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22-25, F
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JamesUp · 26-30, M
Cada palabra de a joven en su historia le hacía desconfiar aún más, o su madre omitía cosas en las cartas que mandaba cada semana en aquel lugar lúgubre donde fue sometido a vivir desde su niñez, pero ¿Por qué lo sentía de ese modo? Tal vez estaba exagerando. Una oportunidad ¿Qué mas le daba? Sabia que tenia que ir con cautela frente a la intrusa, pero también la curiosidad siempre había sido un punto débil que compartía con Alicia, algo que claramente detestaba en él, pues si bien estaba consciente que cada uno de los habitantes tenían un poco de su “creadora”, algo molesto, y mas que fuera eso lo que tuviera en común con ella.

-Todos estamos locos en este lugar, no seria raro que tu lo estuvieras, a grande o menor medida lo estamos.

Camino a un lado de ella observándola de reojo y sonriendo ligeramente sin dejar de caminar por el pasillo, era claro que no le diría más, e intuía que todo eso era mentira, sin tan solo no la hubiera descubierto a hurtadillas, no desconfiara en ella, pero debía arriesgarse, era claro que no obtendría más información si el no daba de su parte, pero no seria tan fácil, era claro que en su presencia quien entraba fácil a su futuro castillo no saldría de la misma manera.




Una vez llegaron al salón de el trono, basto una mirada disimulada a los guardias para que los dejaran solos cerrando la puerta tras de ellos con seguro para así ella no lograra escapar tan fácil, no hasta saber la verdadera razón por la que se encontraba en ese sitio. Así que camino a paso largo para adelantarse un poco ante ella, a paso firme hacia el trono, se sentó en el sin ningún problema y encendió un nuevo cigarrillo para fijar su mirada en la rubia.


-De acuerdo, mi promesa ha sido cumplida, te he llevado con el príncipe.

Sonrió ampliamente de oreja a oreja, con el cigarrillo encendido en la mano, dejando que las cenizas cayeran al suelo, poco le importaba pues sus ojos se clavaron fijamente en los contrarios estudiando a la luz del salón sus facciones y expresiones, hasta que recargo su espalda en el respaldo sin despegar su mirada de la intrusa.

- ¿Dónde están mis modales? Mi nombre es James ¿Cómo llegue al mandato de la reina? No lo estoy, pues soy su primogénito. Bien, habla.




Por fin dio una calada, inundando sus pulmones con el humo para después expulsarlo de su sistema, esperando a su reacción y a que comenzara hablar para mandar su “mensaje del Sombrerero”
JamesUp · 26-30, M


-Margaret Jones ¿Eh?


[code]Inspecciono cada parte de su aspecto, para ser una aprendiza del demente sombrerero parecía una mujer normal, no encajaba en el País de las Maravillas, en su vestimenta, en su manera de hablar, algo no encajaba, tal vez su madre le había informado mal acerca de los habitantes, o era exagerada en sus relatos, sea como sea la mujer frente a el había logrado
algo: captar su atención.

No sería tan fácil para ella acceder al príncipe, aun no confiaba del todo, muchas cosas no conectaban, pero tampoco podía darse el lujo de no saber más allá de su estancia ahí, así que solo sonrió, dio paso a la entrada al castillo no sin antes asegurarse de que su madre aun estuviera fuera de el castillo siguiendo a lo que sea que alterara sus nervios. Así no la vería, pues aun no tenia el reencuentro oficial con la reina, después de su larga ausencia en Wonderland.[/code]

-De acuerdo Margaret Jones, aprendiz de Tarrant Hightopp acompáñame.

[code]Menciono esperando que la mujer entrara para así guiarla hacia la sala del trono, para que poder revelar su identidad, la intriga le consumía cada minuto, independientemente por el mensaje que le seria entregado ni bien conociera su identidad o por lo menos eso intuía.



Comenzó a caminar al interior de el castillo con las manos en los bolsillos, frunció el ceño escuchando con atención cada una de sus palabras, al parecer quería crear un tipo de conexión al hablar de la reina. Conocía su tiranía y cólera que aquejaba a todos sus súbditos, él no era visceral, trataba todo con cautela, como si toda su vida fuera un gran tablero de ajedrez en el cual jugaba para ganar.[/code]

-La reina es… caprichosa, pero no me interesa hablar de ella, me es más interesante saber ¿Por qué alguien como tu es aprendiz de ese demente?

