— Alice... ¡ALICIA!, ¡ALICE!— Cuando se perdió el contacto del saludo, el mago hincó su cuerpo hacia al frente solo para quedar un poco a su altura, esos brillantes ojos se posaron en los de ella —Mucho se habla de usted y se hablará... Es un placer, conocerte— Regreso a su postura y empezó a dar unos pasos al rededor de ella, ese hechicero acababa de encontrar algo muy curioso en ella.
Curioso nombre. "Howl" Repitió con evidente entusiasmo. Su padre nunca le hubiera creído si Alice le contaba que conoció a uno de esos prestidigitadores, pero ahí estaba, frente a él.
Correspondió al atípico saludo, estrechándole de la mano con firmeza. Mi nombre es Alice, Alice Kingsleigh. Es todo un placer, poderoso Howl.
Su cuerpo se giró para quedar frente a la chica, así mismo sus lacios cabellos de tonalidad oscura se ondearon con el movimiento, un destello se desprendió de un pendiente que colgaba de su oído izquierdo pero parecía combinar con el brillo de sus ojos; dominantes y claros.
— Soy Howl, ¡El poderoso Howl Jenkins Pendragon!— E hizo una sutil reverencia, extendiendo la diestra en espera de que ella la tomase.
El tocar los pétalos de las rosas con un tinte diferente fue imposible de evitar para Alice, quien siempre se caracterizó por ser una chica inevitablemente curiosa. Ver la magia recorrer centímetro a centímetro el jardín fue un espectáculo maravilloso que logró ampliarle la sonrisa.
Es la primera vez que conozco un mago. Del único que sabía, gracias a los cuentos de mi padre, era del mago de Oz. ¿Cuál es su nombre?
— Hmm... Bueno, no es nada que se resuelva con magia —
Comentó con un pincelazo de egocéntrismo, Howl era un mago prodigio y se aprovechaba de eso además de su apariencia. Ahora dió otros pasos y con un movimiento de una de sus manos como quién da brochazos al aire tiñó el resto del jardín.
Contempló con asombro y maravilla la alteración de tonalidades. Alice escuchó de los magos gracias a su padre, quien le leía mil historias fantásticas antes de dormir, por lo que ver a uno de frente era una hazaña.
Ella es inofensiva, pero su ejército de cartas y criaturas es letal bajo su mandato.
La sonrisa en sus labios se amplió con el comentario de Madeleine.
Haré lo necesario para proteger a mis amigos, tenlo por seguro.
— He escuchado de ella, pero es completamente inofensiva frente a la magia— Se alzó un poco de hombros, el gallardo mago acercó una de las manos a los pétalos de las flores y con solo el tacto le cambio el color a un brillante rojo.
Una reina obsesionada con el color rojo, me temo. Si ve las flores de un tono distinto al carmín... Deslizó el dedo índice frente a su cuello, de izquierda a derecha, y fingió el sonido chirriante de la guillotina.
Ahora, miró a Madeleine. Lo es. Pero tiene más cartas en la baraja.
