Una y otra vez agradecía internamente toda acción del mayor, ratificando esa gran conexión entre ambos. Su amplia sonrisa expresaba regocijo a simple vista, aún más en cada muestra de afecto. Y pese al cosquilleo recorriendole la piel, no se quedó atrás, sus inquietas manos reiteraban en dulces caricias sobre la espalda impropia.

— Mucho, mucho. Demasiado.— Confesaba con tal brevedad e devoción, no existía nada que pensar pues su corazón le pertenece a quien más ama; su amado hyung, el único dueño.

— No lo dudo. — Inclusive su propia mirada lo delataba, ese brillo digno de un enamorado. Por supuesto, Jeon es afortunado.

Le rodeó con ambos brazos, atrayendo el cuerpo contrario hacia el propio y erradicando con ello toda distancia que pudiese haber existido. Aquella calidez era suficiente para hacerlo sentir protegido.

Recargó entonces su cabeza sobre el hombro ajeno, tazando con sus labios una línea de besos por el largo del cuello de su amado. —¿Mucho, mucho? —Preguntó en un suave murmullo, antes de proseguir con gran cariño. —Mi Kookie, yo también te amo.

No requería palabras, esa conexión entre ambos es tan fuerte que comprendía a la perfección. Y sin demoró alguno lo acurrucó entre brazos con el amor y calidez que tanto tiene por demostrar en cada segundo oportuno. Con solo tener a su lado en momentos íntimos es más que suficiente para su propio corazón enamorado.

— Te amo, TaeTae. — Entrecerró los parpados regocijándose del afectivo instante. Instintivamente sonreía, Jeon emanaba paz.