No estaba dispuesta a pedir su ayuda, jamás iba a caer tan bajo sin embargo un solo paso bastó para que la joven hechicera tambaleara. — Ugh...no estorbes. — Orgullo, aquello que contaminaba su alma. — Aseguren al Rey y muevan a los heridos a un lugar seguro. — más su prioridad aún no se veía cegada por el rencor.
A través de la dura y orgullosa fachada que la princesa sostenía, Merlín pudo ver que en cualquier momento ella se iba a desplomar. Era cuestión de tiempo. — Nunca dije que no habría final feliz, al menos no para ti... — bajo su mirada hacia el costado sangrante de la contraria. — Afortunadamente, siempre guardo un as bajo la manga... —
Sostenerse no fue sencillo pero lo logró, su diestra sujetaba su propio costado víctima del dolor y heridas. — Mientras respires jamás existirá un final feliz. — resentida agregó. — Llegas tarde...—
— ¿Por qué habría de satisfacerme? ¿Es un final feliz? — Cuestionó con aquella perpetua pícara sonrisa mientras miraba cómo la contraria buscaba sostener aquel orgullo y estoicismo.
