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22-25, F
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JamesUp · 26-30, M
No entro a la sala de trono al encuentro con su madre, algo detuvo su andar, y fue el desastre que detecto en el lugar. Los guardias de el palacio corrían de un lado para otro, con las lanzas en lo alto, le impresiono como no rompían la formación, pero aun mas que no se veía que perseguían con tanta urgencia, algo no estaba bien, era claro que había un intruso en el lugar, pero diminuto pues está fuera de la vista del príncipe, algo intrigante que merecía su atención, pues si alguien cruzo las puertas del castillo, lo suficiente inteligente para mantener ocupadas a las cartas y liberar la entrada al lugar, pero lo que no contaban en su elaborado plan, era que el lugar no estaba libre.

Comenzó a caminar a paso lento, introdujo las manos en los bolsillos de su pantalón y mordió discretamente su labio inferior pensativo. Era inútil que se metiera en el lio de las cartas, así que busco algo más, la mente maestra en el plan de cruzar las puertas de su hogar. Dio un par de pasos pasando de largo por el laberinto, incluso se tomo el tiempo para admirar las rosas rojas, claramente pintadas de ese tono carmín, ocultando lo blanco de estas, un buen toque pues, así como su madre, el color blanco no era uno de sus favoritos.



Crecer con solo la tutela de su madre, sin el Rey Rojo y que le inculcara todas y cada unas de las ideas descabelladas de la mujer, no había hecho mas que aumentar su soberbia, un hecho que sería el sucesor y no seguiría las absurdas leyes y obligaciones de su madre. Cortar la cabeza no estaba tan mal, pero ¿Tener el corazón de la victima como adquisición?
Sonaba mejor, al final digno hijo de la Reina de Corazones.

Siguió caminando por el lugar, fue hasta que inhalo una ráfaga de viento que se impacto en su rostro impregnada de un aroma peculiar, diferente al que detecto cuando llego. Había encontrado la respuesta, ese aroma era del intruso, el líder principal de la absurda misión por entrar al castillo. Arqueo la ceja, su olfato se embriago con el aroma, pues era peculiar, dulce, diferente, solo eso basto para saber que se trataba de una mujer.

Para mala suerte de Alicia sus pisadas en las ramas rotas de el sendero por el que corría la delataba, con ayuda del olfato y oído desarrollado de James, pues también ayudaba el silencio sepulcral que inundaba el lugar. Observo la trayectoria que llevaba la joven de cabellera dorada, y opto por tomar otro camino para cruzarse en su camino, la intrusa era veloz, así que tuvo que acelerar su paso para llegar antes a la puerta que según sus cálculos ella llegaría.

No demoro mucho, después de emprender la carrera al llegar antes de ella, y la esperaría con ansias. Recargo su espalda en la pared, introdujo su mano en la bolsa de su pantalón y extrajo un cigarrillo y fuego, lo encendió y lo dirigió a sus labios para darle una calada e inundar sus pulmones de humo para después exhalarlo. Si no fuera un humano, seria el vivo retrato de Absolem, tranquilo, disfrutando de su cigarrillo, mientras todos los guardias y caballeros salían por ordenes de la reina al escuchar que el intruso estaba en sus tierras.

No tardo mucho cuando vio que la rubia corría cerca de él, y sin moverse ni un momento solo alzo la voz para llamar la atención de la joven.

- [code]¿Por qué la prisa?[/code] - pregunto con una sonrisa de oreja a oreja observando el andar de la joven, y esperando que su llamado diera resultado.