Agradeció al hombre y la buena fortuna de poder darles algo al pequeño par. Gentil, procurando no asustarlos, fue lanzando semillas a la hierba hasta quedarse sin nada.

— Seguro es más que suficiente. A menos que vengan más.

Giró un poco el cuerpo, todo para brindarle una delicada reverencia.

— Disculpe mi falta de modales. Mi nombre es Zeve, es un placer.

Llevo su diestra a su barbilla, pensando en la pregunta, más de forma inmediata busco en sus bolsillos ya que a veces cargaba algunas semillas. Eran de girasol, las cuales paso un poco a la dama.

— ¡Enhorabuena! Aún hay un poco. Traté con estas.

Dijo sin perder aquel alegre tono, mientras recargaba su largo y colorido bastón en su hombro, aunque sea por un momento.

Que él haya sido capaz de apreciarlas también hace que su alegre expresión se mantenga.
Volteó su rostro, mirándole con más atención.

— ¿Será que tiene algo para darles? Pensaba en semillas, o algunas migajas. Hoy no traigo bolsillos siquiera.

Dirigió su vista hacia donde indicaba, alzó un poco su rostro hasta notar aquel par de aves juguetear. Daba la impresión de que era una pareja recién formada.

— ¡Ya veo, ya veo! Sí que lo son.

Respondió en un tono alegre y calmo, pudiendo apreciar por un rato aquellas aves mencionadas.

— Qué amable.~ ¿El motivo? Estaba observando a ese par de pajaritos. ¿Los ve? Son adorables.

— Linda sonrisa. ¿A qué se debe?