Cierra sus párpados algunos segundos en los que su juguetona esposa la llena de besitos y lamidas. Luego, le mira mordiéndose el labio con una clara intención.
Movía la lengua jugando con la ajena en ese beso profundo. Nina emite un jadeo como aviso de que necesitaba recuperar el aliento y así, separa un momento sus bocas. Sólo leves centímetros.
— Está bien... Puedes quedarte esta noche. Y la siguiente... y la otra...
Anto paso su mano desde el pecho ajeno hasta tomar su cuello, aprieta suave al inicio. Correspondía esos besos los cuales sus respiraciones se intercambiaban, su lengua atrapó a la de la pelirroja, ya sentía poco a poco calor y deseo por su mujer.
Bajó la guardia, intencionalmente. Los labios de Anto la atrapaban y solo podía corresponder con jadeos bajos, mordiendole el labio en esos sensuales movimientos.
—...
Comenzó a moverse debajo de ella, flexionando las rodillas y arqueando un poco la espalda. No estaba luchando por huir, sólo reaccionaba al calor del momento.
Entre cierra sus ojos observandola, ¿Por qué era tan sexy? a la azabache le encantaba.
- ¿Empecé?
Ya que estaba encima de ella sus labios se acercaron bastante a los contrarios, su mirada ahora era picara y sensual, recorría sus labios y orbes verdosos. La tenía acorralada con sus manos a los lados del rostro de Nina.
- Tu... Empezaste ~
Da un coqueto beso a sus labios ladeando su rostro disfrutando de aquel beso que podía robar el aire de cualquiera por la intensión en la cual lo hacía.
La observó callada, ligeramente sonrojada mientras se acaricia el seno afectado. (?) Era una rusa obstinada si, pero también acataba las reglas así que sonríe de labios cerrados.
No sabía si quería reír o llorar o ambas (?) Se quedó en silencio, le dieron unas ganas enormes de morderla por castigo.
- Nina... ~
Se le acomoda en el pecho y no lo pudo evitar, aquella italiana seria muerde el seno de su esposa sin hacerle daño pero apretando un poco con sus dientes.
