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— "A este ritmo perderé la cabeza, no estoy acostumbrado a tanta presión social. Si bien se supone que la semilla que llevo dentro de mi pecho debería darme ciertas habilidades más allá de solo mi inteligencia táctica. Me pregunto cuando se manifestará esa tal lengua de plata. "— Susurró para sí mismo masajeando su entrecejo, para así asentir hacia uno de los sirvientes del castillo cuando su roja capa fue ofrecida la cual puso sobre sí con gusto.
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IgnisScientia · 31-35, M
(...) lo suficiente para hacerlo volver a la “civilización”.
Un grupo de “aventureros” que para la vista de Ignis no eran más que imbéciles mercenarios con afiliación gremial. Pensaron que era buena idea robar un par de huevos de Dragon Negro. Grave error. La temeraria bestia ahora amplió su territorio de caza fuera de los pantanos, amenazaba el equilibrio de los bosques y todo a su paso moría. El ecosistema se arruinaría antes siquiera que la bestia llegue a las puertas de Luminous.
Un par de monedas y las conversaciones adecuadas lo llevaron al lugar de un posible comprador. Lamentablemente ni sus dotes de aristocracia fueron suficientes para disuadir al codicioso coleccionista, y lo que empezó con una acalorada discusión acabó con Ignis atravesando una ventana de un segundo piso y cayendo de lleno en el puesto de frutos de una pobre mujer.
—Odio las malditas urbes…
Un grupo de “aventureros” que para la vista de Ignis no eran más que imbéciles mercenarios con afiliación gremial. Pensaron que era buena idea robar un par de huevos de Dragon Negro. Grave error. La temeraria bestia ahora amplió su territorio de caza fuera de los pantanos, amenazaba el equilibrio de los bosques y todo a su paso moría. El ecosistema se arruinaría antes siquiera que la bestia llegue a las puertas de Luminous.
Un par de monedas y las conversaciones adecuadas lo llevaron al lugar de un posible comprador. Lamentablemente ni sus dotes de aristocracia fueron suficientes para disuadir al codicioso coleccionista, y lo que empezó con una acalorada discusión acabó con Ignis atravesando una ventana de un segundo piso y cayendo de lleno en el puesto de frutos de una pobre mujer.
—Odio las malditas urbes…
IgnisScientia · 31-35, M
—Odio las malditas urbes…— Ignis maldecía por lo bajo mientras se ponía de pie de los escombros de aquel puesto en el mercado y se quitaba los restos de puré de frutas de su chaqueta.
Gran parte de su niñez y juventud la había pasado en lugares como el reino de Luminous. Primero como un huérfano, sobreviviendo en los callejones y soportando las miradas de desprecio de aquellos que se consideraban superiores. Fue su maestro quien vio un potencial oculto y le encaminó por la vocación del servicio y la protección reales. Pero lejos de cambiar, las miradas de desprecio pasaron a ser mucho más frecuentes. ¿Quién pensaría que los ricos y nobles podían ser más desagradables que las prostitutas y los bandidos?
Tras la muerte de su mentor y con él el último vestigio de una rama de hechiceros elementales y estudiosos de la magia rúnica conocidos como los hijos de Gaia. Ignis decidió refugiarse en los bosques alejado de territorio humano o élfico. Pero ahora la situación era grave, (...)
Gran parte de su niñez y juventud la había pasado en lugares como el reino de Luminous. Primero como un huérfano, sobreviviendo en los callejones y soportando las miradas de desprecio de aquellos que se consideraban superiores. Fue su maestro quien vio un potencial oculto y le encaminó por la vocación del servicio y la protección reales. Pero lejos de cambiar, las miradas de desprecio pasaron a ser mucho más frecuentes. ¿Quién pensaría que los ricos y nobles podían ser más desagradables que las prostitutas y los bandidos?
Tras la muerte de su mentor y con él el último vestigio de una rama de hechiceros elementales y estudiosos de la magia rúnica conocidos como los hijos de Gaia. Ignis decidió refugiarse en los bosques alejado de territorio humano o élfico. Pero ahora la situación era grave, (...)
