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{ Я люблю вас. В том, что. }
 
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xKaalia · 31-35, F
Sus manos juntas hicieron una mala mezcla por lo que cada uno traía encima, nada que le importase en realidad. De ahí que priorizara el contacto, acercándose para alzarse en puntas y así pasar su lengua sobre los labios ajenos, apenas en un roce sutil, pues lo hizo justo por el costado, dónde la herida resaltaba— Podría, y lo haré. Debería hablarte en ruso todo el tiempo, así se te va pegando más. Además está Moka, ella estará encantada de hablar todo el tiempo su idioma. —volteó por encima del hombro a ver a la niña que manipulaba la masa en un bowl de metal.
Sólo entonces le soltó— ¿Nos echarás una mano? — tomó camino al fregadero dónde limpió sus manos bajo el agua, volviendo con la cría— Pronto los pondremos a hornear. —volteó a mirarle, ahí, con un mandil y una niña haciendo panquecillos de naranja, una escena que jamás pensó vivir, la vida normal que ella misma negó y que hoy no querría abandonar por nada, aún con carencias y dificultades, eso le llenaba.
Andissiel · 26-30, M
A veces hablas dormida, idiota. Se reía con tranquilidad, mientras tomaba sus manos sucias para acariciarlas con las propias, manchadas también pero con aceite y barro, no podía evitar que una sonrisa se dibujará en su cara al compás que se quejaba por el pellizcó. Dudó que no podía repetir aquellas palabras, pues su acento apestaba sin dudarlo, pero de todas formas le gustaba hablarle en ruso, aunque ya tenía pésimas experiencias sobre el tema, así que simplemente se mantuvo aletargado en esa sonrisa levemente torcida. Podrías enseñarme un poco más ¿No?
xKaalia · 31-35, F
Había tensado las cejas, el silencio se había postergado por demasiado; sólo estaba ahí, mirándole fijamente tras llamarla, hasta que él habló al fin, arrancándole la sorpresa desde lo más recóndito ante sus palabras, no, ante el idioma empleado— .... Я тоже тебя люблю. —disimuló una risilla, no burlona, más bien dulzona, a veces eran así de impredecibles ambos, y ese aire cálido en Andi le alimentaba el pecho de un sentir vibrante como la primera vez que se dijeron: Te Amo. Tenía las manos ocupadas con masa, preparación para la cena, pero ésto no evitó que dejara todo de lado para acercarse a él, tomándolo del rostro sin importarle mancharlo con sus manos— ¿Quién te está enseñando tan bien ruso, eh? —le pellizcó, iba jugando en todo momento. Mientras atrás Moka miraba con las manos llenas de masa por igual, tan sólo observándolos.

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