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GenesisMagnusAeternum · 46-50, M
La noche engulle el tardío sol, privando ese desdichado pueblo del único halo divino que los separaba de las ominosas garras de las fieras que llegan con la bruma morada y las sombras nocturnas.
Lo más cómico es el licor que invade la sangre de ese par de ebrios en la taberna, tan maltrechos ya están que ignoran los peligros que les acechan de aquí hasta que él alba rayara al siguiente día. Pero ellos están plácidamente cómodos a sabiendas que ahora tendrá que deambular por "el sendero de las presas" o tal vez, su júbilo ni les deje recordar eso.
—Evidentemente la noche los trae.
Pero él intuye algo más cuando logra sentir el resonar inconfundible de su corrupta mana con la de un recién arribo al pueblo, siente como su esencia energética se excita. Supo presentir a la distancia la aparicion de su aliada. También pudo leer su afectado estado emocional debido los matices turbios que toma el valirium en presencia de fuertes tribulaciones mentales.
—Así que ya los vio.
—Discilpe, ¿me dijo algo? —repuso el cantinero al oír hablar al rubio–.
—En lo absoluto. —Luego mermo su tono de voz a murmullos, mientras continuaba la deducción—. Así qué, sienten la vitalidad de la gente, eso los atrae, pero, ¿porqué a ella y no a mi? La única opción sería...
Giró su cabeza, sin desacomodarse de la barra.
—Ahí viene.
En un instante la hermosa fémina atravesó las puertas danzantes del sitio adentrándose de forma alterada. Él La miro de reojo mientras dibujaba en sus lascivos labios húmedos y carnosos una sonrisa ladina, maliciosa, burlesca.
—Sabes que esa puerta no va detener a eso que viene detrás de ti. Me sorprende lo que a veces haces por temor, siendo siendo tu la encarnación de uno mal idéntico.
Bebió otro trago de cerveza, dejo que su fauces se llenaran hasta el colmo de tan soberbio sabor. Seria una lástima que un licor tan exótico desapareciera de la faz del mundo por culpa de esas criaturas.
—Bien. Hora de trabajar. —Se levantó de la barra con una tranquilidad y lentitud estresantes para el prójimo—. No debo de tomarme mucho tiempo aquí.
De su bolsillo sacó un par de monedas de plata y se las tiró al cantinero.
—Otro día, quisiera venir a beber más cerveza aquí. Así que no salgas esta noche, no hasta que el sol de la mañana desvanezca la amenaza de esas criaturas. Nosotros nos encargaremos del resto.
Observó fijamente a su primogénita, penetrando en su Alma con la mirada de alguien que escruta sin escrúpulos en el trasfondo de la gente.
—¿por qué temes? Llevas mi sangre en tus venas, y en cada ápice de tu cuerpo, la energía maldita de las fieras bestias que habitan el los inframundos. —Llevó la mano zurda al interior del abrigo, de allí extrajo una gran pistola negra cuya apariencia se asemeja bastante al de una gran Desert Eagle. La elevó hasta la altura de su cabeza, apuntando con esta hacia el techo, retiro el seguro con solo estirar un dedo para mover el clip. Estuvo lista—. Preparate, niña.
Salió del acogedor bar. Caminando unos metros por delante de la puerta. Se plantó justo en medio de la entierrada calle. Podía notarse a ese momento, un aumento considerable del miasma morado que vaga en el pueblo, por lo menos en esa estrecha vía enmarcada por viejas casas de palo y piedra que, enfiladas una al lado de otra, generan una amplia calle destapada en medio. Observaba Lo que podía a sus periferias. Estaba seguro que "eso" ya estaba ahí. En cualquier momento saldría.
—Cuidame la espalda, Alessana.
GenesisMagnusAeternum · 46-50, M
Apurale, porcelanita.
GenesisMagnusAeternum · 46-50, M
(...)
—Correcto. Es como si.
Génesis no lo deja terminar la plabra. Prefiere completar el discurso con tan básica conclusión.
—Cómo sí se alimentarán de la vida joven, de la vitalidad.
—Es terrible como sucede todo. A veces, escucho un fuerte ruido, parecen golpes al aire producidos por un gran abanico, se escuchan gruñidos y luego nada.
