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AemondTargaryen · 31-35
Observó atónito que su abuelo se iba, junto con los guardias. Conocía su modo de proceder, de seguro iría a reunir más información. Quizás era una buena señal, estaba dándoles el beneficio de la duda.
Cuando escuchó que la puerta que bajaba a las celdas se cerró, él terminó por suspirar. Se acercó a la orilla de la celda y recargó la espalda contra la pared, aceptando que pasaría una buena cantidad de horas ahí.
— Lo siento. No esperaba que esto sucediera. —
Y si se sentía un poco culpable. No le había dicho quién era, y él era consciente de su condición de extranjera, se veía a kilómetros. Nunca la puso al tanto.
Cuando escuchó que la puerta que bajaba a las celdas se cerró, él terminó por suspirar. Se acercó a la orilla de la celda y recargó la espalda contra la pared, aceptando que pasaría una buena cantidad de horas ahí.
— Lo siento. No esperaba que esto sucediera. —
Y si se sentía un poco culpable. No le había dicho quién era, y él era consciente de su condición de extranjera, se veía a kilómetros. Nunca la puso al tanto.
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