« Back to Album · Next »
Newest First | Oldest First
1-10 of 77
Thelilacwitch · 22-25
Suspiró de alivio. La voz de Aemond tenía magia de sigilo, no tenía dudas porque la caricia de su aliento enfureció la tensión y su voz de matiz ronca y sedosa, la arrastró a romperse con un quejido. Sus miembros estuvieron inquietos hasta que la sensación fue bajando de intensidad. Qué íntimo había sido aquel éxtasis. Estuvo suspendida entre los matorrales de la relajación durante un buen rato, pareció tener el cerebro apagado.
La respiración de su compañero funcionó de alarma.
Cuánto lo quería, cuánto lo amaba.
─¿Ya viste qué tan tuya soy?
Lo indujo a sentir la tibia ternura que desprendía guiando sus manos entre las suyas por su torso. Luego huyó una risa entre sus labios por las cosquillas.
La respiración de su compañero funcionó de alarma.
Cuánto lo quería, cuánto lo amaba.
─¿Ya viste qué tan tuya soy?
Lo indujo a sentir la tibia ternura que desprendía guiando sus manos entre las suyas por su torso. Luego huyó una risa entre sus labios por las cosquillas.
AemondTargaryen · 31-35
Era la señal que consideró necesaria para aumentar el ritmo y su enfoque. Sus dedos se juntaron para poder abarcar más espacio y crearon círculos sobre su delicado botón de placer. Frotó encima del mismo, presionó y disfrutó de ver el control que eso le daba sobre ella, quien encima de sus piernas reaccionaba a sus actos. Dioses, ella era tan atractiva, y la libertad con la que gozaba la volvía ardiente.
— No lo haré. Estoy a tus órdenes. — Murmuró sobre una de sus orejas, cuyo lóbulo tiró usando sus labios.
— No lo haré. Estoy a tus órdenes. — Murmuró sobre una de sus orejas, cuyo lóbulo tiró usando sus labios.
Thelilacwitch · 22-25
El agua con el toque de la lavanda brindaba una atmósfera afrodisíaca. No había de qué preocuparse en el arrullo de sus dedos, todo era paz y confidencialidad. Estiró el cuello para tocar con sus labios su tallada mandíbula, de paso queriendo alcanzar su boca.
Cerró los ojos para no dejar escapar ni un ápice del estremecimiento que su cuerpo reproducía, del respingo errante que hacía chocar sus nalgas contra el miembro de su amado, y del vecino orgasmo a sufrir.
El tacto en su pecho y feminidad era suave, pero eso la ponía jodidamente caliente.
━N-no te detengas ━retrucó con la voz entrecortada.
Cerró los ojos para no dejar escapar ni un ápice del estremecimiento que su cuerpo reproducía, del respingo errante que hacía chocar sus nalgas contra el miembro de su amado, y del vecino orgasmo a sufrir.
El tacto en su pecho y feminidad era suave, pero eso la ponía jodidamente caliente.
━N-no te detengas ━retrucó con la voz entrecortada.
AemondTargaryen · 31-35
No podía dejar desatendido su otro pecho. La misma mano se trasladó hacia el mismo y le brindó el mismo trato que a su par. No obstante, decidió añadir al final su índice y pulgar, que se apoderaron de su pezón efecto y tiraron de este con gentileza; el resto de sus dedos acunó el suave volumen.
— Te va a costar trabajo hacer que deje de tocarlos. — Y vaya que sí. Al principio como todo joven inexperto iba al grano, pero se necesitaba de alguien tan perfecto como ella para que cobrara interés en los detalles. Ese mismo comportamiento lo tomó su mano derecha, cuyos dedos se habían tomado un descanso de su clítoris para masajear de extremo a extremo los tiernos labios menores de su vulva.
— Te va a costar trabajo hacer que deje de tocarlos. — Y vaya que sí. Al principio como todo joven inexperto iba al grano, pero se necesitaba de alguien tan perfecto como ella para que cobrara interés en los detalles. Ese mismo comportamiento lo tomó su mano derecha, cuyos dedos se habían tomado un descanso de su clítoris para masajear de extremo a extremo los tiernos labios menores de su vulva.
Thelilacwitch · 22-25
━¡Oye! ¿Por qué te detien-... ━alcanzó a decir y calló cuando la había puesto más cómoda. Era impaciente, nada que aquello no pudiera solucionar. Fue relajándose sobre él.
Por todos los santísimos cielos. Ese hombre era una fantasía. Otra vez se sentía como una doncella en apuros, sucumbiendo más rápido de lo que esperaba. No tenía de dónde agarrarse frente al precipicio; la abrumaba su emoción por los detalles pequeños: era la primera vez que sentía la poderosa mano en su pecho, jamás lo olvidaría de esa forma tan amorosa.
Contrajo sus piernas con ese pensamiento incrustado en su mente, se retorció en sus brazos como un pez privado del aire y le reclamó por su nombre gruñendo, parecía furiosa.
Por todos los santísimos cielos. Ese hombre era una fantasía. Otra vez se sentía como una doncella en apuros, sucumbiendo más rápido de lo que esperaba. No tenía de dónde agarrarse frente al precipicio; la abrumaba su emoción por los detalles pequeños: era la primera vez que sentía la poderosa mano en su pecho, jamás lo olvidaría de esa forma tan amorosa.
Contrajo sus piernas con ese pensamiento incrustado en su mente, se retorció en sus brazos como un pez privado del aire y le reclamó por su nombre gruñendo, parecía furiosa.
AemondTargaryen · 31-35
Esa mordida seguro dejaría marca. Eso le gustaba; sentirse propiedad de ella era excitante. No obstante sentía un poco de culpa, ella también habia estado insatisfecha y se arrepintió de no haber sido más atento.