Ashmedai · 36-40, M
En ese instante, y moviéndose hacia su ahora ensillado corcel blanco, el caballero de rojos y negros ropajes simplemente decidió saltar y quedar montado sobre el lomo de su fiel y fuerte corcel. Notándose como algunos guardas se apuraban a escoltarle, cosa la cual negó con su cabeza y alzando su mano como deteniéndoles. Realmente ocupaba algo de tiempo para sí mismo, y entonces ya que la tarde caía, el peliblanco simplemente comenzó moverse a lo largo de la ciudad por sobre su caballo, absorto en sus pensamientos, claramente ignorando las miradas y saludos pero no por arrogancia si no meditativo pensamiento. ¿Qué encontraría esa tarde Ashmedai en su escapada por las calles de la gigantesca ciudad de Luminous?
Ashmedai · 36-40, M
— "A este ritmo perderé la cabeza, no estoy acostumbrado a tanta presión social. Si bien se supone que la semilla que llevo dentro de mi pecho debería darme ciertas habilidades más allá de solo mi inteligencia táctica. Me pregunto cuando se manifestará esa tal lengua de plata. "— Susurró para sí mismo masajeando su entrecejo, para así asentir hacia uno de los sirvientes del castillo cuando su roja capa fue ofrecida la cual puso sobre sí con gusto.
Ashmedai · 36-40, M
(...) confiado por los que le criaron. Entonces en ese momento, ya que la última persona pasó con sus audiencias, y un viejo escriba vestido de blanco terminó de llenar un larguísimo papiro con información. El hombre de cabellos blancos, suspiró un poco, sus ojos, uno dorado y otro azul se posaron en los del anciano para así añadir con una voz tranquila.
—"Ya se han acabado las audiencias por el día, si alguien tiene otra cosa que agregar puede pedirle a alguno de los escribas que lo apunte para la siguiente semana, de ese modo podemos revisarlo con el Consejo Real. Por el momento, dígale a la Reina cuando regrese que salí a tomar algo de aire. " —
En ese instante, sin esperar una respuesta casi, el peliblanco decidió aventurarse hacia la salida lejos del salón del trono, pasando por unas escaleras que llevaban a la parte trasera de aquel castillo donde se encontrarían los establos.
—"Ya se han acabado las audiencias por el día, si alguien tiene otra cosa que agregar puede pedirle a alguno de los escribas que lo apunte para la siguiente semana, de ese modo podemos revisarlo con el Consejo Real. Por el momento, dígale a la Reina cuando regrese que salí a tomar algo de aire. " —
En ese instante, sin esperar una respuesta casi, el peliblanco decidió aventurarse hacia la salida lejos del salón del trono, pasando por unas escaleras que llevaban a la parte trasera de aquel castillo donde se encontrarían los establos.
Ashmedai · 36-40, M
Aquella tarde la sabia reina se encontraba ocupada con asuntos diplomáticos, por lo que el albino caballero quien fuese su consorte se encargaría de tomar nota de las audiencias reales, habiendo recibido a algunos ciudadanos con problemas fáciles de resolver con lógica, disputas y alguno que otro noble intentando ganar favor, tomaría nota mental de cada cosa que escuchase, para llevarla al consejo real, y a su esposa, la monarca de Luminous.
Cómo rey consorte sería común que él tuviese casi tanta potestad sobre la ciudad como su esposa la tenía, pero la verdad es que era una responsabilidad que no se encontraba listo para aceptar. Sin tanta práctica en el campo social, prefería jugar el papel de escucha, y consejero, para traer soluciones a los problemas que eran traídos a su mesa, además que si tomaba el papel completo de político, probablemente nunca encontraría en su vida mortal el destino que le aguardaba, uno que no entendía en su totalidad aún, pero uno que le había (...)
Cómo rey consorte sería común que él tuviese casi tanta potestad sobre la ciudad como su esposa la tenía, pero la verdad es que era una responsabilidad que no se encontraba listo para aceptar. Sin tanta práctica en el campo social, prefería jugar el papel de escucha, y consejero, para traer soluciones a los problemas que eran traídos a su mesa, además que si tomaba el papel completo de político, probablemente nunca encontraría en su vida mortal el destino que le aguardaba, uno que no entendía en su totalidad aún, pero uno que le había (...)
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