Su mirada se afilo, incluso con cierto atisbo de peligro. El tacto de su hermana ya no podía sentirlo con la calidez de siempre, su actitud, su forma de tratarla le causaban náuseas. — Sabes que eso no sucederá, Rey. — Ni siquiera le había llamado hermana, no estaba dispuesta a hacerlo. — Merlín te puso en donde estas, llegaste mucho después de mi y fuiste nombrado el nuevo Rey gracias a el. — sonrió ladina, llena de amargura. — ¿En verdad piensas silenciar al mago que hizo posible eso?. — negó con su cabeza. — Todo eso es más que una pelea tonta, siempre te dió risa que Merlín se burlara. Jamás hiciste nada para silenciarlo...— Sus ojos de humedecieron. — Y eso jamás te lo voy a perdonar. —
Era ajeno a ella explotar de esa forma, lo que para Altria era una tontería infantil, una pelea sin sentido que había durado años y años, había estado carcomiendo el corazón de su hermana, se sintió terrible por no haber comprendido sus sentimientos durante ese largo tiempo. —Será un problema cerrarle la boca a Merlin, pero soy su Rey, tendrá que escuchar.— Volvió a acercarse, posó ambas manos sobre los hombros de la princesa. —Cuando encuentres un hombre digno de ti hablaremos de eso, por ahora, perteneces aquí, a mi lado.
Apartó la mirada de esas flores, pese a ser sus favoritas en esta ocasión lo único con lo que podía asociar ese regalo, era con la culpa, con el perdón que no estaba dispuesta a dar. — Se que hay prioridades, se que el deber va sobre nuestros deseos y comodidades. — añadió sin mirarla. — Pero mi postura es firme, estoy harta de que mis sentimientos sean minimizados, que ese mago se burle y trate de hacer de menos mis opiniones y consejos. — Por fin levantó su vista hacia su hermana, llena de rencor y dolor. — Si me quieres ahí solamente para tener un trofeo que ofrecer, una cara bonita como ha dicho Merlín... entonces prefiero cumplir con mi deber como princesa. Sería lo mismo a final de cuentas, solo que la única expectativa es que me quede callada y de unos cuantos hijos al animal que quiera casarse conmigo. Prefiero eso a soportar a Merlín. —
—Solo... creí que podría obsequiarte algo, se que no enmienda nada, pero eres la persona que más me importa.— Lo dijo, aunque estaba consciente de que ella quizás no le creería, y dio un par de pasos hacia atrás para alejarse del escritorio. —Nunca te obligaría a hacer algo que no quieras, se que lo sabes.
— ¿Crees que tan fácil es aliviar el dolor que provocaron tus palabras? — Hubiese preferido el filo de una espada. Respiró profundamente, intentaba controlar esas náuseas, el rencor.
Soltó un suspiro. —Tienes razón. Fui cruel innecesariamente, hermana, y me disculpo.— Se acercó a donde ella estaba, en sus manos llevaba un ramo de lirios que dejó sobre sus pergaminos.
—Morgan.— Por un momento quiso obligarla a ver sus ojos, sin embargo, sabía bien que eso no funcionaba con su hermana mayor. —Te necesito esta tarde en el consejo...
