Los días yacían sobre atardeceres de profundos naranjas, colores típicos que daban preludio al otoño. Era fácil notar el cambio de estación; a la calle llegaban brisas de un débil frío, agradable; el verde intenso de los árboles se perdía, ciñéndose de bermejo y no había apenas gente (más en la noche). En general, la sociedad percibe septiembre como una época de transición hacia las responsabilidades: académicas, laborales...
Así, esto es un ejemplo de inquietudes de una persona marginal, en Nueva Jersey, Estados Unidos: llevar a cabo una serie de trabajos desagradables, para poder comer y aguantar; después de todo, dicho conjunto de hábitos enfermizos forma una rutina que entumecen su cabeza, la distrae, frente preguntas que lo acabarían rompiendo, por dentro, más de lo que ya puede estar.
Ahora mismo que sea septiembre le da igual, ni siente una época de verdadero cambio.
En aquellos instantes, una bolera abandonada es su hogar, pues puede esconder un cuerpo sin tener que llevárselo a otro sitio, sin preocuparse de que alguien pise en una zona marginal y perdida de por ahí… ¿O sí?
Parece ser que, en la más profunda oscuridad del antro, sus manos se aferran al cuello de un hombre. Sentado sobre él, lo asfixia con la fuerza de una bestia. Que no pueda ver es intrascendente frente a los alaridos y quejidos de a quién está matando de poco a poco; su cuello es demasiado fuerte, aguanta. Sabe que lo está haciendo bien.
En unos instantes contempla cómo pierde voluntad para defenderse, sus brazos ceden en fuerza y su cuerpo da los últimos signos de vida en moribundos suspiros, sin aire apenas. La persona se diferencia del hombre porque porta una máscara de goma de caballo, a compañía de un traje de chaqueta deshilachado.
La persona se preocupa en arrastrar el cuerpo de un hombre de ochenta kilos, con una constitución (aparentemente débil) que logra llevar sin problemas.
No obstante, dicha visión no es absoluta. La más optimista y narrativa la tienen aquellos con una trayectoria e integrados en lo moral, cultural y legal del país donde vivan. Si se enfocase en Estados Unidos, concretamente Nueva Jersey en sus zonas más miserables, es muy oportuno mencionar la existencia de personas marginadas, cuya percepción del tiempo parece estancarse en lo perpetuo; el pasar de los meses es ausente frente a preocupaciones a corto plazo, por tal de aguantar otro día más.
¿Acaso les importa septiembre cuando piensan en cómo soportar el trabajo, el hambre, no comerse la cabeza en que han derrochado todo hasta acabar de la manera más miserable? ¿Cómo es su día a día?
Por ejemplo, de todos los pensamientos mencionados, alguien que no comparte el último y que viva en Nueva Jersey: está en estos instantes, quince de septiembre, en una bolera abandonada. No hay esperanzas de que nadie la compre, así que es el motivo por el que la persona mencionada se encuentra all
