[Sus labios se curvaron ligeramente, casi formando una sonrisa pero esta apenas era visible, pero estaba agradecido con la reina de Arcadia. Ambos se encontraba en el balcón de su habitación, el ángulo estaba enfocado hacia su pueblo y la población, se podía escuchar el ruido de carretas, las voces de los mercaderes y sus clientes, risas de niños y uno que otro disturbio, más allá de las gigantes murallas, se podía aprecia la naturaleza que los rodeaba, montañas a los costados y un sendero que era la única camino dentro y afuera de Arcadia, maravillosamente hermosa].

— Bien, el mío continuará como un mar de secretos para el extraño. — Sonrió divertida. Era consciente de su carácter necio ante esos temas, y más que tomárselo a pecho, lo veía con gracia.

— Soy yo quien está agradecida de haberle conocido y tener la fortuna de llamarle amigo. Sabe que puede quedarse en mi reino el tiempo que usted desee. Y venir a mí sin necesidad de “solicitar una cita”.— Deja escapar una risilla aniñada.

—Un mar de secretos para el extraño, una cuna de amor para el prometido, un bello obsequio para el esposo”.

—Es una bendición tener el placer de haberla conocido, Kassia de Arcadia, soy un hombre que vive en la soledad y se mantiene lejos de las personas por razones personales pero su amistad me ha enseñado que a veces vale la pena arriesgarse. Su corazón, para mi, es algo que palabras no son suficientes para expresar pero aprecio lo que ha hecho por mi.

— ¿Más que un simple mar? Ilústreme.—

—Es más que un simple mar.

—Vaya que eres secretiva con tus sentimientos.

— Mi padre entonces.—

—Me refería a un hombre.

— Debe referirse a mi hermana Nerea. Es la única familia que me queda; no es de extrañar que mi mirada se avive cuando la veo cerca.—