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Y si nos refiriéramos a presencias poco comunes, la que tenía frente a sus ojos era, por mucho, la efigie que más distaba de la gente que solía ver.
Un extranjero. Un extranjero en problemas.
Al principio desconfió; era común que en tiempos así los suyos desconfiaran. Se puso de pie y echó a andar, lejos... Pero la consciencia la detuvo.
¿Qué tipo de persona dejaría atrás a un herido?
Aprovechó la lejanía; los Dioses del bosque y las hierbas estuvieron de su lado.
Allí, a su lado, un arbusto de hierbas que conocía medicinales: agrimonia y menta, con el rocío de una lluvia que apenas empezaba; una lluvia gentil que,
a los perdidos, les daba la oportunidad de regresar a casa.
Pero ella -y lo asumió- el extranjero, no tenían un hogar.
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sada1554496 · F
Y si nos refiriéramos a presencias poco comunes, la que tenía frente a sus ojos era, por mucho, la efigie que más distaba de la gente que solía ver.
Un extranjero. Un extranjero en problemas.
Al principio desconfió; era común que en tiempos así los suyos desconfiaran. Se puso de pie y echó a andar, lejos... Pero la consciencia la detuvo.
¿Qué tipo de persona dejaría atrás a un herido?
Aprovechó la lejanía; los Dioses del bosque y las hierbas estuvieron de su lado.
Allí, a su lado, un arbusto de hierbas que conocía medicinales: agrimonia y menta, con el rocío de una lluvia que apenas empezaba; una lluvia gentil que,
a los perdidos, les daba la oportunidad de regresar a casa.
Pero ella -y lo asumió- el extranjero, no tenían un hogar.
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