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ssin1563614 · 26-30, F
de ésta, rogándoles en silencio que se quedaran a beber té. Un encantador rubor carmesí se tiñó pronto sobre sus pómulos; agarró el libro a su lado e inició a leer en cualquier página. Entre risas, las mujeres reverenciaron y se retiraron de la escena. Kassia bajó el libro, permitiéndose alcanzar la taza con té de naranja a su lado. No era su favorito pero traía la misma quietud y felicidad que el que sí. Degustó el aroma de la infusión antes de darle un sorbo. Qué inusual era la calma del momento. Daba una pizca de miedo sentir tanta paz en un reino que se hundía en el olvido.


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