[code]Debía decirlo, era claro que después de que Tarrant logro escaparse del Verdugo y dicha vergüenza llego a oídos de James, sabía que el trono tendría que ser suyo de una buena vez pues su madre no sabia gobernar. Algo presuntuoso del joven príncipe que después de tantos años conocía solo por extrañas historias de la reina roja.[/code]
SW-User
─El limbo... O él lo llamaba así, ese lúgubre sitio en tonos grises al que acudía cuando necesitaba un tiempo solo, cerraba los ojos y se interbana en sus memorias más íntimas.

Aquella noche, presa de una terrible necesidad de refugiarse en recuerdos para ser valiente en el presente, Xion se adentró en su limbo personal, viajando en su propia línea temporal hacia el pasado... En un tiempo exacto en el que se sentía feliz, disfrutando al por mayor. Cual película muda, solo gozaba de las escenas en que bailaba con una niña pequeña que cargaba en brazos, ella se abrazaba a su cuello, riéndose con la más pura inocencia...

Sin embargo, sus recuerdos empezaron a teñirse de escarlata, como una fotografía recientemente revelada... Alguien estaba en el mismo limbo que él, como una señal de radio indeseable que se entrelaza con otra.
Fúrico, por la violación a su onírico santuario, el demonio usó sus habilidades más arraigadas para entrar en su propio cine mental e interceptar a aquella alma desgraciada que se atrevió a profanar sus recuerdos.─

¿Quién eres...? ─La voz gruesa y rasposa, demoníaca obviamente, resonó en su limbo personal, Astaroth, duque de los infiernos, estaba demandando a esa extraña entidad, hacer acto de presencia. ¿¡Quién se atrevía a acercarse a él!?.─
JamesUp · 26-30, M


[code]
Ver la sonrisa de la joven no hizo mas que arquear la ceja, era divertido como lo planteaba, pero también absurdo. Su madre detestaba las cosas pequeñas estaba en lo cierto, y no dudaba que estuviera exagerando al mandar a caballeros y cartas a cazar al roedor, pero había algo en su mentira en que no la joven no se dio cuenta y que James detecto al momento.

Si fuera un mensajero, era claro que no estaría en esos alrededores, entraría por la puerta principal, anunciándose como tal y solicitando una audiencia con la reina y el príncipe, para entregar dicho mensaje, dudaba que un mensajero olvidara el protocolo, y viniendo de el Sombrerero que era el lame botas de su tía Mirana, así que dudaba pasara de largo buscando la entrada por detrás de el castillo, sumando a ello, estaba completamente seguro que el Sombrerero y el no tenían ningún tipo de comunicación, y ni siquiera lo conocía tan solo de nombre, no vería la necesidad urgente de dicho mensaje, en todo caso seria a su madre, pero no, ahí estaba la pequeña joven de cabellera dorada, mintiendo frente a él, era claro que debía reorganizar su plan.

No hizo mas que seguirle el juego dibujando una amplia sonrisa en su rostro, no la expondría, quería ver hasta donde era capaz de llegar con su fallido plan, llevo su diestra tras la espalda tocando el picaporte para girarlo y abrir la puerta con un leve empujón, sin dejar de observar a la joven se hizo a un lado para darle paso a que entrara al lugar, como todo un caballero, a pesar de todo era un príncipe.[/code]

[code]-De acuerdo, te guiare con él.[/code]


[code]Siguió la mentira, era mejor que ella entrara en confianza, hasta que James conociera el motivo real del porque estaba en ese sitio, estaba intrigado completamente, esa mujer tenia algo extraño, algo que jamás en sus 18 años había visto Pero… ¿qué? Era difícil tener las respuestas cuando ella solo hacia más grande el misterio.
Obstruyo el paso de la joven colocando su mano en el marco, aprovecho para recargarse y evitar la entrada al castillo, fijo su mirada en la joven, mordió ligeramente su labio inferior y guardo silencio un par de segundos.[/code]

- [code]¿Nombre?[/code]

[code]Pregunto, no podía aguantar más, era claro que conocía a todo Wonderland, pero solo por su nombre no mas allá, así que no seria extraño que si ella pertenecía a ese lugar seguramente la conocía, y no avanzaría hasta saber quien osaba mentir y buscarlo con tanta urgencia.[/code]


LukeBouchard · 22-25, M
El nuevo evento cuanto menos le pilló de sorpresa. La repentina aparición de tales personajes y la enorme bestia que vio galopar a lo lejos en su dirección lo precipitaron fuera de la silla, desembocando en la estridente carcajada del Ciempiés que reclamaba todas sus fichas. Tuvo el fugaz pensamiento de la autoridad. Acostumbrado ya a las escapadas y por instinto un corredor, gateó para levantarse con el riesgo de volver a trastabillar. Entonces, por el rabillo del ojo, distinguió unos cabellos dorados. El detalle captó tanto su atención que no resistió en ignorarlo.