—Así que también hay voladores.
—¿Voladores?
—El ruido de abanico son sus alas.
En algún momento de la conversa habría volteado su cabeza de reojo mirando hacia la puerta, justo en el momento en que las sombras asoman al horizonte acompañando a la escabrosa luna de tamaño colosal en su entereza, luminosa como nunca y rodeada de soledad, como si en su silencio guardara luto por las vestias que salen cuando ella hace su pasarela. La mirada de génesis no es por la noche que se acerca, o bueno, no solo por eso, también sintió hace rato algo familiar, su energía le permitió sentir algo que forma parte de él en el pueblo, en una zona bastante cercana. El "Valirium" en ella le aviso de su presencia, de su ubicación, posiblemente ella gracias a la cercanía también lo sienta, lo hallé. Con la mirada puesta en esa puerta, la espera ver pasar en cualquier momento.
—Correcto. Es como si.
Génesis no lo deja terminar la plabra. Prefiere completar el discurso con tan básica conclusión.
—Cómo sí se alimentarán de la vida joven, de la vitalidad.
—Es terrible como sucede todo. A veces, escucho un fuerte ruido, parecen golpes al aire producidos por un gran abanico, se escuchan gruñidos y luego nada.
—Así que también hay voladores.
—¿Voladores?
—El ruido de abanico son sus alas.
En algún momento de la conversa habría volteado su cabeza de reojo mirando hacia la puerta, justo en el momento en que las sombras asoman al horizonte acompañando a la escabrosa luna de tamaño colosal en su entereza, luminosa como nunca y rodeada de soledad, como si en su silencio guardara luto por las vestias que salen cuando ella hace su pasarela. La mirada de génesis no es por la noche que se acerca, o bueno, no solo por eso, también sintió hace rato algo familiar, su energía le permitió sentir algo que forma parte de él en el pueblo, en una zona bastante cercana. El "Valirium" en ella le aviso de su presencia, de su ubicación, posiblemente ella gracias a la cercanía también lo sienta, lo hallé. Con la mirada puesta en esa puerta, la espera ver pasar en cualquier momento.
GenesisMagnusAeternum · 46-50, M
Esencias profanas, corruptas se encargaron del infausto del asentamiento. El ginete galopa suavemente sobre las calles enpolvadas y solitarias llevando consigo el desolador sonido del trote que se pierde en el mutismo del lugar que ya parace más una necrópolis por su silencio y calma de muerte. En el tardío día, casi asomando la noche a un par de horas, el resplandor naranja acecha desde las montañas del horizonte como el ojo endiablado de una criatura que todo lo ve, todo lo sabe pero nada hace ante la desgracia que se cierne sobre dichas civilizaciones envueltas en esa terrible aura Violeta errante por calles, plazas y callejones. Al parecer dicho veneno no solo ha traído enfermedad a las personas más delicadas de salud, sino que se reporta un creciente temor a raiz del supuesto avistamiento de criaturas de especie no terrenal las cuales asolan en ocasiones durante las noches oscuras o los días más solitarios despedazando víctimas o desapareciendolas tras rastros de sangre y violencia. Es por eso que la mayoría del comercio yace cerrado, aunque no todo. Pocas son las personas envalentonadas que circulan por aquellas sendas de peligro voraz e inminente que les acecha en todo momento.
El ginete rubio trató de mantenerse alejado de la colorida neblina tóxica, mantiendieno su paso por calles donde se evidenciaba ausencia de esta. Aunque vagas virutas no demoraron en rozarle detectando con facilidad en su esencia, no un veneno puro producto de la química, sino una oscura esencia mágica que vaga cual partículas pulucionando el aire. Por lo que fue astuta su determinación de liberar un sello de arcadia, dejando el quinto sello activo para así permitirse aumentar la concentración de "valirium" en sus arcas mágicas, su cuerpo mismo, esto de una manera progresiva, mientras trataba de no acercarse mucho a la corrosiva esencia. Pronto llegó a un parque, en cuyo centro hay un poso de agua en desuso. Vio a lo lejos lo que parece ser una taberna, entonces el varón descendió del caballo, dejándolo amarrado a un poste bajo la esperanza de que el miasma maligno lo lo alcanzara mientras el marchaba por la solitaria avenida hasta llegar a las puertas de sitio de festejo. Al abrir las puertas de par a par e ingresar, se deja ver al poco público su sombría figura revestida de una capa negra que le cubre hasta las rodillas ocultando sus atavíos. También lleva un sombrero oscuro y unas atemporales gafas de sol ocultando la realidad turbia de sus ojos.
