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Ashmedai · 36-40, M
En vez de quedarse en el pueblo habían decidido él y esos dos templaros, acampar en las inmediaciones del bosque cercano a ese pueblo, en medio de un claro del bosque, a un par de kilómetros del enigmático templo en ruinas, que alguna vez le sirvió a un dios monoteísta. En ese instante, frente al fuego, y observando su marca, los dos jóvenes templarios conversaban entre sí, completamente absortos en sus propias palabras mientras bebían y cenaban, pero Ashmedai no se encontraba demasiado hambriento, tenía un presentimiento, de esos que calan en el alma y provocan insomnio, ¿Qué respuestas encontraría la mañana siguiente? ¿O sería aquella noche misma dónde lograse deducir el porqué había llegado allí?
Ashmedai · 36-40, M
Esos pensamientos y más invadían la cabeza del albino quien se encontraba meditativo, habiendo sido enviado a un pequeño pueblo a varios kilómetros de la ciudad de Luminous, en compañìa de dos jóvenes templarios que le asistían en esta nueva aventura. Ashmedai había sido advertido que en las ruinas de un templo antiguo no muy lejos del lugar, el cuál había caído a manos de saqueadores bárbaros que fueron expulsados eones atrás, que algunas cosas sobrenaturales habían estado ocurriendo.
Aquello podría ser fácilmente ignorado, excepto que cuando aquello fue susurrado la marca de una serpiente negra que llevaba en su antepalma derecha, con la cuál había nacido, había comenzado a brillar y doler de modo bastante agudo. Algo que solamente pasaba cuando estaba más cerca de encontrar las respuestas que lo llevarían a su destino. En ese instante justamente se encontraba analizando dicha marca.
Aquello podría ser fácilmente ignorado, excepto que cuando aquello fue susurrado la marca de una serpiente negra que llevaba en su antepalma derecha, con la cuál había nacido, había comenzado a brillar y doler de modo bastante agudo. Algo que solamente pasaba cuando estaba más cerca de encontrar las respuestas que lo llevarían a su destino. En ese instante justamente se encontraba analizando dicha marca.
Ashmedai · 36-40, M
En los primeros años de esa unión el caballero Rubí había sido enviado a diversas partes, alimentado por creencias de los oráculos de Delphos y del templo de Aurochs sobre pistas que podrían llevarlo a su destino, destino que aún no había conseguido entender del todo si bien había estudiado casi toda su vida. Era verdad que la vida mortal era absolutamente corta, aún habiendo leído cientos y cientos de libros por casi diesiocho años no había logrado alcanzar ni una mínima parte de la verdad universal, y el sacerdote principal probablemente moriría de viejo, a sus casi 98 años, antes de entender tan siquiera parte de los secretos del credo que él inició.
Ashmedai · 36-40, M
Los pensamientos de aquel encuentro del pasado eran tan claros que inclusive día a día solía recordar esa primera reunión con su ahora esposa; pacífica, sabia y más experimentada que él en los caminos de ser Ascendido, aquel que llevaba dentro de sí la semilla del Orden no sentía pena alguna de aprender de ella. Él estuvo encerrado entre las blancas paredes del monasterio; y de ese modo se mantuvo hasta cumplir la mayoría de edad, momento en el cuál Rhiannon y Ashmedai fueron unidos por un matrimonio por conveniencia y destino.
Nuevamente era algo que no había pedido, algo a lo que le había costado acostumbrarse, pero al mismo tiempo era algo que ahora agradecía. Habían apenas pasado algunos años desde que el enlace entre ambos se hizo presente, y entonces aprendió muchísimo de aquella de quien era consorte. Su capacidad para liderar era incomparable, mientras que su propia capacidad de conocimiento profundo también había alimentado a su compañera.
Nuevamente era algo que no había pedido, algo a lo que le había costado acostumbrarse, pero al mismo tiempo era algo que ahora agradecía. Habían apenas pasado algunos años desde que el enlace entre ambos se hizo presente, y entonces aprendió muchísimo de aquella de quien era consorte. Su capacidad para liderar era incomparable, mientras que su propia capacidad de conocimiento profundo también había alimentado a su compañera.
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