—Entiendo... No es fácil de aceptar. Incluso a mi me costó trabajo hacerlo—.

Terminó por encogerse de hombros, tomó los zapatos de Aless y se alejó un poco de él incluso le dió la espalda, mientras colocaba los zapatos en la banqueta y se ponía de cuclillas frente a ellos. Comenzó a susurrar algo en un idioma totalmente desconocido y a mover los dedos de su diestra con suavidad, el rastro de sangre poco a poco iba desapareciendo hasta dejar los zapatos como nuevos. Los tomó volviendo con el azabache.

—Como nuevos. Te verás muy bien—.

—No me acostumbro, personalmente me parece más coherente de que todo esto sea producto de mi alucinaciones por las drogas. Pero adelante.

Se quita los zapatos para ofrecerlos, quedando él sentado sobre una banqueta. De todo su traje sólo los zapatos fueron manchados. Culpa suya por querer ponerles los pies encima.

—Dámelos. Haré maravillas con ellos ¿Lo olvidas? Rubia con un toque de magia—. Se encogió de hombros.

—Sí, pero... De verdad ocupaba salir presentable hoy, no me dará tiempo.

—Tienen arreglo, sólo es un poco de sangre—.