—Tú, eh...

Le asombraba más el hecho de que viese, de manera tan nítida, a una chica que jamás hubiese visto antes. Pero peor aún, que fuese alguien "normal". La visión se deformaba cuando el alucinógeno surgía efecto, dando a formas y colores imposibles y relajantes a su vez. La vista de aquella muchacha lo descolocó, el debate entre el sueño y las alucinaciones de alguna sustancia ya empezaba a asomar en sus pensamientos.

—Wow. Hola.



Cuando quiso darse cuenta, en el suelo como estaba, se levantaría enseguida para deshacerse del polvo. No se sentía avergonzado, en cierta manera le daba igual lo que pensase. Era muy desinteresado, incluso cuando tenía una chica bonita delante.

—Sí. ¿Sabes? No me gusta levantarme un día en mitad del prado y ver que los bichos me hablan como si fuese una princesa Disney. Pero supongo esto es más que yo esté hasta arriba de lo que sea que me haya metido.

Se rascó la cabeza, enmarañando más su cabello ensortijado.

—Alice, ¿verdad? Creo que me suenas. Aunque creía que eras más...— torció una sonrisa —...pequeña.
LukeBouchard · 22-25, M
—Venga, cariño. Dame una reina. Una reina.

Tiró otra ficha en el montón. El Ciempiés llevaba un rato tocándole la moral, no dejaba de sacar buenas cartas. Un presentimiento le hacía pensar que estaba haciendo trampas. Demasiadas patas y esas cosas.

—Uhh. Monsieur Bouc-

—¡Calla, Conejo!— dijeron los dos rivales al compás.

—Enseña esas malditas cartas.— el recién llegado prácticamente se las arrancó de sus patitas peludas.

Dejó caer sus cartas, ninguna reina que se apreciase. Una por la parte de Luke, dos por el Ciempiés. Gruñó de frustración, llevándose las manos a la nuca para estirarse. Era la tercera vez consecutiva que le juzgaban con la mirada, no poseía de los modales ingleses.

—Me voy a rendir antes de que mate a palos a alguien.— No despegó la mirada del endemoniado bicho, que era casi de su propio tamaño, lo cual lo hacía más asqueroso. Tenía el temor de que alguna de sus antenas acabase en su taza de té -la cual ni había tocado, llevaba un rato pidiendo por cerveza.-



—Uuuuh. Mierda. Dónde estoy metido.— se quejó, desviando su atención a otro lado que no fuera la partida de cartas.

Sus acompañantes se llevaron un susto cuando aporreó la mesa con el puño para llamar la atención de la Mariquita -también enorme- que servía las tazas. Estaba muy frustrado por la partida, así como por no saber dónde estaba, por qué los animales hablaban y los bichos eran tan o más grandes que él.

—¿Tienes cigarros, aunque sea? Pásame algo para el camino. ¿Hay algo parecido a una mariposa-taxi o algo así? Estoy buscando a unos colegas. Se han colocado lo mismo que yo así que no estarán muy lejos. Creo.
JamesUp · 26-30, M
[code]Una mueca se dibujo en sus labios, clara molestia ante las palabras de la joven. Buscaba al príncipe y no sabia su nombre, por un momento detesto a su madre, por alejarlo de Wonderland no era tan reconocido como ella, una razón más por la que la urgencia de convertirse en rey crecía, nadie olvidaría su nombre, seria aun más temido que la Reina Roja. Claro que no mostraría dicha molestia y ofensa ante la valiente joven, tan solo se limitaría a fingir una sonrisa y dar una nueva calada a su cigarrillo, para darle un golpe en el borde y provocar que las cenizas se desprendieran y cayeran al suelo.

La mirada penetraba a la contraria, poco le importo fuera incómoda para la de dorada cabellera, pues a pesar de que no la conocía, era claro que le intrigaba su presencia y quien lo buscaría con tanta urgencia si nadie de Wonderland sabía que estaría en ese lugar, no en ese momento que ni siquiera se había topado con su madre aún. Algo no estaba bien, debía irse con cuidado, algo en ella era diferente, y él lo sospechaba.[/code]


-[code]Tal vez si, tal vez no. ¿Eres una admiradora acaso?[/code]

No podía evitarlo, su ego siempre salía a la luz, con mujeres hermosas, y Alicia no pasaba inadvertida ante los ojos del príncipe, le intrigaba su presencia, alguien que entrara a hurtadillas para ver al príncipe, tenía que ocultar algo de suma importancia, y no perdería la oportunidad de incluso sacar a flote su narcisismo.