En el bar había solo dos personas, bueno, cuatro considerando al anciano cantinero y a él mismo, si es que persona se le puede decir para referirse al espectral sujeto. Claramente los otros dos bebedores estaban ya totalmente ebrios, con miradas de desahucio en sus ojos, con un semblante lleno de desesperanza y una notable borrachera encima que los tenía en ese transe efímero donde olvidan sus penas. Seres débiles y lamentables que se esconden tras los placeres del alcohol para huir de la miseria que les abraza. El cantinero, por su parte se notaba que también se había tomando ya sus tragos, aunque se logra entrever que es un viejo fino, de esos buenos bebedores que pueden bogar cerveza de corrido sin llegar a la total ebriedad, y que encima es un tipo de fino carácter al que aunque si le pesa la desgracia sobre su pueblo pero no se deja abatir y abre su taberna para que los entristecidos tengan refugio bajo el néctar del licor.
Génesis se sentó en la barra de chirriante madera, le señalo al cantinero con su dedo la cerveza y la exigió de inmediato dejando enmudecido de asombro al viejo bartender tras oír el terrorífico dueto de voces endemoniada que del "maldito" salen y hacen de algo tan básico como pedir una cerveza, un momento de inquietante horror e incertidumbre. El viejo se quedó mirándolo, atónito, como si su razón buscara explicación al porque de un hombre sale tan infernal vos. Entonces Génesis le dedicó una mirada tras sus lentes y esa amenaza sutil hizo reaccionar al cantinero quien corrió a servirle una jarrada de Rica cerveza.
Paulatinamente el sujeto de fue habituando a la vos del visitante mientras fluía una conversa peculiar sobre lo que acontece en el sitio.
—A decir verdad, yo los he escuchado.
—¿Como suenan?
Miro un momento a Génesis como si algo se reservará hasta que tomando un poco más de confianza explica.
—Cómo tú. Parecen emitir gruñidos como si fueran vestias de otro mundo.
—Ya veo, que buen oído tienes —repuso conforme le dedica una sutil sonrisa ladina e irónica—. Si los has escuchado, significa que han estado cerca. ¿Por qué crees que no te han atacado?
El tabernero se quedó pensando con un semblante de desconcierto. Entonces genesis le concreta.
—¿Les temes?
—No. No lo sé. Hay muchas cosas que a estas alturas de la vida me asombran, más no les temo. O eso creo.
—Me dices que las desapariciones han sido principalmente gente joven, niños y adolescentes.
El ginete rubio trató de mantenerse alejado de la colorida neblina tóxica, mantiendieno su paso por calles donde se evidenciaba ausencia de esta. Aunque vagas virutas no demoraron en rozarle detectando con facilidad en su esencia, no un veneno puro producto de la química, sino una oscura esencia mágica que vaga cual partículas pulucionando el aire. Por lo que fue astuta su determinación de liberar un sello de arcadia, dejando el quinto sello activo para así permitirse aumentar la concentración de "valirium" en sus arcas mágicas, su cuerpo mismo, esto de una manera progresiva, mientras trataba de no acercarse mucho a la corrosiva esencia. Pronto llegó a un parque, en cuyo centro hay un poso de agua en desuso. Vio a lo lejos lo que parece ser una taberna, entonces el varón descendió del caballo, dejándolo amarrado a un poste bajo la esperanza de que el miasma maligno lo lo alcanzara mientras el marchaba por la solitaria avenida hasta llegar a las puertas de sitio de festejo. Al abrir las puertas de par a par e ingresar, se deja ver al poco público su sombría figura revestida de una capa negra que le cubre hasta las rodillas ocultando sus atavíos. También lleva un sombrero oscuro y unas atemporales gafas de sol ocultando la realidad turbia de sus ojos.
