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to1555607 · M
El valle de las sombras era el nuevo nombre que tenía la montaña en la que se encontraban las ruinas de Pitioss, nadie se atreví a ir ahí, pues el olor a muerte era tal que podía descomponer a cualquiera que no estuviese acostumbrado a vivir entre cadáveres.
Helhest tenía un objetivo, hace mucho tiempo un mercenario llamado Anubis Rex trabajó en conjunto con su hermana Negu para derrotar al antiguo dueño de éstas tierras, Aster, quien estaba resguardado por cuatro dragones legendarios. Anubis y Negu coordinaron un ataque y dividieron sus fuerzas, logrando vencer desde ambos lados a aquel poderoso demonio, encerrándolo de modo que nunca más se supiese de él.
Quizá aquel acontecimiento ya no sería recordado por nadie, sin embargo, lo que Helhest nunca olvidó, fue que en aquella ocasión sólo tres de los dragones se presentaron al combate, nunca se supo del cuarto, y pese a todo lo ocurrido después, el mismo nunca despertó.
- Lumiel. ¿Tienes todo lo necesario? - Preguntó.
Helhest tenía un objetivo, hace mucho tiempo un mercenario llamado Anubis Rex trabajó en conjunto con su hermana Negu para derrotar al antiguo dueño de éstas tierras, Aster, quien estaba resguardado por cuatro dragones legendarios. Anubis y Negu coordinaron un ataque y dividieron sus fuerzas, logrando vencer desde ambos lados a aquel poderoso demonio, encerrándolo de modo que nunca más se supiese de él.
Quizá aquel acontecimiento ya no sería recordado por nadie, sin embargo, lo que Helhest nunca olvidó, fue que en aquella ocasión sólo tres de los dragones se presentaron al combate, nunca se supo del cuarto, y pese a todo lo ocurrido después, el mismo nunca despertó.
- Lumiel. ¿Tienes todo lo necesario? - Preguntó.
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