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[code]Pasa saliva y, por fin, reúne el valor suficiente para atreverse a mirarla. Centra su oscuro mirar a unos ojos tan claros como el cielo pero que, como este, puede deducir que alguna vez se vieron nublados y han derramado torrentes de lágrimas vestigios de un sufrimiento de antaño que permanece latente de cierto modo.[/code]

—No pretendo causar problemas, me iré en seguida si así lo quiere y... le juro que no volverá a verme.— [code]Aseguró sin mella en la voz.

Dennisse siempre cumplía sus promesas, y aquella quizás no sería la excepción, mas lo último que quería sería causarle más estragos.[/code] —Puede confiar en mí, le doy mi palabra.—

[code]Observa sus alrededores por unos segundos, su mirada vaga permitiéndose apreciar la belleza del lugar antes de regresar sus ojos a la contraria.[/code] —Parece que este lugar ha estado oculto de la vista de muchos, pero si piensa que he venido a causar problemas puede hacer cualquier prueba con
[code]Se puso de pie en cuanto ella se lo permitió, aún sin atreverse a elevar su mirada a la mujer frente a él. Escucha cada una de sus palabras, sin prisa, dirigidas a él con gentileza pero sin mostrar debilidad alguna, con entereza y solemnidad pero con un deje de amabilidad que le hacía tranquilizarse.

Ahora sabe su nombre, pero más allá permanece inédito y no pretende inmiscuirse en la vida ajena a la fuerza, piensa que todo debe darse con naturalidad y se rehúsa a hacer más preguntas limitándose a responder.[/code]

—Mi nombre es Dennisse, provengo de la tierra llamada Fantasía...— [code]Hace una pausa, no sabe si la siguiente información sea del interés de la chica, sin embargo, opta por hacérselo saber.[/code] —.. fui desterrado de mi tierra de origen, y mi condena ha sido vagar por la vida.—

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ssin1563614 · 26-30, F
el resto del mundo y la entrada a sus tierras era complicada.

Intentó calmar la ansiedad de su espíritu. Al estar frente a él, se inclinó para quedar a su altura y hacerle saber que no estaba en peligro. Bastó una palmada en el hombro para darse a entender.

— No se preocupe. Puede levantarse, nadie le hará daño mientras yo esté aquí.. —

Su padre, Arzchel, la reprendió más de una vez por entregar su total confianza en las palabras de los desconocidos. No era del todo su culpa, pues su madre, ejemplo de bondad y esperanza, heredó toda inocencia en su primogénita. Nerea era un poco más precavida; Kassia .. era ingenua.

— Estas tierras llevan por nombre Arcadia. Es mi reino. Mi nombre.. — Dubitativa, hizo una pequeña pausa. Se relamió el labio inferior. Era parte del protocolo real presentarse, ¿No? Incluso ante un enemigo. — ..Mi nombre es Kassiane, actual regente de Arcadia. ¿Puedo saber su nombre? —
ssin1563614 · 26-30, F
Los ojos son la ventana de alma, le han dicho cientos de veces, y aunque no lo admitía con facilidad, los suyos transmitían lo que con vocablos no. Dejó la taza con té a un lado, sobre la mesita de ébano decorada con ornamentos florales; apoyó las manos en los costados de la silla para impulsarse y ponerse de pie. Cautelosa y silente, la gobernante se acercó con pasos dulces, elegantes pero temerosos a la entrada del salón. Hizo un pequeño gesto al inclinar la cabeza hacia adelante, que indicó el retiro de sus guardias. Estaría bien, puede defenderse por cuenta propia.



Es imposible, pensó, sin apartarle la mirada al hombre. Escudriñó cada centímetro suyo; lucía tan normal, semejante a uno de sus arcadianos que se preguntaba si realmente era un viajero. Pero lo más importante.. ¿Cómo dio con ellos? Arcadia estaba fuera de todo mapa, era inexistente para..
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[code]Sus oídos se abren, permitiéndole escuchar el sonido de la mano de uno de sus custodios llamando a una puerta de madera antes de ingresar a la habitación de la misma. Escucha, también, el sonidos de las bisagras y de la madera crujir cuando éstas se abren de par en par.

Acto seguido, uno de ellos se disculpa por la interrupción del momento calmo que se encontraba aquella a la que llaman "Regina", una dama que parecía estar en un grato momento antes de que los guardias se presentaran adjudicando su llegada a su persona. Dennisse parece ser intruso en esas tierras, y no los culpa, después de todo es un desconocido.

Sin embargo, si pudiera excusarse, diría que todo ocurrió fuera de su control.[/code]—Su majestad, disculpe...— [code]Se arrodilló sin elevar la mirada, centrando su vista a las faldas del vestido que porta quien se dirige.[/code]—No fue mi intención perturbarla. No le engaño al decir que no sé cómo he llegado aquí.—
[code]Mentiría si diera explicación exacta de cómo arribó a un lugar que parecía imposible de hallar oculto entre la maleza, ubicado en el olvido. Lo último que recuerda fue el esplendor del brillo lunar con ella brillando en lo alto del cielo que enmarcaba la silueta femenina de una mujer en el ocaso de su vida. Después, sólo oscuridad.

Despertó aturdido, sin saber en qué lugar se halla. No tenía indicios de nada que diera aunque fuese una ínfima respuesta a todas las preguntas que se creaban en su mente. Su visión no era clara, apenas despertaba del sueño al que fue inducido involuntariamente sin recordar la razón del mismo.

Es llevado por un par de guardias que marchan al interior de un imponente castillo, al parecer, ahora se encuentra en su forma humana, de lo contrario hubiera aterrorizado a ambos por su gran tamaño bestial. Lo toman de los brazos, se siente cansado, pero puede caminar, su mirada permanece gacha y vuelve de golpe a la realidad.[/code]

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ssin1563614 · 26-30, F
de ésta, rogándoles en silencio que se quedaran a beber té. Un encantador rubor carmesí se tiñó pronto sobre sus pómulos; agarró el libro a su lado e inició a leer en cualquier página. Entre risas, las mujeres reverenciaron y se retiraron de la escena. Kassia bajó el libro, permitiéndose alcanzar la taza con té de naranja a su lado. No era su favorito pero traía la misma quietud y felicidad que el que sí. Degustó el aroma de la infusión antes de darle un sorbo. Qué inusual era la calma del momento. Daba una pizca de miedo sentir tanta paz en un reino que se hundía en el olvido.

ssin1563614 · 26-30, F
“El té se bebe para olvidar el continuo estruendo del mundo”


Katherine y otras de sus acompañantes terminaban de pelar patatas, cortar frutillas y acomodar la extensa manta de franjas amarillas que fungiría como asiento para la hora del té. Aquella actividad no era parte del protocolo Arcadiano, mas cómo adoraba despejar la mente de toda la rutina que componía su semana, su vida. Por más que imploraba a las mujeres que preparaban todo, éstas decidían no quedarse y dejar a la joven regente disfrutar de un rato de soledad. Era inusual como reina; con el poco tiempo que llevaba al frente de todo un reino, había ganado el corazón de su gente de una forma distinta al hacerles saber que veía a todos como iguales y no era necesaria la formalidad al tratarla. Tal vez por ese motivo, a sus sirvientas les resultaba fácil negarse a las invitaciones de Kassia.

Acostumbradas a la seriedad de la regente, no pudieron contener las risillas tras notar la mirada suplicante

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