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Y así de un día para otro el ambiente del castillo cambió una mañana. Había vuelto a su hogar con intenciones de empacar algunas cosas e irse a hospedar con su querida amante el tiempo que le quedase, pero algo andaba mal. La gente corría de un lado a otro, los sirvientes habían sido encarcelados; eso sólo significaba una cosa: El Rey había muerto.

Había que encontrar a Aegon, y después de unas buenas horas de berrinche dio con él. La familia se reunió, se evaluaron las alianzas y se asesinó a los traidores; la coronación de Aegon estaba planeada.
¿Qué más se esperaba de él? Lo supo pron
 
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Thelilacwitch · 22-25
En lugar de reír lo admiró con asombro. No se veía mal, o quizá no apreciaba los imperfectos del disfraz, sea como fuera el brillo en sus ojos habló por ella.

Pasaron desapercidos. El barco de vela era un transporte discreto, justo para cargas ligeras, les esperaba a la vista de cualquiera sin levantar sospechas.

Un hombrecito les dió la bienvenida. Tenía ropajes de lino, el color blanco resaltaba su tez quemada por el sol y las canas en las entradas del cabello.

—Zarpamos ahora mismo, pasen, pasen. ━tenía la voz rasposa, volviéndolo más insistente, así que el dúo se puso cómodo en el fondo del barquito sin perder tiempo.

Un viento de quién sabe dónde golpeó las velas con fuerza, el Maestro tenía las manos en una posición complicada, señalando hacia el frente.
 
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