Se interrumpió, mientras le dejaría llevar las galletas. Todavía provocativo, dejo una especie de risilla mientras tomaba el carro del super y lo arrancaba hacía la sección de mascotas.
Lo importante ahora...vi un collar con púas para Café...
Claro que valdrá la pena. Asumió con impetuosa seguridad. Andi estaba firme en su lugar; Un ladrón dando cátedra de como vivir, la ironía máxima para muchos pero Kaalia sabía a que se refería, ese impulso primigenio de intentar hacer de alguien que estimas el mundo un poco mejor. Es un sentimiento básico que recorría el cuerpo de Andi, también su mente una vez limpia del sudor de las drogas, de las malas vidas y de las malas compañías. Aseguro ante ella, su secreto al decirlo no hizo más que incitar a la cercanía, el pandillero se acerco a Kaalia y le aseguró mientras se ponía a su lado.
No dudo en acercarse, arrinconarla contra las bebidas, haciéndolas temblar con absoluto cuidado sin dejar caer ninguna pero si generando esa tenue vibración. Andi se mostró juguetón como siempre, besando con suavidad sus labios, elevando su diestra para depositar ahí una pequeña muestra de cariño.
Confía en mi, confiaste en mi cuando estaba peor y podrás hacerlo ahora...
finalmente cedió tras unos minutos, acurrucándose con ella cuando la escuchó gimotear "No es a mi, no es a mi a quién llamó así" Se repitió para disipar el tormento.
Así, relamió sus labios y valiéndose de su cercanía es que se apegó a él, dócil, absurdamente dócil— Le ayudaremos a tener una mejor vida, y todo valdrá la pena ¿cierto? —dijo muy bajo, muy en secreto. Y muy pronto se apartó con un gran respiro de por medio, recuperándose— Llevaré las galletas. —dijo casi con gracia, admitiendo que sí, las llevaría sólo por la cría.
ante una simple niña. Siempre aceptó su vulnerabilidad con Andi, lo supo cuando en sus días se volvió necesario, cuando aferrarse a él en la oscuridad de su cama le traía calma, remanso y bienestar, cuando con él descubrió lo que era capaz de dar por alguien más, cuando supo que no era una simple arma, que ahí adentro había algo más. Pero era diferente, porque al menos sabía que él estaba roto en los cimientos, tanto como ella, que eran un par de serpientes leales al dolor de la otra. Ahí cerraba su mundo actual, que entrase alguien más le era antinatural, innecesario, aún le era ajeno el sentido de interacción y afecto con terceros.
Por ello al escucharlo se sintió lejana, dispersa "La querrás como si fuese tu hija" Le cayó pesado, tanto como para oprimir su pecho en un vago recuerdo; Moka le llamó "Mamá" en sueños cuando ésta dormía a su costado. Kaalia fue tan renuente que tembló en aquella ocasión y se alejó tanto como pudo, casi como si la cría le provocase ardor, aunque(...
El hombre apenas y los miró, pasando de largo. Ella terminó de recoger lo que al piso había tirado y muy pronto se halló inmóvil, escuchándolo hablar de sus debilidades con semejante liviandad... Algo que sólo a él le permitía sin tirarse a los golpes, aunque sí que se ofuscó en sus adentros, pero también le hizo mella en una fibra muy sensible... ¿Humanos? Los recuerdos se volcaron con soberana intensidad, llegando a calar sus huesos. El cabello blanco, los ojos contraídos en una mirada lejana a la humanidad... Ese era el otro Andi. Un secreto que compartía con él y que mantenían lejos casi como un tema olvidado. Le fue increíble el simple hecho de caer en cuenta de algo: Andi era quizá mucho más humano que ella muy a pesar de su naturaleza, una ironía, pues fue él quien eligió salvar a la cría, la culpable de sus cavilaciones ahora, la culpable de hacerla rozar esa humanidad que le fue desterrada con dolor y sudor en tiempo pasado ¿habría pasado por tanto para ahora ser débil (...
A ti te enseñaron a no hacer esas cuestiones, yo ya te he dicho lo que pienso de eso... -Se hizo el idiota al pasar aquel señor, usaba su mano para adentrar las petacas dentro de su ropa. Esconder paquetes de cigarros entre los bolsillos de su pantalón y demás cuestiones, más le importaba hablar con ella- No importa cuanto intentes pulirte, finalmente eres una humana como yo, bueno, quizás no tan idiota, pero humana en fin. -Diría con cuidado, mientras alzaba sus ojos hasta acercarse a Kaalia para susurrarle- Te encariñaras, la querrás como si fuese tu hija, pero por eso mismo entenderás que es mejor que esté con su familia y no con un drogadicto evangelista y una asesina del este ¿Sí?
Siguió camino hasta detenerse dónde él, no había advertido lo que él haría, mucho menos en su estado disperso, esa clase de vulnerabilidades siempre le ponían tensa, aún le costaba desprenderse de lo que le fue inculcado en la organización: No ceder a emociones tan básicas como esa, el apego. A veces le era imposible aterrizar en que ya no era quien solía ser en Rusia. Así, frunció un poco las cejas al verle señalar, comprendiendo muy pronto la razón— ... No es eso... —musitó, vacilando. Aparentando normalidad mientras él tomaba las petacas— Sólo pienso en que es una niña y eso le gusta a los niños, dulces, galletas, todo eso. —había media verdad en lo que decía, así que antes de que él lo dijera, ella misma admitió— No esperaba encariñarme con Café, y mira... No podría vivir sin él ahora. Sólo no quiero que pase lo mismo con ella, no debe pasar. —un hombre mayor pasó por un costado de ellos, y ella fingió para despistar tirar algunas bolsas de botanas que estaban a un costado.
Podemos también. -Dijo con cuidado mientras caminaba hacía el licor de oferta. Tomo dos botellas de gin de media marca que fue apoyando dentro del carro, señalaría a Kaida que se pusiera de lado para tapar como tomaba varías pequeñas petacas de mano de whisky escocés de mediana calidad y las metía dentro de su chaqueta en sus bolsillos, parecía que solo robaba por el gusto de hacerlo pero la verdad es que no podían darse el lujo de pagar tanto- No hay nada de malo que sientas cariño por ella ¿Lo sabes, no?
— Mejor sigamos buscando el alcohol. —evadió de lleno lo evidente, dejando la caja en su sitio para seguir andando con el carrito como si nada, aunque seguro sería sumamente obvia, sobre todo ante quien le conocía casi como a si mismo.
