Era el tercer país que visitaban. La orden del Rubí descubrió que las propiedades del Dust eran naturales, con un pequeño refinamiento. En alguna parte del mundo debía haber un cultivo lo suficientemente grande como para crear todo lo que se estaba distribuyendo en el mundo. Los casos se habían triplicado en forma desmesurada, al grado que los noticieros ya habían tocado el tema de numerosos asesinatos. Algunos lo atribuían a una siguiente guerra mundial, otros a enfermedades, o al narcotrafico. Todo el secretismo se estaba yendo al carajo, y necesitaban encontrar a los responsables....
Fue esquivo con sus reacciones o dolores, realmente se preocupó más por Dos. Era momentáneo, después le atormentaba, pues se deleitaba de descanso a su cuerpo como drenaje. El corazón se le quería salir, cuyo conforme sentimiento se callaba al ritmo del latido. Era extraño, incluso temeroso.
- ¿Estás bien? -
Forzó su garganta a condiciones, dando abasto a sus brazos enrollandole, que de por sí, le abrazaban con todas sus fuerzas caídas. Un suspiro y un último silencio, lo mandaron a un lateral cabizbajo, se le veía gastado, cansado, casi como un cadaver con los ojos abiertos.
tránsito en ese vínculo, había una realidad mucho más aterradora que la maldición en sí: Su cuerpo era aún humano, no podría resistir esa sobrecarga de poder, a menos que llegase a su noche de "mayoría de edad", al alcance de su inmortalidad... La cual ya debería haber llegado.
Todo estaba saliendo mal, y esa maldita herida que no se detenía. Al carajo, encendió su palma en su fuego negro y tras apretar los dientes la pegó contra la herida de su hombro, cerrándose la herida en una cauterización dolorosa. El ardor y el reclamo de sus nervios la dejó sin aire, incluso pataleó con desesperación hasta que pasó la sensación. Repitió lo mismo en el otro lado de la herida, rápido y preciso.
Pero el finalizar del sangrado no hacía que se detuviese esa sensación extraña. Sentía que su magia se iba por el vínculo que había sentido, y también que otro tipo de energía era regresada hacia ella. Era un poder lleno de fuerza, inmenso. Su cuerpo no podía con ello, así que su corazón latió desordenado y los pulmones le pesaron.
- Esto ... ¡Esto es demasiado! ¿De dónde viene? Me es familiar, se parece a ... Oh joder.
Ese ser había sido astuto. Había creado una fuga en su poder, que quizás se enlazó a la de él en el momento en el que la cargó. Si había un libre...
A la plena luz solo pudo observar los rincones de esas sierras, donde ardían las estrellas en el cielo como una herida abierta. El final donde habría emprendido su inicio, lo envió de bruces contra el piso, pues sentía una presión sobre su pecho casi alarmante, claro que... Ese sentimiento, le explotaba a la brevedad como bombona de gas.
- M-mierda... -
Un agarrón contra su camisa fue suficiente para dar alarma a su compañera, estaba devastando su consiente y por si fuera poco, los latires se adjuntaban con los de la mujer, parecían unidos, como si fuesen uno... No de esa forma, si no como se une una constelación conformada por estrellas, una bala y su plomo, o una rosa su tallo.
El ataque le produjo la sensación más extraña del mundo. Si bien hubo dolor y sangre, lo que venía fue totalmente nuevo: Se sintió fuera de su cuerpo, en otro plano. Todo era oscuro y ligero, sus pies no tocaron el suelo, tampoco sus manos sentían algo. Apenas transcurrieron unos segundos y volvió a su ser, gritando cuando el dolor la recorrió totalmente. Cuando Tres la cargó, pudo hacer conciencia y adivinar que todos esos sucesos no podían ser otra cosa: Ese ser la había maldito.
- ¡Mierda, Tres... Ese hijo de puta...!
Echó una mirada al hombre de piel oscura, muerto gracias a Tres. Pero esa inconformidad no se iba, la sensación como si su magia se estuviese drenando al mismo tiempo por esa herida ... Y en su lugar quedase un lazo extraño, una conexión nueva que tocó con su mente ... Y se sentía como él.
