uno de ellos era BEAST. «Hm…» emitió un sonido, permaneciendo pensativo por un momento, justo cuando las palabras de su vulpina camarada le llegaron.
— Ya veo. —respondió con serenidad, y aunque antes había ya estado en tierras asiáticas, la época era totalmente nueva para él, podía percibirlo, como una sensación inquietante que le atribulaba. Mas su espíritu y coraje siempre hallarían una luz entre las sombras; lo bueno en situaciones poco favorables. Por ello sonrió, sutil pero noble después de un breve suspiro, para menguar las preocupaciones—, La señorita Da Vinci me ha dejado grandes enseñanzas, pero nada que concierna a esta singularidad. —añadió—; Ella no es alguien que se pueda subestimar, pero podríamos explorar el lugar; nuestros instintos nos advertirán de su cercanía. —sobre su diestra, una misteriosa arma invisible se erigió, como si estuviese envuelta en un mágico viento [...]