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sada1554496 · F
Tras unos minutos de caminata, ambos llegaron a un refugio de madera; austero, sí, pero en medio de la lluvia y el frío sabía a la más reconfortante de las mansiones. La luz que provenía del interior le hizo dudar inicialmente; ¿entrar o no entrar? ¿Y si había un habitante? No quería molestar, ni hurtar su refugio.
Menos mal estaba vacío; no pudo contar el número de velas encendidas, pero vaya que supo conducir a ambos hacia ellas, para recibir el calor que generaban. El altar principal al fondo, propiciaba una sensación de extrema profundidad. Aún a pesar de que el lugar fuera, por menos, angosto.
Cuidadosamente se fue hincando para ayudar al muchacho a sentarse o recostarse según fuera su necesidad.
Probablemente ambos tenían la misma sensación: por fin, después de un buen rato, podían regalarse un gran suspiro hasta inflar todos sus pulmones y consentir a su órgano olfativo del delicioso aroma a petricor y madera.
Menos mal estaba vacío; no pudo contar el número de velas encendidas, pero vaya que supo conducir a ambos hacia ellas, para recibir el calor que generaban. El altar principal al fondo, propiciaba una sensación de extrema profundidad. Aún a pesar de que el lugar fuera, por menos, angosto.
Cuidadosamente se fue hincando para ayudar al muchacho a sentarse o recostarse según fuera su necesidad.
Probablemente ambos tenían la misma sensación: por fin, después de un buen rato, podían regalarse un gran suspiro hasta inflar todos sus pulmones y consentir a su órgano olfativo del delicioso aroma a petricor y madera.
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