En el bar había solo dos personas, bueno, cuatro considerando al anciano cantinero y a él mismo, si es que persona se le puede decir para referirse al espectral sujeto. Claramente los otros dos bebedores estaban ya totalmente ebrios, con miradas de desahucio en sus ojos, con un semblante lleno de desesperanza y una notable borrachera encima que los tenía en ese transe efímero donde olvidan sus penas. Seres débiles y lamentables que se esconden tras los placeres del alcohol para huir de la miseria que les abraza. El cantinero, por su parte se notaba que también se había tomando ya sus tragos, aunque se logra entrever que es un viejo fino, de esos buenos bebedores que pueden bogar cerveza de corrido sin llegar a la total ebriedad, y que encima es un tipo de fino carácter al que aunque si le pesa la desgracia sobre su pueblo pero no se deja abatir y abre su taberna para que los entristecidos tengan refugio bajo el néctar del licor.
Génesis se sentó en la barra de chirriante madera, le señalo al cantinero con su dedo la cerveza y la exigió de inmediato dejando enmudecido de asombro al viejo bartender tras oír el terrorífico dueto de voces endemoniada que del "maldito" salen y hacen de algo tan básico como pedir una cerveza, un momento de inquietante horror e incertidumbre. El viejo se quedó mirándolo, atónito, como si su razón buscara explicación al porque de un hombre sale tan infernal vos. Entonces Génesis le dedicó una mirada tras sus lentes y esa amenaza sutil hizo reaccionar al cantinero quien corrió a servirle una jarrada de Rica cerveza.
Paulatinamente el sujeto de fue habituando a la vos del visitante mientras fluía una conversa peculiar sobre lo que acontece en el sitio.
—A decir verdad, yo los he escuchado.
—¿Como suenan?
Miro un momento a Génesis como si algo se reservará hasta que tomando un poco más de confianza explica.
—Cómo tú. Parecen emitir gruñidos como si fueran vestias de otro mundo.
—Ya veo, que buen oído tienes —repuso conforme le dedica una sutil sonrisa ladina e irónica—. Si los has escuchado, significa que han estado cerca. ¿Por qué crees que no te han atacado?
El tabernero se quedó pensando con un semblante de desconcierto. Entonces genesis le concreta.
—¿Les temes?
—No. No lo sé. Hay muchas cosas que a estas alturas de la vida me asombran, más no les temo. O eso creo.
—Me dices que las desapariciones han sido principalmente gente joven, niños y adolescentes.
GenesisMagnusAeternum · 46-50, M
El día en que el doctor "Rodolft" murió hubo una oleada de habladurías tergiversadas a través de los pueblos y las ciudades cercanas. Era conocido por ser un científico excéntrico, medio trastornado e inhumano que estuvo rodeado de mucho terror. Se sabe que en la época que sirvió a la agresiva banda de los "Alcones Dorados" viajaba por el país haciendo experimentos propios de ciencia común y poderosa magia oscura, culpa suya fue la creciente caza de supuestas brujas que no eran más que una explicación equívoca que los agoreros le daban al brote repentino de eventos sobrenaturales. Entre sus más famosas aberraciones, esta la quimera que creo y destruyó varios pueblos hasta que el ejército del reino logró detenerla a costa de un gran sacrificio humano. La noche de su deceso, desde la lejana choza donde habitaba en el pie de la montaña se esparció un aroma como rumor de muerte, pareciera que su cuerpo hubiera expedido todos los gases putrefactos del cadáver, literalmente se esparció por el bosque y hasta aldeas cercanas, un brutal holor a muerto. Algunos doctores del reino fueron enviados a la fuente del olor, pero era tan fétida y mortecina la esencia, que empalagaba el paladar, cambiaba el sabor de la saliva al mismo de ese efluvio descompuesto en el aire, el cuerpo se debilitaba, la respiración se hacía casi asfixia y terminaban mareados, vomitando o desmayados aún los que más lejos llegaban. Algunos les tocó abandonar campaña y devolverse abandonando a sus desmayados compañeros de faena.
