Su mirada se afilo, incluso con cierto atisbo de peligro. El tacto de su hermana ya no podía sentirlo con la calidez de siempre, su actitud, su forma de tratarla le causaban náuseas. — Sabes que eso no sucederá, Rey. — Ni siquiera le había llamado hermana, no estaba dispuesta a hacerlo. — Merlín te puso en donde estas, llegaste mucho después de mi y fuiste nombrado el nuevo Rey gracias a el. — sonrió ladina, llena de amargura. — ¿En verdad piensas silenciar al mago que hizo posible eso?. — negó con su cabeza. — Todo eso es más que una pelea tonta, siempre te dió risa que Merlín se burlara. Jamás hiciste nada para silenciarlo...— Sus ojos de humedecieron. — Y eso jamás te lo voy a perdonar. —