las de un niño.
Fue en ese instante que sus ojos se cerraron en medio de la noche, y se abrieron de golpe, su vista estaba borrosa momentaneamente mientras reenfocaba la misma notando que sus manos no tenían sangre, ni eran las de un niño.
Ashmedai · 36-40, M
La sangre goteaba con suavidad de entre las manos de un muchacho de unos 12 años, de piel pálida y cabellos blancos, sus ojos consternados pero quizá absolutamente absortos parecían observar entre las suaves manos una daga dorada y afilada completamente cubierta por el liquido bermellón. Al tiempo que bajo sus pies se arremolinaba una larga sombra en forma de espiral cuyo rostro fin acababa en la cabeza de una serpiente que parecía ser alimentada por dicha sangre.
Cuando los labios del chico se entreabrieron para hablar, pudo notar entonces que sus labios estaban cocidos de modo bastante brutal, dejando caer la daga quiso gritar pero solo cayó de rodillas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas rojas, y entonces en un ahogado grito notó como la serpiente tomaba forma de una figura de cabellos blancos, encapuchada y ojos tan negros como la noche.
Cuando los labios del chico se entreabrieron para hablar, pudo notar entonces que sus labios estaban cocidos de modo bastante brutal, dejando caer la daga quiso gritar pero solo cayó de rodillas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas rojas, y entonces en un ahogado grito notó como la serpiente tomaba forma de una figura de cabellos blancos, encapuchada y ojos tan negros como la noche.
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