A sus posibilidades, denotó la distancia breve entre su estancia a la planta, aquel brillo delataba la posición a su alrededor, tanto que las linternas de su arma no dieron necesidad. Un suspiro le fue suficiente para acariciar el cargador y voltear, a donde su mujer daba alerta con un terrible estruendo.
- ¡Carajo! -
Gritó aquel, tan desesperado por ver su sangre brotar, que sin pensarlo, alzó la mirilla a nivel de la cabeza del supuesto, y de dos tiros disueltos al roce de su hombro, el cadáver contempló la otra vida. Sus cuestiones iban para después, ya no le interesaba la misión, era primordial cuidarla. El hecho fue que soltó su arma sobre la rienda y de un tirón a su cuerpo, la cargó entre brazos hacia la salida de la oscuridad.
Reclamó a Tres con la mirada. Era arriesgado entrar de esa forma, pero era cierto... Se trataba de trabajo. Lo siguió, sin poder evitar arquearse con ganas de vomitar por el olor tan fuerte. A su paso iba cremando partes humanas o lo que pudiese, cualquier cosa que aligerara el hedor era útil.
Y entonces se percató de un brillo azulado al fondo, en las profundidades. Ante ellos había una pequeña ramita que nacía del suelo, centelleando su color con hojas brillantes, de las cuales caía las esporas que bien conocían como Dust. Lo habían encontrado ... La fuente de todo aquello.
Su distracción no le permitió sentir que había otra persona detrás de ella. Tan silencioso y rápido que no lo escuchó, tampoco se previno. Fue el atravesar de su espada contra su hombro lo que la hizo gritar, ¿¡Qué demonios estaba pasando!?
Ante aquellas hojas que caían de los arboles observaba la cueva, sin ponerle mucha atención a Dos, le parecía bastante curioso el lugar, que a pesar de ser desolado, la vegetación aún no se jodía, ni los animales.
- ¿Qué mas da? Vinimos por trabajo. -
Dio un leve empuje de su muñeca, apartándose de Dos, a su ritmo dio alcance de su M4, la pasó hacia adelante y suspiró a la levedad del viento pútrido. Pues sí, ahí dentro había seguramente cadáveres, el olor estaba numerosamente corrupto y almenos, una docena eran humanos.
- Voy primero. -
Dijo entonces, ya a las entradas de esa cueva con estalagmitas y musgo colgando, un paso, dos, tal vez tres y ya sus botas estaban llenas de órganos, vaya sorpresa a su estomago, casi vomita. No había vuelta atrás, el amargo hombre se armó de valor, subió el arma al tórax, y dio avance con la linterna encendida.
Tomó una mano tirada en el suelo, después la encerró en una esfera de fuego negro. Esperaba mantenerla conservada lo más posible, entonces la dejó flotando a su lado.
- Esto quizás puede ser la cura. Pero si estos seres están tan llenos de Dust y no les afecta ... Es porque viven con él.
Apuntó hacia donde parecía iniciar la cueva, pero no estaba muy convencida de ir. Lo miró insegura, luego tomó una de sus manos.
- No tenemos que ir .. No sabemos qué nos puede hacer todo ese poder... Y parece nacer de ahí. Tampoco sé si eso nos dé pistas de tu padre... Y tenemos cuentas pendientes con él.
Un walkout desde su espalda, le fue eficiente a la hora de levantarse en esa pose de cunclillas; Ya con un rato de diferencia, ante las acciones de dos y las propias, parecía distraerse con el limpiar de su kukri sobre su muslo, era algo relevante pues, apenas se dio la vuelta, percató la mano de uno de estos apretándole los pies.
- ¿Acaso estos no mueren o que? -
Optó por dejar de quejarse y acechar desde la funda de cadera, su P30, alzarla contra el cuello del supuesto ser vivo y accionar el gatillo hasta dejarlo como colador. Sin duda terminó muerto al hundirse en balas, el hombre estaba con la misma expresión, apenas y se inmutaba sobre esos sujetos, aún así le era inevitable voltear hacia Dos y esperar a su respuesta o orden.
