AraHaanKanBendhiya

Los pasos de Nevan cesaron cuando fue informado de la lluvia. Ese fenómeno atmosférico cambiaba completamente sus planes; mismo que tuvo que recrear mentalmente. Sopesó todas las alternativas que podría tener, y ciertamente, lo mejor sería buscar refugio. Confiaba en su resistencia a enfermedades, pero era innecesario jugar en contra de la dama de la fortuna. Suspiró y, acto seguido, rebuscó entre sus pertenencias por varios segundos. Encontró su objetivo; mismo que tomó entre las yemas de sus dedos. Un pequeño y cristalino caramelo fue llevado hasta su boca.

— Estoy buscando a alguien. —habló rápidamente antes de que su boca comenzara a salivar, continuando con su caminata. Movía el dulce por toda su boca para apaciguar la necesidad de comer. Había tenido en mente comer antes del anochecer dentro de la ciudad, pero ese plan obviamente no podría ser llevado acabo.— ¿Quieres uno? —señaló su boca con la zurda, refiriéndose al caramelo que estaba degustando. Había comprado unos cuantos a un comerciante con el que compartió hoguera en una gélida noche, por ello, no le importaba ofrecer uno.

Su ofrecimiento también estaba destinado en desviar la atención de su estadía en el lugar. Era de las personas que prefería mantener sus objetivos para sí mismo y no estarlos divulgando por todos lados.
Y, aún sin respuesta por parte de la mujer, Nevan escuchó el rechinar de varios dientes. No tenía muy claro de donde provenían, pero sin duda, iban haciéndose más audibles conforme seguían el camino.— Parece que tendremos compañía. —murmuró, quebrando el caramelo entre los dientes.

Sus ojos le siguieron con la mirada, observando como aplazaba la respuesta conforme daba paso a paso hasta acercarse a la orilla. No estaba completamente seguro de que esa agua fuera bebible, pero la dejó ser. Si era una nativa de ahí, sabría más que él y advertirle sería en vano. Por suerte no mostró ninguna clase de disgusto en su rostro, es más, mostró entusiasmo en esa manera de beber el cristalino líquido. Suspiró; entre abriendo los labios para dejar escapar esa pequeña exhalación. Se había preocupado por nada, pero aún así se sentía aliviado. Parecía que conocía más de la zona, pero todo cayó en derrumbe cuando escuchó su respuesta que tenía segundos esperando.

— Al final tendré que caminar más. —para ese momento no le importaba retomar una larga caminata. Su energía había vuelto, pero tendría que tener cuidado. La luz solar estaba por apagarse, y con ello, la Luna reinaría en el firmamento junto con un millar de estrellas. Desvió la mirada y observó hacía atrás; el sendero no se veía peligroso, pero siempre era así. Lugares tranquilos tenían a las peores criaturas merodeándolas.

Devolvió la mirada hacía la mujer y observó esa arma envuelta con sutileza sobre la fina capa de tela. En ese momento habían dos opciones; ella era diestra con el arma o era un objeto que tenía que llevar. En cualquier caso no le servía mantenerse quieto ahí. Suspiró nuevamente y asintió con la cabeza.— La noche está por llegar. Si también necesitas ir a la Ciudad, te recomiendo empezar a moverte. —no esperó mucha respuesta, pues tan pronto como terminó de hablar; comenzó a caminar. Nevan no era conocido por no tener mucho tacto, y ahí, pudo verse notablemente. Aún así, caminaba lento para que pudiera seguirle el paso. Su pequeño orgullo como antiguo príncipe no le permitían dejar a una persona deambulando a solas por la noche. Tenía muy presente los peligros que habitaban a esas horas.

La decepción se reflejó en sus ojos cuando observó aquel enorme lago que lo separaba de su destino. Una inmensa cantidad de agua podía verse hasta donde le alcanzaba la vista. Nadar no era una opción por el largo tramo que existía entre ambas orillas, y así, su mirada se elevó al cielo para ocultar sus orbes ámbar tras los párpados. Una débil brisa le brindó de una grácil caricia que refrescó su cuerpo. El sol estaba totalmente quieto en su sitio, viéndose acompañado de muy pocas nubes que ocultarían sus calientes rayos. Sentía bastante calor, pero ahí estaban las ráfagas de viento que le ayudaban a resistir el impulso por zambullirse en el lago.

Abrió los ojos segundos después, mirando a su alrededor para notar que era la única persona que yacía ahí. El cantar de los pájaros evitaba el silencio que podría provocarse ante la falta de sociedad de ese lado del territorio. No podía hacer más que esperar; aguardar a que uno de los barcos, que podía ver a lo lejos, se acercara lo suficiente para llamar su atención. Se dispuso a resguardarse entre enormes rocas que brindaban una cómoda sombra a sus pies. Tomó asiento sobre la tierra y recargó la espalda sobre la rocosa superficie. A penas había césped en el sitio, pero no le importó. Flexionó ambas piernas y las pegó a su cuerpo, seguidamente los brazos se colocaron sobre las rodillas y terminó reposando el mentón sobre el antebrazo derecho. Lentamente, fue quedándose dormido. Estaba agotado de su caminata, y eso provocó una somnolencia que drenó su atención y lo acunó en un plácido sueño. Un par de horas pasaron, pero despertó de manera abrupta por el quebrar de una rama. Algo había caminado cerca de su ubicación, por ello, se levantó con cuidado para evitar hacer ruido y delatar su posición. Se asomó un poco, observando una silueta humana.— Hey... ¿Sabes cómo cruzar? —cuestionó con la suficiente fuerza para que se escuchara; más empleó un tono tranquilo, intentando no alarmar a la persona que yacía enfrente de él y a varios metros. Era la única que podría ayudarlo, eso si es que sabía responder y no era una viajera como él.

El sol ya estaba por ocultarse y el cielo se tiñó de un tono naranja. Había dormido más de lo que creyó, pero se sentía mucho mejor. El agotamiento mental había desaparecido y sus sentidos habían vuelto en su totalidad.