—Harás bien en recordarlo porque a la próxima iré tras de quien te dañó y de ti...
Todos sufrirán bajo mi ira. — Respondió con una sonrisa terrorificamente amable. Tomó su móvil, haría la llamada al doctor para que atendiese a su compañero lo más pronto posible.

—No estoy reprochando nada... Soy idiota pero no llego a tanto. Solo digo que esas mujeres cargaban troncos de cien kilos y vivían hasta los noventa años... No se puede pasar por alto su sabiduría. — Soltó una pequeña risa incluso ahora que sentía como si la cama le diera vueltas. Seguramente debido a la pérdida de sangre que había parado hace poco.

Hubo un pequeño silencio en la habitación mientras Alexei miraba fijo al techo para calmar el mareo. Fue ahí que con voz seria y sincera se disculpó, quizá por decima o doceava vez.

— Lo siento en verdad... Aun no me acostumbro a que haya alguien que se preocupe por mí... Fui tonto, y orgulloso. Debo empezar a recordar que hay alguien esperándome al volver a casa.

Convirtiéndose en muletilla se preparó para guiar al ruso hasta su cama, una odisea teniendo en cuenta que su estado era bastante precario debido al daño infringido. Se encargaría más tarde de esos idiotas y de paso pagaría con la misma moneda a su compañero yendo ella misma clamando venganza en nombre de ambos. Lo dejó sano... bueno, sano no, lo dejó a salvo en su cama.
—Hoy no tomaré en cuenta a la Baba, hoy harás lo que cualquier mortal: tendrás revisión médica.
Pobre de ti que me repliques, no estás en posición... — Le recordó amablemente.

— Creo que la cama sería mejor... Solo, ten cuidado ¿Sí? Lo último que deseo es que tú también te hagas daño — Andreí rodeó los hombros de su amada del lado opuesto a su herida, y luego de tomar un poco de aire y asentir brevemente con la cabeza, se puso de pie con un marcado gemido de dolor. —Mierda...! — Maldijo sin disimulo mientras se apoyó de ella hasta llegar al dormitorio. Al llegar a la cama se dejó caer sentado en el borde y luego terminó medio recostado, aun con los pies en el suelo.

—Suena peor de lo que es... Con la receta de la Baba apuesto a que yo te estaría cargando a ti...~

Entreabrió sus labios preparándose a responder pero el destino estaba jugando a su favor y puso en su lugar al ruso quien se erguía dispuesto a dejar el cuarto de baño pero un dolor localizado le impidió hacerlo provocando una sonrisa ladina en la joven, más al ver el gesto ajeno que hacía alusión a cerrar un ziper en su boca.
—Hiciste lo correcto. Ahora, ¿te llevo a la cama o prefieres permanecer aquí?

— Odio a los matasanos... Por favor Zhar, he hecho ésto un millón de veces, estoy bie..— Se levantó del inodoro donde estaba sentado, pero un agudo dolor punzante le devolvió a su lugar. Aún si no era necesario, Alexei tomó aquello como parte de su castigo por haber dejado a Zhara fuera de sus planes. El mismo se llevó la mano a los labios e hizo la mímica de cerrar una cremallera a lo largo de su boca. Era definitivo, la palabra de la francesa era ley.

No era momento de reclamos sin embargo tenía suficientes motivos que justificaban su sentir actual. Por el momento haría tregua pero una vez recuperado le haría pagar intereses sobre intereses.
Vodka y analgésicos, el cóctel idóneo más no el elegido, sufriría desde ya por su mala decisión.
—No. Llamaré al doctor Schneider, él se hará cargo de ti... — Sentenció.

Jadeó un poco con la respiración algo acelerada por el dolor. Estaba fuera de peligro, pero no había tomado nada para el dolor. Ahora sumado a eso, tenía a Zhara furiosa y por una buena razón. —¡V-Vale, lo siento! Ya dejamos bien claro que fui un idiota... No tienes que repetir lo mismo que yo como venganza.

Podía soportar que estuviera enfadada y el dolor siempre fue parte de su día a día. Pero imaginarla a ella sola en una situación parecída era insoportable de pensar para Alexei.

— Ya hice la sutura y desinfecte... Solo hace falta la vieja receta de la Baba: Analgésicos y Vodka. — Parecía broma cuando lo dijo, pero aquel remedio le sacó de situaciones mucho peores.

Era un milagro que el ruso siguiera tan fresco de pie y sus conjeturas no tardaron en volverse realidad cuando el mismo se sentó por el peso de las heridas y la pelea en general. Debía curarlo y hacer que permaneciera en reposo.
—¡Felicidades! Vaya sorpresa la que me has dado. Al próximo trabajo yo también iré sola para no molestarte. Por algo somos compañeros, Vory. Ahora... hay que curar esas heridas.

—Yo... — Trató de mantenerse la postura mientras estaba de pie en el baño. Pero terminó por sentarse en el excusado. Tenía unas cuantas gotas de sudor en la cara y estaba un poco pálido, es decir más de lo normal. —Porque parecía sencillo y rápido... Pensé que podría hacerlo sin tener que molestarte. Y así podía darte una sorpresa... — Soltó un suspiro mientras río una vez con esa voz grave heredada del idioma. — "No llevas un cuchillo a un tiroteo"... Al parecer uno de ellos no conoce ese refrán.. Ja ja ja.