xKaalia

DÍAS ANTES AL MENSAJE. -Conclusión-.


Los terrores nocturnos habían sido lo más difícil de su desintoxicación y en ellos la veía una y otra vez entre recuerdos, entre anhelos.
Varias veces quiso escapar con ella, llevársela de ese lugar pero era seguro que no lo permitiría porque ese había sido su capricho no de él, y no podía alejarla de aquello que más quería pese a que esto atentará contra su vida.
Por eso mismo se había declarado a si mismo como su escudo humano, sobre todo luego de esa misión en que casi sucede lo inadmisible.
Él nunca se anduvo con rodeos siempre procuro su bienestar aún luego de haberla encontrado, aún luego de la traición, del dolor, de la ausencia y la desolación.
Pero sigue vivo, gracias a sus puños, a su puta voluntad y a la diversión que le causa al ser celestial o al demonio, ya ni sabe pero cree que uno de estos le da favores.

Él ahora pasa por un universitario, un aspirante truncado a doctor que no obtuvo su cédula y ahora se dedica a limpiar muertos. Solo en los ojos de Kaalia de reencuentra con su pasado porque para él es un problema sanjado.
Más cona situación actual, ni en pedo regresa a Rusia y menos ahora, beneficios de tener tantos pasaportes. Usa el de su país natal Irlanda, como recordatorio de esas raíces inciertas y solo conocidas de nombre.

Sonrío de lado de forma burlona, no pudiendo creer que sienta miedo de él.
Se acomodo a su lado mirando a la niña a quien mantiene en brazos de forma primitiva buscando temblorinamente alejarla de él.
—Ya deberían enseñarle a hablar bien, vistela y entrenala. — obvio el comentario que dió la rubia respecto de agradecerle nego mirando a los alrededores mientras hundía las manos en los bolsillos.
—No me pediste que lo hiciera, no tampoco lo hice para que me agradecieras. Solo lo quise hacer. — ahora hizo una sonrisa más cálida que mostró sus dientes y giro con delicadeza hacia la menor quien le miraba de forma curiosa como si le examinará con esos enormes ojos.
—Mi vida es aburrida en comparación a la tuya, así que cierra la boca y acéptalo. No crié a una cobarde que se revictimiza. — de nuevo miro otro lugar, le agarro del hombro con fuerza, ese con el que sostiene a la niña.
—Si me necesitas búscame en la morgue o en la funeraria de los judíos. Para lo que necesites. — la soltó empezando a caminar aprovechando que la gente había cruzado el semáforo y había más revuelto alrededor de ambos.