Desde una colina a la distancia, reportaron ver un aura violeta que envolvía la sección del bosque donde él doctor solía habitar protegido de muchedumbres rencorosas por una guardia permanente proporcionada por el imperio a cambio de ciertos beneficios de su turbio pero peligroso conocimiento.
El reino arreglo con los gobernantes de los pueblos locales un aislamiento preventivo. Pues empezaron a haber brotes de enfermedad abruptos en los más débiles de salud, niños y viejos. Mientras que las calles se tornaron matizadas en auras violetas como la que a un inicio solo se hallaba en el área del bosque circundante a la casa del doctor.
Un escándalo de tal magnitud obviamente atrajo a mucho tipo de visitantes, entre estos, médicos, aventureros curiosos, guerreros místicos, científicos, brujos y algunas otras criaturas más. El reino ofreció una jugosa recompensa en oro a quien diera una solución al problema que tenía pinta de expandirse más allá de la zona.
Génesis porsupuesto habría sido conciente de la noticia regada por las voces, pues, en aquella época tan arcaica, no habrían medios masivos de comunicación más que las lenguas sueltas de los pueblerinos. Más que interesarle la recompensa, que claramente estaba jugosa, le interesaba el misterio tras ella. Por lo que salió de la amagullada posada donde había estado ya hace tres días, y con gran osadía tomo "prestado" sin permiso previo el caballo de algún despistado para iniciar un galope hacia el misterio oculto durante esa temprana mañana justo cuando el alba destilaba con hebras cálidas al horizonte sobre los caminos medievales y empolvados. No habría marchado allí sin obviamente antes avisar mediante primitiva mensajería con aves a una persona muy especial y especifica, a la cual le hizo llegar una cita en un determinado pueblo cercano de la zona de la tragedia. Aunque, esta demás el aviso, aún sin no le avisara, él esta seguro que ella por si sola no se perdería de una aventura así, y los chismes ya debería haber llegado a donde ella está hace días, asíque su cita es casi inevitable, y eso le emociona, se le nota en ese rostro con esa sonrisa tenue y morbosa que no deja de demostrar al son de su galope.
Desde una colina a la distancia, reportaron ver un aura violeta que envolvía la sección del bosque donde él doctor solía habitar protegido de muchedumbres rencorosas por una guardia permanente proporcionada por el imperio a cambio de ciertos beneficios de su turbio pero peligroso conocimiento.
El reino arreglo con los gobernantes de los pueblos locales un aislamiento preventivo. Pues empezaron a haber brotes de enfermedad abruptos en los más débiles de salud, niños y viejos. Mientras que las calles se tornaron matizadas en auras violetas como la que a un inicio solo se hallaba en el área del bosque circundante a la casa del doctor.
Un escándalo de tal magnitud obviamente atrajo a mucho tipo de visitantes, entre estos, médicos, aventureros curiosos, guerreros místicos, científicos, brujos y algunas otras criaturas más. El reino ofreció una jugosa recompensa en oro a quien diera una solución al problema que tenía pinta de expandirse más allá de la zona.
Génesis porsupuesto habría sido conciente de la noticia regada por las voces, pues, en aquella época tan arcaica, no habrían medios masivos de comunicación más que las lenguas sueltas de los pueblerinos. Más que interesarle la recompensa, que claramente estaba jugosa, le interesaba el misterio tras ella. Por lo que salió de la amagullada posada donde había estado ya hace tres días, y con gran osadía tomo "prestado" sin permiso previo el caballo de algún despistado para iniciar un galope hacia el misterio oculto durante esa temprana mañana justo cuando el alba destilaba con hebras cálidas al horizonte sobre los caminos medievales y empolvados. No habría marchado allí sin obviamente antes avisar mediante primitiva mensajería con aves a una persona muy especial y especifica, a la cual le hizo llegar una cita en un determinado pueblo cercano de la zona de la tragedia. Aunque, esta demás el aviso, aún sin no le avisara, él esta seguro que ella por si sola no se perdería de una aventura así, y los chismes ya debería haber llegado a donde ella está hace días, asíque su cita es casi inevitable, y eso le emociona, se le nota en ese rostro con esa sonrisa tenue y morbosa que no deja de demostrar al son de su galope.
GenesisMagnusAeternum · 46-50, M
Hijita mía de mis bolas. <3