Le tomó por la cintura y la interrumpió, después la giró para que pudiera ella recargar la espalda en su propio pecho. Ahora tenía una mejor posición, y asi regresó su diestra entre sus muslos.
La otra mano fue hacia uno de sus senos; lo acarició, después lo cubrió con sus dedos y estrechó la blanda carne entre ellos. Sin soltarlo giró este con suavidad a modo de caricia; encontró como propósito jugar más con sus pechos.
— Me encargaré de ti. —
Le tomó por la cintura y la interrumpió, después la giró para que pudiera ella recargar la espalda en su propio pecho. Ahora tenía una mejor posición, y asi regresó su diestra entre sus muslos.
La otra mano fue hacia uno de sus senos; lo acarició, después lo cubrió con sus dedos y estrechó la blanda carne entre ellos. Sin soltarlo giró este con suavidad a modo de caricia; encontró como propósito jugar más con sus pechos.
— Me encargaré de ti. —
Thelilacwitch · 22-25
Gimió en su oído las poesías más dulces y candentes de todo el continente hubo llegado a esparcirse el producto de sus caricias a cada rincón de su cuerpo; lo llenó de besos y encarnó los colmillos en la piel blanquecina de su cuello y hombro.
Ella era el laúd y él el bardo.
Ella era el laúd y él el bardo.
Thelilacwitch · 22-25
La reacción de su pareja le hizo sentir regocijo en cada parte de su anatomía. Estaba orgullosa por haber colaborado a hacerlo llegar a la cima. Y he ahí que la calentura de la bruja había evolucionado: no caía del todo en su cuerpo, estaba enfocado hacia lo emocional.
━Estoy ebria de ti, Aemond.
Jugó a rozarle la nariz en todo el rostro teniendo los ojos un poco cerrados, todo lo veía estaba distorsionado por las largas pestañas que poseía.
━Eres mejor que cualquier vino, mi amor. ━ dejó el espacio suficiente entre ellos para continuar; apoyando el mentón sobre su hombro pudo disfrutar de la atención.
Por mano de Aemond sólo una vez los placeres de la masturbación. Recordó que ella no pudo igualarlo en las noches de agobio, por lo que recibir sus diligentes dedos la estaban liberando de una frustración feroz.
[…]
━Estoy ebria de ti, Aemond.
Jugó a rozarle la nariz en todo el rostro teniendo los ojos un poco cerrados, todo lo veía estaba distorsionado por las largas pestañas que poseía.
━Eres mejor que cualquier vino, mi amor. ━ dejó el espacio suficiente entre ellos para continuar; apoyando el mentón sobre su hombro pudo disfrutar de la atención.
Por mano de Aemond sólo una vez los placeres de la masturbación. Recordó que ella no pudo igualarlo en las noches de agobio, por lo que recibir sus diligentes dedos la estaban liberando de una frustración feroz.
[…]
AemondTargaryen · 31-35
Sus dedos apretaron la fina cintura entre sus manos. Sentía el calor crecer, un desenlace demoledor que conquistó los sentidos, extremidades, todo nervio capaz de sentir placer. Bajo el agua culminó su orgasmo, mezclándose entre sus dedos y diluyéndose allí.
Durante ese lapso mordió su labio inferior, también su cuerpo tembló de gusto. Ese desahogo le proporcionó un éxtasis delicioso, que declinó hacia una relajación bien necesitada. Sus manos aflojaron ese agarre, mientras caía en cuenta del momento.
Ella también debía ser atendida. Por suerte ya conocía sus formas, así que su diestra pasó a colocarse entre sus muslos, buscando que la yema de su índice y dedo medio fuesen a parar a un pequeño botón de gran ayuda. Acarició doblando sus dedos, utilizando gentileza al principio; esta pronto aceleró para imitar la intensidad necesaria.
Durante ese lapso mordió su labio inferior, también su cuerpo tembló de gusto. Ese desahogo le proporcionó un éxtasis delicioso, que declinó hacia una relajación bien necesitada. Sus manos aflojaron ese agarre, mientras caía en cuenta del momento.
Ella también debía ser atendida. Por suerte ya conocía sus formas, así que su diestra pasó a colocarse entre sus muslos, buscando que la yema de su índice y dedo medio fuesen a parar a un pequeño botón de gran ayuda. Acarició doblando sus dedos, utilizando gentileza al principio; esta pronto aceleró para imitar la intensidad necesaria.
Thelilacwitch · 22-25
Ya no soportó simular una respiración normal, ya no más. Las manos apretaron un poco, poseyendo cada centímetro de su pene y saboreando en la imaginación las posibilidades.
Habían tantas formas de dar placer.
Algunas burbujas flotaban en la superficie del agua por los movimientos, inclinó el torso para hacerle tocar su pelvis y frotarse. La libido de Janâ era un combustible inflamable.
Le gustaba lo que veía, Aemond en sus manos, volviéndola dueña de sus sentidos, tan suyos. La impulsó a otro grado de velocidad, al compás de sus movimientos el agua chapoteaba y lo sentía contra su piel; no sucumbió ante sus propios deseos, primero iba él. Eso la contentaba más que nada.
Habían tantas formas de dar placer.
Algunas burbujas flotaban en la superficie del agua por los movimientos, inclinó el torso para hacerle tocar su pelvis y frotarse. La libido de Janâ era un combustible inflamable.
Le gustaba lo que veía, Aemond en sus manos, volviéndola dueña de sus sentidos, tan suyos. La impulsó a otro grado de velocidad, al compás de sus movimientos el agua chapoteaba y lo sentía contra su piel; no sucumbió ante sus propios deseos, primero iba él. Eso la contentaba más que nada.
1-10 of 77
Add a comment...