[code]Dejo que el cigarro se consumiera en su mano, lo había olvidado, y cuando sintió el leve calor en su mano, simplemente lo soltó evitando quemarse, y con disimulo cubrió el cigarrillo con su calzado y se apagara, su espalda nuevamente en la pared esperando alguna respuesta de la contraria.

Algo era claro, no era estúpido para delatarse como primogénito de la Reina Roja, pero no debía subestimar a la joven, pues desconocía la razón, y la inteligencia de la joven visible, tan solo hacía falta ver a sus alrededores, para saber que una pequeña y simple niña había logrado el caos en el castillo.[/code]

-[code]Si es por ti por quien están haciendo este alboroto. Permíteme felicitarte. [/code]

[code]La sonrisa del joven fue lasciva y claramente sus palabras sarcásticas, a pesar de que estaba sorprendido por todo el revuelo en el castillo, simplemente pensó en cambiar una cosa mas en ese lugar, de manera definitiva las cartas no serían buena opción en su reinado, y la osadía de esa joven no quedaría impune ante el príncipe.[/code]

JamesUp · 26-30, M
No entro a la sala de trono al encuentro con su madre, algo detuvo su andar, y fue el desastre que detecto en el lugar. Los guardias de el palacio corrían de un lado para otro, con las lanzas en lo alto, le impresiono como no rompían la formación, pero aun mas que no se veía que perseguían con tanta urgencia, algo no estaba bien, era claro que había un intruso en el lugar, pero diminuto pues está fuera de la vista del príncipe, algo intrigante que merecía su atención, pues si alguien cruzo las puertas del castillo, lo suficiente inteligente para mantener ocupadas a las cartas y liberar la entrada al lugar, pero lo que no contaban en su elaborado plan, era que el lugar no estaba libre.

Comenzó a caminar a paso lento, introdujo las manos en los bolsillos de su pantalón y mordió discretamente su labio inferior pensativo. Era inútil que se metiera en el lio de las cartas, así que busco algo más, la mente maestra en el plan de cruzar las puertas de su hogar. Dio un par de pasos pasando de largo por el laberinto, incluso se tomo el tiempo para admirar las rosas rojas, claramente pintadas de ese tono carmín, ocultando lo blanco de estas, un buen toque pues, así como su madre, el color blanco no era uno de sus favoritos.



Crecer con solo la tutela de su madre, sin el Rey Rojo y que le inculcara todas y cada unas de las ideas descabelladas de la mujer, no había hecho mas que aumentar su soberbia, un hecho que sería el sucesor y no seguiría las absurdas leyes y obligaciones de su madre. Cortar la cabeza no estaba tan mal, pero ¿Tener el corazón de la victima como adquisición?
Sonaba mejor, al final digno hijo de la Reina de Corazones.

Siguió caminando por el lugar, fue hasta que inhalo una ráfaga de viento que se impacto en su rostro impregnada de un aroma peculiar, diferente al que detecto cuando llego. Había encontrado la respuesta, ese aroma era del intruso, el líder principal de la absurda misión por entrar al castillo. Arqueo la ceja, su olfato se embriago con el aroma, pues era peculiar, dulce, diferente, solo eso basto para saber que se trataba de una mujer.

Para mala suerte de Alicia sus pisadas en las ramas rotas de el sendero por el que corría la delataba, con ayuda del olfato y oído desarrollado de James, pues también ayudaba el silencio sepulcral que inundaba el lugar. Observo la trayectoria que llevaba la joven de cabellera dorada, y opto por tomar otro camino para cruzarse en su camino, la intrusa era veloz, así que tuvo que acelerar su paso para llegar antes a la puerta que según sus cálculos ella llegaría.

No demoro mucho, después de emprender la carrera al llegar antes de ella, y la esperaría con ansias. Recargo su espalda en la pared, introdujo su mano en la bolsa de su pantalón y extrajo un cigarrillo y fuego, lo encendió y lo dirigió a sus labios para darle una calada e inundar sus pulmones de humo para después exhalarlo. Si no fuera un humano, seria el vivo retrato de Absolem, tranquilo, disfrutando de su cigarrillo, mientras todos los guardias y caballeros salían por ordenes de la reina al escuchar que el intruso estaba en sus tierras.

No tardo mucho cuando vio que la rubia corría cerca de él, y sin moverse ni un momento solo alzo la voz para llamar la atención de la joven.

- [code]¿Por qué la prisa?[/code] - pregunto con una sonrisa de oreja a oreja observando el andar de la joven, y esperando que su llamado diera resultado.